lunes, 16 de noviembre de 2009

Las cosas (no tan) inertes


Como dijo el cantor, todas las cosas tienen movimiento. Y como dijo el poeta, también música.
En fin, la cuestión es que estaba mirando unas ofertas textiles por Internet, cuando me topé con una imagen extraña, bizarra, casi de ensueño alterado.
Era la imagen de un maniquí, vestido con poca gracia, torcido, con una peluca de rulos larga, en un cuarto mal iluminado. Realmente era una imagen deprimente la del pobre muñeco de plástico. Sin embargo tan pobre presentación, solo pudo llamar mas mi atención y decidí ir a verlo, con la excusa de querer comprar el vestido, que era horrible dicho sea de paso.
Al llegar a la dirección dada en la página web, no me recibió nadie. Solo había una puerta mal cerrada a la cual con un leve empujoncito logré traspasar.
Adentro, un inmenso depósito de ropa, muñecos de plástico, y maniquíes, grandes y pequeños. La iluminación era tan o mas pobre que en la foto y en el inmenso hangar parecía no haber nadie. Llamé varias veces pero ninguna voz ni presencia física, respondió mis gritos.
A poco de caminar varios metros escuché ruidos, como de plástico entrechocado y luego me pareció ver por el rabillo del ojo movimiento.
Empecé a llamar, pero nadie respondía, pensé que podría ser una trampa caza-tontos como suelen hacer por Internet, para desvalijar a incautos y distraídos.
Pero no tenía mucho sentido, sino hubieran salido a mi encuentro de entrada.
El espectáculo de maniquíes era un tanto apabullante ya que desde la perspectiva que me encontraba parecían mirarme todos a mi fijamente, como un ejercito de maniquíes endemoniados.
El lugar empezaba a darme cierto escalofrío, y el interés por ese lugar fue sustituido por una ganas de salir disparado cuanto antes.
De todos modos cierta intriga quedaba en mi cabeza. ¿de quienes eran esos maniquíes?, ¿que era ese lugar?, quien habría puesto un aviso para luego no estar ahí?.
Todo esto acudía a mi mente cuando de pronto encontré el maniquí de la foto. Era el mismo, con la misma ropa, misma posición, mismo pesadumbre y desencanto.
Lo toqué con el dedo, como si fuera una persona a la que uno le dice.. "cheee... holaa, que hacees", pero nada, obviamente el objeto permanecía en su estado natural, inerte.
No se que me había impulsado a hacer aquella acción pero cuando me volví hacia el maniquí, parecía distinto, como si hubiera cambiado de posición. Y hasta la expresión parecía distinta, como con una sonrisa socarrona.
(Por problemas técnicos de índole mayor, continuará mas luego).

2 comentarios:

caleidoscopeeyes dijo...

Buenisimo! relato muy transportador a los lugubres fondos de un...hangar???seran acaso pilotos fashionistas o maniquies proximos a ser enterrados en las profundidades de las aguas junto con una carcaza de avion?(pronto lo entenderas...)
que continue que me quede con la duda!

apolodoro dijo...

hola ojos caleidoscópicos!! gracias por comentar, me imagino a q te referiras.. algo relacionado a una isla quizas..
bueno, ya veremos..
en cuanto al relato, no se, lo seguire cundo por insight vuelva la inspiracion..
salut