viernes, 12 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 5: El duelo


La cosa estaba candente. Cientos de medios de todo el mundo reodeaban la plaza. Durante tod ala semana el presidente se dedicó a hacerse el picante. A vociferar insultos y amenazas, a no querer reconocer sus equivocaciones y pretender que la gente, encima, lo apoye. Pero siempre a base de decir que quien no está con él es un pobre diablo, un negro bruto, un gaucho federeal...

Por su parte, el retador, se mantuvo en el completo anonimato. Nadie pudo seguirle el rastro y algunos comenzaban a sospechar sino realmente sería una persona de carne y hueso. Algún asesor trasnochado le comentó al presidente la posibilidad de que alguien o algunos, pudieran haber hecho alguna clase de rito para invocar a algún espíritu. Pero el presidente, en su afán supremacista de creerse por encima de todos, se rió de la sola sugerencia. A él le bastaba tener a su reival enfrente y darle con todo. Y en caso de que eso no funcionara, ya se había previsto de algunos francotiradores para liquidar al indeseable. No consideraba un peligro real toda aquella pantomima. Para él, todo sería justificado para afianzar su poder frente a un loco desquiciado que no hablaba en nombre de nadie. 

El presidente llegó a horario y se paró del lado de la casa rosada. El otro, se hizo esperar un buen rato, y algunos ya sugerían que lo mejor sería retirarse y darl por vencedor al presi, pa no arriesgar vió. 

Pero el presi se mantenía en sus quince, quería cargarse a alguien, humillar al que lo había humillado a él y a su primera hermana dama. Como el presidente se veía a sí mismo como un león, su slogan poco creativo había sido "escuchame rugir". Pero la realidad es que sonaba soso y hasta amanerado. Todo lo que el presi no quería ser...

Cuando ya parecía que el retador no iría a venir, una luz rojiza salió de golpe desde dentro del Cabildo. Aunque algunos dicen que esa luminosidad venía desde las viejas Cisternas, pasó por las catacumbas de la Manzana de las luces, San Ignacio, Librería del Colegio y finalmente, al Cabildo. Allí, por la entrada principal, apareció la estampa del Restaurador. Avanzó sin miedo hacia el centro de plaza, siempre de traje, siempre de rojo sangre. 

El presi se adelantó y gritando consignas absurdas sobre la libertad, se arrojó con todo hacia su destino. El retador lo esperó calmado, quieto, parecía a punto de ser atacado, cuando en el último milímetro, se hizo a un costado. El presi siguió de largo y casi sale bien parado, pero se tropezó con una paloma (cruel ironía) y cayó de bruces al suelo. Al darse vuelta, todas las cámaras lo enfocaron con el "chocolate" en todo su rostro. Esa imagen se viralizó por todo el mundo. Ya estaba derrotado. Pero no se rindió, con la cara roja de humillación, reunió todas sus fuerzas y se avalanzó nuevamente sobre su contrincante, que nuevamente, mantuvo la sangre fría otra vez y lo dejó seguir de largo. El presi cayó ahora en una de las fuentes. NO había mucha agua, pero se empapó de pies a cabeza. El ridículo era irremontable, pero ya estaba en el baile, y no le quedaban otra que bailar. El presi insistía con ataques frontales hacia el viejo caudillo que no si molestaba en contratacar. Una frase cruzó su mente, sé como el agua mi amigo. Y ante esta estrategia, el presi ya nada pudo hacer. Gastó toda su energía en absurdos ataques al vacío, pero no se daba cuenta que en realidad perseguía su propia sombra. 

Cuando el presi ya no pudo sostenerse más, siguió un momento de tensión. Nadie esperaba lo que podría pasar. El enemigo parecía frío e imperturbable y no parecía guardar ningún encono personal con su rival. Pero como decían en el 19, un duelo es un duelo, y aquellos eran hombres de honor. El Restaurador se acercó al arrodillado presidente, que comenzó a temer por su vida y a insultar, para luego rogar clemencia mientras se hacía pis encima. El Restaurador se agachó, tomó el rostro del presi entre sus manos y le besó la frente. Dijo: Hermano, te libero de toda obligación futura. El presi lo abrazó y se largó a llorar. Era un chicuelo, que había jugado a ser papá y ahora papá volvió a casa y todo se había terminado. El Restaurador sintió verdadera pena por aquel adolescente adulto, con serios problemas mentales. Y mientras lo abrazaba se veía su cara de compungimiento. Pero luego, se notó que apretó con sus brazos alrededor del cuello del presi, con una fuerza sobre humana y dijo algo así como... pero el poder es para los verdaderos fuertes. Y ahí nomás le arrancó de cuajo la cabeza al pobre presi. 

El silencio era absoluto, nadie sabía que hacer o como reaccionar. El Restaurador elevó la cabeza cercenada y la mostró a todo el mundo, como si fuera un gladiador en la arena. Se escucharon algunos zumbidos y tímidos walkie talkies que trataban de dar una orden que no llegaría a sus receptores. La Mazorca había caído sobre todos los francotiradores. Frío y sigilisosos, aparecieron por detrás, saliendo de la ignominia de la historia, y les hicieron sentir la refalosa a todos y cada uno de ellos. 

La hermana del presi recibió la cabeza de su hermano esa misma noche. 

El país se encontraba bajo el control total y absoluto de La Mazorca renacida. 

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