miércoles, 8 de marzo de 2023

Yuchán




Cuando era muy chico acompañé a mis viejos a un local alejado que parecía ser de unos amigos de ellos. Mis recuerdos al respecto son muy vagos y tenues, por lo que considero que esto debe haber sucedido a finales de los 80s o muy inicios de los 90s...
Si tengo presente el aroma del lugar. Un aroma a madera muy fuerte. Adentro del local recuerdo que lo que más me impresionó fue la múltiple cantidad de máscaras colgadas en las paredes del oscuro y pequeño local. 
Eran máscaras muy raras para mí, con formas extrañas, algunas redonda con narices largas y pelo llovido hecho con sogas o ramas. Las máscaras de madera, barro o cerámica. En verdad no soy un especialista en este tipo de arte asique no podría precisar bien con qué estaban conformadas, aunque el olor a madera era muy fuerte por lo que supongo que era un elemento muy presente. 
La impresión que me causaron las máscaras fue tal que, superando el temor inicial, me fascinaron tanto que creo que pedí si no me regalaban una. Creo recordar que los presentes rieron y ahí quedó todo con un "jajaja ay que simpático tu hijito". La que atendía era una mujer morocha de rulos, con mucho aspecto de aquellos hippies que flasheaban con las culturas originarias de América.
Claro que este pensamiento fue elaborado a posteriori. De esa tarde sólo me llevo ese breve recuerdo y el nombre del lugar: YUCHÁN. 
Con el transcurrir de los años a veces les volvía a mencionar a mis padres esta extraña visita que hicimos en mi primera infancia. Siempre me dijeron más o menos lo mismo; el local era de una pareja amiga de ellos del Club GEBA y era un local donde se vendían productos, decoraciones y arte nativo. El local quedaba en Defensa e Independencia, en pleno barrio de San Telmo. 
Yuchán es el nombre de la madera del árbol más conocido como "Palo borracho", muy tradicional de nuestro país, sobre todo de la zona noreste del mismo. Cuando pregunté por primera acerca de ese recuerdo-visión-sueño el local ya no existía más y la pareja hippie se había modernizado dedicándose a la tecnología. El sueño hippie siempre terminaba igual, acá, allá y en todas partes. Un posible regreso a la tierra, a las raíces, a los anmcestros, parece una quimérica utopía que la realidad siempre se encargaba de tirar abajo, obligando a que la humanidad continúe por su sendero evolutivo que ya ha tomado, siendo este un camino con final feliz o no. 
La cuestión es que si bien es un simple recuerdo de la infancia acerca de un local que me impactó y ya, tuve secuelas en mí que continúan hasta hoy. Por qué negar que ese mundo mágico y misterioso, de un tiempo arcaico y casi extinto me impresionó tanto que, sumado a películas como Danza con lobos y otras cosas, me hicieron enamorarme de todo aquel mundo rústico y exótico de las culturas originarias de América. 
Con los años, en un taller de plástica y pintura haría una máscara que saqué de un libro sobre los nativos de Canadá. Si bien lo mío era un trabajo muy amateur hecho con cartapesta, me gustó crear algo que cerrara ese círculo que se había abierto tantos años atrás. 
A los pocos días de terminarla la colgué en mi balcón sólo para que esa noche el viento me la robara como si de una película de indios mágicos se tratara... 

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