lunes, 1 de octubre de 2007

Charcot y la desmembración..


El poéta se arrodilla. Luego se pone de cuclillas.
Se dobla en una contracción estrepitosa, con una sensación en su interior cuasi-orgásmica.
Se rasca la oreja izquierda y se la queda en la mano.
La oreja se deshace en su palma, tomando una consistencia aguachento amarilla.
De debajo de las uñas de los dedos de sus pies salen agujas al rojo vivo y su famélico rostro parece una pera verde podrida.
Se rasga su camisón blanco y queda desnudo, contra la esquina de su habitación.
La sensación se vuelve icónica y se restaura el orden en presencia del científico mental. Su sola presencia genera en el poéta una sensación de vacío e impotencia. Siente que cada uno de sus miembros se le desprende.
La sombra se acerca, el dolor se intensifica. No hay una salida, sólo La salida, y él la tomará.

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