domingo, 26 de junio de 2022

¿Está Nacho? 2

 Los comienzos

Mc Pollo

Cuando sonaba el timbre del recreo, con mis amigos nos girábamos hacia donde estaba Nacho sentado y decíamos con una mueca cruel "Se inicia la cacería" como si de un Nelson Rufino endemoniado saliera esa extraña sentencia. En ese preciso momento, Nacho sabía que tenía que salir corriendo. Según nuestro dictámen arbitrario de juego, él se trataba de Mac Pollo, un ser inorgánico que debía escapar de sus perseguidores para salvar su vida. 

Creo que sin temor a equivocarme, durante todo tercer grado, Nacho estuvo prisionero de nuestra pulsión cazadora. Según el uruguayo, Nacho era la reencarnación de un muñequito de Ronald Mc Donald de peluche que nuestra compañera Tatiana llevaba al colegio vaya a saber a santo de que asunto. A todos nos gustaba apretarle la cabeza y no pocos queríamos arrebatarselo y destrozarlo.  

Yo se lo digo siempre a mi hija de 9 años, NO LLEVES JUGUETES AL COLEGIO, porque siempre causan algún desmadre. O te lo quieren robar, te lo rompen, alguien hace comparaciones dañinas o simplemente sirve de excusa para que algunos malvados con cuerpo de niños lo utilicen de excusa para perseguir a un pobre compañero. 

A veces, Nacho salía rajando sin que nadie le dijera nada, hasta quizás habíamos olvidado que él era nuestro Nacho, nuestro MC Pollo, y entonces recordábamos ese terrible juego y salíamos tras él extrañados ante su actitud, en modo automático podría decirse. Otras, simplemente era él quien salían conrriendo a desgano, harto de esas estériles persuciones que no terminaban en nada más que en el mero placer de correrlo por todos los endemoniados pasillos del colegio. 

Un día de tantos, Nacho planto cara y no corrió más. Simplemente se quedó parado ahí en el aula y nos dijo. No quiero correr. Nosotros nos miramos confundidos y no supimos que hacer. Ese juego brutal y sin sentido se había desgastado. Ya no tenía gracias si la "víctima" no hacía su parte del juego. Pensamos unos segundos y nos dedicamos a otros menesteres como el intercambio abúlico de figuritas o patear una absurda tapita de Coca Cola...

No hay comentarios: