jueves, 11 de octubre de 2007

Canción de Hollywood

Está un sujeto sentado en el borde de una vereda por Sunset Boulevard. Es de noche, hay viento y pocos taxis pasan de vez en cuando. Charly tiene un sobretodo al mejor estilo Humphrey Bogart en la película Casablanca. Su sombrero, y la solapa subida, cubriendo parte de su rostro le dan un estilo muy Chandlereano o Marloweano, para ser mas precisos. Charly espera a Lucy, pero Lucy está en su casa y a su vez espera a Johnny, pero eso Charly no lo sabe y se prende un cigarrillo medio doblado, que encuentra en su bolsillo.
Se hacen las 2 de la mañana. El frío empieza a arreciar, las madrugadas de enero suelen ser muy frescas en la ciudad de la costa oeste. Finalmente decide entrar en un bar de mala muerte que está en una calle aledaña. Al entrar se da cuenta que es un lugar para gente de color, pero Charly no se deja intimidar por las miradas de desconfianza y recelo. En el fondo toca una banda de jazz, muy típicamente negra, esto claro está es por el swing que logran.
Hay poca gente y decide tomarse un whisky, entre bahos de tabaco, whisky y encierro, piensa por que será que su chica lo dejó plantado. Se pregunta por su mala suerte, no sólo con el bello sexo sino también en su trabajo, su suerte en el juego, en fín..., su vida.
Un negro en estado de evidente borrachera, lo mira fijo buscándole pelea, Charly se da cuenta que hasta ahí llegó su estancia en ese bar de mala muerte, paga sus bebidas y sale a la calle.
Una vez fuera se da cuenta que él también está medio "mareado" y decide caminar hasta su casa. Camina algunas calles por Sunset Boulevard, un perro negro lo sigue a pocos pasos. De un hotel de primera sale Lucy con ese sujeto que él tanto desprecia, y del cual tanto le habló ella en otras ocasiones. Se cruzan y todos quedan mirándose en un silencio incómodo, el cual sólo es interrumpido por un ladrido del perro negro el cual hace salir del trance a Charly y llamándo al perro "Johnny, vamos a casa!!!", se aleja de ese lugar a grandes pasos. En su interior ya no se siente mal, todo le importa ya tres demonios, y una vez en la entrada de su casa se queda meditabundo. El perro mira a Charly con expresión de súplica. Charly no lo piensa dos veces, abre la puerta y deja entrar al perro, o a Johnny como se llama ahora. Habrá perdido a su chica pero ganó un amigo especial y ese no es otro que el mismo Johnny.

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