Viernes 7/2/2025
Hoy Ernestina se fué a seguir su camino. Pasó a despedirse y me pasó su Insta, besos y adiós! (Es increíble lo parecida que es a Clara Clayton) God damn it!
Por mi parte me fuí a hacer el sendero que lleva al Mirador del Lago Verde. Estuvo bastante bien, aunque en un momento me perdí y tuve que volver sobre mis pasos, a lo cual se me hizo más largo el tramo y me cansé de tanta subida. Una vez allí, me puse a cantar a grito pelado. Cosas que uno hace cuando se encuentra solo en la naturaleza. (Pobre naturaleza). Al toque apareció un tipo con dos chicas que entiendo eran sus hijas. Esa fué mi señal para emprender el regreso y les dejé el mirador para ellos solos. Bye.
Cuando llegué a la entrada del camping en la ruta, decidí contar los pasos que hay (en bajada) hasta la entrada real del camping porque al día siguiente me tocaba irme y tendría que hacer todo eso pero en subida y cargado con mochilas y petates. Conté casi exactos 700 pasos, aunque por ahí habría un poquito más.
Almorcé queso parmesano con galletitas, así vienen de frugales la mayoría de mis almuerzos. Me conecté un rato con internet (3 mil pesos media hora) para decirle a mi familia en Buenos Aires que sigo vivo. El miedo por los incendios hizo que varios se preocuparan por mi existencia, o de que no sea yo quien ande prendiendo fuego la Patagonia. Todo en orden, les dije que estaba bastante lejos de los focos de fuego causados por los imbéciles mercenarios de siempre.
Luego me fuí a leer mi querido Walden y fumar un poco de tomaco armado, como buen escritor...
En la playita pedregosa de Lago verde me encontré con el muchacho que estaba con su chica cuando esperábamos el Esquel Bus, pocos días atrás. Se llamaba Matías, charlamos dos palabras y me invitó a continuar la conversación allí donde estaba con Triana su novia. Eran de mi edad y pegamos muy buena onda, al punto de que nos quedamos charlando toda la tarde, con momentos de fumar y leer intercalados. Lo mejor de todo es que Matías se fué a meter al agua y Triana dijo que si él se metía ella tenía que (por principio) meterse también. Los vi a ambos entrar al agua y resistir bastante bien los embates del agua fría y el viento que no inspira a meterse. Volvieron y sin que me digan nada, tomé coraje para hacer lo mismo, porque simplemente me inspiraron y me sentí cómodo con ellos. Si no me metía ahora no me metía más. Tomé coraje y fuí entrando de a poco, pero no me animaba. En eso escucho las arengas de otras dos parejas que estaban ahí tomando sol. Uno de los flacos me dijo "no lo pienses tanto rey, tiráte nomás, si no, no te metes". No sé por qué están todos con eso de decirte Rey, yo sé que soy un Rey pero no viene al caso... En fin, mis amigos de viaje, Mati y Tri, también me animaron con Santiii Santiiiii... y bue, no pude decepcionar a mi público, no pensé más y me zambullí por primera vez en un lago patagónico, después de 25 años de haber venido por primera vez con los Scouts. Ahora sí, ya estaba hecho. Fué menos terrible de lo que pensé. Claro que estuve pocos minutos y casi pierdo los anteojos (que debí sacarme y me olvidé) y las ojotas. Pero todo salió bárbaro y fué una hermosa experiencia. Inolvidable.
A la noche cené con Mati y Tri y una pareja de ventiañeros. Una chica que se autopercibía como él, muy simpática, y su novio, un flaco callado pero divino. Hicimos patis y yo compré una pata de pollo para hacerme a la parrilla, además tiramos unas papas a las brasas. Hablamos de todo y la pasamos en verdad muy bien. Por momentos cayeron algunas gotas pero eso no nos aguó la noche. A los pibis ya no los volví a ver pero el chico Gonzalo (que estudió Física) nos habló de la Turbulencia de Plasma y de inmediato pensé en escribir algo respecto a eso. Buenas noches.
Sábado 8/2/2025
Me levanté temprano (again). Fuí a hacer mis cosas al baño y desayunar. Me propuse levantar campamento pero mientras intentaba doblar el cubretecho, un dolor en el dedo gordo del pié derecho me puso de tan malas que no pude seguir.
Fuí a donde estaban mis amigos campistas y justo los agarré saliendo de la carpa. Me sentí un pesado pero necesitaba ayuda. Les conté lo del pié y vimos que tenía una astilla. Triana me prestó una pincita para sacarmela pero no pude. Ella se ofreció a sacármela pero me daba mucha cosa por el dolor y todo eso. Mati se fué al baño y me recomendó que dejara que ella me la sacara. Al parecer, cuando me metí en el Lago me la había clavado pero la había ignorado hasta que ya no pude más. Escarbé todo lo que pude pero estaba muy metida la guacha, ya me salía sangre y no podía más. Me entregué a las manos de Triana que tuvo que tenerme una paciencia increíble por mis gimoteos y gritos. Al final, luego de un buen rato pudo pesacar esa mini espina y extraerla de mi pié. En el momento se me fué el dolor. Nos quedamos charlando un buen rato, mateando y fumando. Ellos me dijeron que se iban a Puerto Chucao pero yo ya no estaba para esa odisea que había hecho con Ernestina. Los acompañé hasta el inicio del sendero y nos despedimos, no sin antes pasarnos los teléfonos. Buena gente.
Me quedé en el camping haciendo tiempo hasta las cinco que pasaba el bus que me llevaría a Bahía Rosales. Un lugar que mi tía me había recomendado y dije bueno, que diablos. Pero como era volver al sur, los horarios comenzaban a la tardecita para esos lares. Levanté campamento, les dejé mis petates a los muchachos del camping que fueron muy atentos y copados. Les devolví las bolsa de dormir (para mi pesar), usé un rato internet, comí algo y me fuí a leer. La tarde estaba calurosa y se me hizo un poco larga la espera hasta la hora de partir. Cuando llegó el momento me fuí subiendo esos 700 pasos contados el día anterior, y haciendo tres o cuatro paradas, llegué bien y con tiempo hasta la parte de la ruta donde para el colectivo. Al toque vino y arriba otra vez.
Una vez en Rosales fuí al camping que era inmenso, bastante abierto y poco pobaldo. El lugar está bien, me dije. Me ofrecieron un lugar alejado y bien agreste. En esa parte estaba bastante guarecido del viento, del sol y del resto de la gente. Aunque al rato vino un flaco en auto y se puso en la parcela de al lado. Me pareció un muchacho extraño, armó todo y no lo ví cenar. Al toque se mitió en su carpa antes que oscureciera y a dormir. Pensé que podía ser alguna especie de loco asesino que me podría atacar en mitad de la noche. A la mañana se fué bien temprano, mi paranoia está a la altura de casi todos los porteños/as que conozco. Como decía, esa parte donde estaba era bien agreste, como al pie de un bosque frondoso, de esos que nunca da el sol y que parecía salido de la película Proyecto Blair witch.
Me fuí a bañar y preparar todo para la cena. Salí a buscar leña pero sólo encontré maderitas muy chiquitas. Me quería hacer unos fideos pero el fuego se consumió muy pronto y tuve que hacerme un caldo de pollo que se habían dejado en el camping anterior. Casi me quedo sin cena así que tuve que pensar en como resolver ese asunto para el día siguiente.
A la noche tuve frío, pesadillas y dolor de espalda. De a poco la vida de campista me pasaba factura a mis 41 años...
Domingo 9/2/2025
Me levanté antes de las siete de la matina, Eso en sí no es problema, pero duermo mal, poco y mal, y estoy un poco cansado ya de eso. Necesito volver a casa pero debo esperar al jueves para tomar mi avión. Mientras sigo haciendo vida de noble campista.
Hoy me lavé la ropa, mis cacharros y desayuné mate con pepas, que lujo! Espero hacer algo piola hoy...
Almorcé fiambre con queso y dormí una buena siesta para recuperar sueño y porque hacía mucho calor. Luego a la playita de Rosales. Allí estaban dos chicas que se manejan en un auto blanco y que ya me había cruzado en Lago Verde. Más allá de algún saludo casual y esporádico estas ni bola dan.
Me puse a leer Los días del venado de Liliana Bodoc que es el primer libro de su trilogía de la Saga de los Confines. Me parece un librazo, una sabia y bien escrita historia fantástica, mezcla de Tolkien y la Conquista de América. Tiene eso de transcurrir en una especie de América poblada por diferentes culturas que podríamos llamar precolombinas, pero en un mundo plagado de magia y epicidad. La verdad es que me parece una grosa Bodoc (que Dios la tenga en la gloria). En verdad me siento tentado de conseguir los dos libros que le siguen, Los días de la sombra y Los días del fuego. En fin, ya veré.
A partir de las cinco de la tarde el viento comenzó a soplar fuerte. Cuando terminé de leer los capítulos que me había propuesto leer ese día (porque me organizo las lecturas por capítulos diarios para que ningún libro, en lo posible, se me haga eterno y me termine pudriendo), me fuí a pensar en la cena.
Compré leña porque no tuve opción. En el camping no se conseguía buena madera, apenas algunos palillos finitos y si no hacía un buen fuego que perdure, me quedaba sin cena. Comencé de a poco con el fuego, haciendo mi viejo truco Scout de hacer una especie de pira donde el papel va dentro, y por encima ramas finitas, hojas secas y yesca. Una vez que consigo prender el fuego con aquello comienza el ataque de ramas cada vez mayores. Otros tienen sus métodos de fogata, o ninguno, pero ese es el mío y no lo cambio por nada. Acompañé la velada fogateril con los primeros discos de Neil Young y luego de aquella panzada con el canadiense pasé al porteño Spinetta y su tremendo Kamikaze. (Dos de mis héroes inamovibles desde hace más de veinte años).
Hice un buen fuego y en ese momento me cagué de calor porque comencé temprano, temeroso de que lloviera (como habían pronosticado) y bajara de golpe la temperatura. A las nueve y monedas ya estaba cenando mis tallarines Don Vicente que me encontré en el camping anterior. Todavía era de día asi que todo terminó antes de tiempo. Allí no oscurece hasta pasadas las 10 pm. 10 en punto todavía queda un resquicio de luz, 10 y cuarto ya ves las estrellas. Entonces a eso de las 22 me metí en la carpa y a dormir.
Poco rato después, en un estado de REM suave, escuché que se largó con tutti.
A la madrugada me volví a cagar de frío, aunque al menos el Brian (no May) del camping me prestó un aislante, como para zafar algo.
(Continuará)
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