martes, 9 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 4: La previa


Un revuelo de santa madre y padre circundó a todo el país. Y hasta en el lugar más recóndito del planeta se hicieron eco del reto lanzado al presidente de este país. Los titulares no podían dejar de focalizar en dos cosas centrales: el origen del retador, que parecía un ser misterioso salido de alguna novela de Alejandro Dumas y, claro, la cara de miedo del desorientado presidente. Sus intentos por seguir tratando de vender una imagen de alguien fuerte fueron ridiculizadas y boicoteadas por él mismo. El deseo de que mostrara algo de cordura o un mínimo de sensatez, por el resto de los mortales, también fue rápidamente perdido. 

Ahora bien, todo el mundo pensando en como podía ser que un primer funcionario cayera tan bajo para aceptar el desafío de cualquiera que se le presenta. Pero muchos analizaban la situación como no quedaba otra forma de hacerlo. Era un pueril y torpe manotazo de ahogado por intentar recuperar un mínimo de respeto de sus votantes y allegados. Algo muy parecido a la guerra que inició el borracho. Nadie podía dejar de pensar en la analogía, con el alivio actual de que al menos, por una vez, serían ellos quien pusieran el pellejo y no otros. Entre erecciones y megalomanías, el pueblo había aprendido al menos eso. Nosotros Carne de cañón, nunca más. Ustedes si. 

Todo se preparaba con cierta cautela, porque todo el asunto parecía salido de alguna mala película clase de ciencia ficción. Dos locos, dos alienados completamente impredescibles, que lucharían por el futuro de una Nación. No serían pocos los buitres que se pondrían a rondar a nuestro alrededor. Pero, que se podía hacer? El barco sin timón iba derecho a colisionar, y no había otro tipo de perspectiva. Ahora era a todo o nada. Luchar para vencer, vencer para comandar. 

Y en vista de todo el asunto, alrededor del comodoro existía el más absoluto secretismo. Nadie sabía donde estaba él. Era como un fantasma, una sombra del pasado, que sólo se hacía presente en los momentos clave del asunto. Pero luego se evaporaba como si en verdad no tuviera consistencia física. Lo mismo que su séquito parapolicial conocido como La Mazorca, que se hacía presente como un eco infinito de la propia silueta del temible tirano de rojo. 

En cambio, el presiduende (como le decía casi todo el país en una absoluta falta de respeto a su investidura presidencial) se había puesto, no sólo a entrenar con los mejores sino que también a televisar dichos acontecimientos. Con el pretexto de mostrarse fuerte y agresivo, con el vano proposito de amedrentar a su fantasmagórico rival. Pero el pobre hombre perdía popularidad a cada minuto, mientras su rival más terrible era su propia falta de razón de ser. Sintiéndose una especie de cruzado o Rocky Balboa contra el soviet... nunca pudo captar lo alejado que se encontraba de la realidad. Mientras su rival se fortalecía a la vista de su propia inpotencia. 

Ya todo estaba servido para el día D, el día de la colisión final, que una vez más cambiaría de forma abrupta el rumbo de nuestra (aún) joven Nación...  

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