martes, 28 de febrero de 2023

La guerra fría de los sexos


Rrrrrriiinggg: FIGHT!

Existe el extraño presentimiento en todos nosotros de que entre hombres y mujeres existen una guerra silenciosa, una guerra fría como la de la URSS-USA... 

Pero, ¿esto es realmente así?

La cosa se picó entre nosotros, por varios motivos, por varios factores. No quiero entrar en el discurso de lucha de género, que el patriarcado hizo tal cosa, que el feminismo hizo tal otra...

No existen cuestiones ideológicas aquí que condenen a un género en particular. Todos somos lo que somos, lo que hicieron de nosotros y lo que decidimos ser. Punto. No hay discusión posble al respecto. Pero esí es un hecho no menos fáctico que haya como cierta rensilla en el aire. Siempre está a mano el comentario pasajero de que uds hacen tal cosa o uds hacen tal otra. 

Son disgresiones casi inocentes, lo digo y acepto sin culpa. Está bien que exista cierto chichoneo para molestar al otro. Está claro que hace 30 o 40 o ni que hablar 50 años atrás, las mujeres no usaban ese tipo de forma para manejarse con sus contemporáneos masculinos. Hoy es práctica corriente no sólo que te hablen de igual a igual sino que también hasta estén más avispadas en muchos temas y discuciones, dejándonos a veces un poco mal parados. 

Está bien que sea así. Le hacen bien a la sociedad. En definitiva es hacia donde vamos y nos guste o no, la evolución es eso, avanzar hacia nuevos caminos, nuevos lugares, nuevas fragancias... Ahora bien, es necesario ese sentimiento de discusión constante, esa batalla de los sexos por ver quien sale más perjudicado de una relación o no? Existe cierta tendencia a pensar que si maltratamos al otro no hay que hacerse problema porque en definitva, es problema del otro como se tome las cosas. No señoras. No señores. No es así la cosa. No importa si es el Mahatma fucking Gandhi el otro, y todo el veneno que el escupa le entra por un oído y le sale por el otro... No, uno no puede rebajarse ni escudarse en ninguna cuestión protohistórica o de dominación milenaria, ni en arcaísmos rancios, para justificar el matrato al otre. 

Por ejemplo, si alguien mediático comete una injusticia con alguien del género opuesto, no importa si es hombre o mujer, muchos salen a tomar partido por aquel que lo identifique a uno desde el género, sea defendible o no su actitud, que pasa a ser lo de menos. Lo único importante parece ser demostrar lo basura que es el género opuesto y eso es todo. A eso más que nada me refiero con todo este asunto de la guerra fría de los sexos. Una actitud bastante tribunera y por lo tanto infantil ¿no les parece?

Está claro que todos vivimos en comunidad y como tales seres humanos evolucionados que somos tenemos que aprender a convivir con las coincidencias y las diferencias. Todos podemos ser flexibles y eso implica empezar por casa. No provocar, no saltar como enajenado, no discutir por cada maldita cosa que suceda. No buscar confrontar porque si, ni armar polémica para sentir que de esa manera me respeto a mí mismo. Cuando usamos la carta del autorespeto para justificar nuestras canalladas estamos tan errados que no nos damos cuenta que le faltamos el respeto al otro, o peor, no nos interesa. Y no existe mayor falta de respeto hacia uno mismo que faltarle el respeto a nuestro congénere, porque el otro también es (soy) yo. 

Por eso, dejemos las armas invisibles de la falta de respeto, la agresión verbal, el comentario viajero o el boludeo y tengamos responsabilidad afectiva, amor y respeto por el otro, sea de tu género o no, de tu agrado o no. Seguir arrobándonos y regodeándonos con nuestros nichos genéricos de grupos de amistades, nuestros escritores o músicos que representen tu género es seguir ahondando en la grieta de la división y de la incomprensión del otro, y cuanto menos nos conozcámos y comprendamos entre nosotros, peor será la sociedad futura y más difícil será seguir por el camino de una evolución positiva para todos. 

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