jueves, 12 de agosto de 2010

Sobre una tal Jack London

En estos tiempos difíciles, fríos, oscuros y grises... (me refiero al invierno), que mejor que desempolvar algún libro de Jack London (John Chaney en realidad) de la biblioteca, si es que tenemos uno claro.
Este fue un joven intrépido americano que viaje en su juventud por los siete mares sobre todo por la Polinesia, acumulando grandes vivencias y aventuras que enriquecerían su posterior escritura de ficción.
Jack London escribió grandes novelas y libros de cuentos en un periodo relativamente corto de su vida, sobre todo "Colmillo blanco" y "El llamado de lo salvaje" fueron sus grandes novelas, como también los Relatos de los mares del sur, donde sobre todo vuelca sus propias experiencias en Oceanía.
Cuentos como La hoguera, El chinago, Mauki y otros, relatan un poco la miseria, la explotación del hombre por el hombre, la esclavitud, la falta de humanidad, el salvajismo, temas tratados desde un cierto punto de vista pesimista que lo acercan a otro gran escritor contemporáneo de London, Joseph Conrad.
Las historias de London suelen transcurrir por lo general en medio de ambientes hostiles de la naturaleza, sobre todo en extremos polares, en medio de tormentas o en islas altamente peligrosas por su flora y fauna. En cierta medida hereda un poco la visión romántica del siglo anterior (siglo 19), pero London fué claramente un escritor del siglo 20. Un escéptico, un pesimista, hasta un existencialista. El no encuentra en la naturaleza la "aventura del hombre", sino que encuentra mas miseria, desesperación y locura. El hombre en su contacto con la naturaleza mas cruda pierde su capacidad de razonamiento, es doblegado por la misma, pierde los estribos y recurre a las peores bajezas que los animalizan. Hasta diría que London pone al hombre a veces por debajo del animal, ya que considera que éste al menos no tiene maldad.
En fin, alguien que descubrí hace poco, y que vale la pena leer en estas épocas de climas adversos para interrogarnos algunas cosas.
London se suicidaría a los 40 años cerrando así una vida marcada por la nuevas aventuras y la decepción continua. Christopher McCandless seguiría sus pasos casi un siglo después.

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