sábado, 15 de febrero de 2025

Diario de viaje al sur (Primera parte)



Domingo 2/2/2025

Volví al sur después de ¿cuanto? ¿seis años? Si, así parece... Sería la séptima vez que voy para esos lares. Sólo, la tercera vez. No importa. Necesitaba viajar, cambiar de aire, desconectar...

Vivir y respirar en la naturaleza. Espero que este viaje me ayude a reconectar con mi ser y pueda aclararme cosas que aquí no puedo ver y vuelva renovado. De mí sólo depende...

Está bueno desaparecer un rato. 

Me tomé el micro Vía Bariloche que salió a las 12 30 y el viaje se hace largo, cruzando las extensas llanuras pampeanas. Me entretengo tomando mate, escuchando música y leyendo Walden. 

A la noche, tipo 9, llegamos a Santa Rosa de La Pampa y como no podía ser de otra forma, una tormenta amenaza aguarnos el viaje. Sin embargo el micro encara para un lugar por donde la tormenta jamás pasará...


Lunes 3/2/2025

Amanecí en el micro, aún viajando. Para en todos los pueblos y ciudades del camino. No sabía pero me tomé el famoso bus "lechero". El viaje se hace extenso por demás y hacemos una parada en algún lugar perdido de Neuquén. Aprovecho para intentar cargar un poco el celu que lo tengo muerto. Pero no alcanza. Llegamos a Bariloche a eso de las doce del mediodía y lo primero que pienso cuando bajo es en seguir cargando el celu. Compro un cable USB porque veo que todos cargan con eso en el micro. Luego salgoa fumarme un puchardo y me pongo a hablarle a una chica que espera su micro para volver a su casa. La flaca es de Pehuajó, provincia de Buenos Aires. Hablamos amablemente un rato pero nuestros viajes están cruzados. Me olvido de preguntarle como se llama. Siento frío porque venía aclimatado con el calor de Buenos Aires. En la Patagonia corren otros aires, siempre. A eso de las 14 se aproxima mi bus y me despido de la chica de los cabellos rojos. Adiós para siempre. Despacho mis petates y subo a otro Via Bariloche. Sigo cargando mi celu y continúo mi periplo que me llevará hasta Esquel. En el trayecto paso por El Bolsón y me encuentro con una ciudad fantasma cubierta de humo. Los incendios continúan por la Comarca Andina y pienso que no hay ningún Smaug haciendo estragos. A lo sumo Orcos haciendo de las suyas como siempre, trabajando para el Señor Oscuro. Para cuando noto que estamos llegando a Esquel, ciudad que nunca había visitado noto que ya son pasadas las siete, que llovizna y sale el sol y que un frío me atormenta mi cuerpo desacostumbrado. Una vez allí averiguo para el pasaje de vuelta y está todo muy caro. Pienso en la alternativa de volverme en un avión porque la verdad el viaje en micro me hace sentir como un viajero del siglo 19 en carreta. Los viajes de más de un día son agotadores. Busco un taxo y me subo con un flaco jovencito que se llama Alé. Le digo que quiero ir al Parque Nacional de Los Alerces. Le pregunto la tarifa hasta Lago Verde que es el único lugar que conozco y me da un precio exorbitante. Al parecer estña en el medio del Parque de vastas dimensiones y pienso que no organicé lo sfuciente el viaje. Una mezcla de improvisación y organización medio pelo. Me lleva hasta el primer camping de Los Alerces, Los Maitenes. Una vez allí me doy cuenta que hace demasiado frío para mi gusto. Una vez instalado en mi parcela, ya son las nueve de la noche, me voy a cenar a un restaurancito y me pido unos ñoquis con una copa de vino. Me voy a descansar a la carpa y paso una noche terrible con un frío que apenas me deja dormir. Me puteo por haber traído la bolsa de dormir chiquita, la vieja, la que era de mis viejos. No abriga nada y temo por lo que me espera. 


Martes 4/2/2025

Amanecí junto al lago Futalaufquen o como se escriba. Esa noche me re cagué de frío mal y quedó en evidencia que no traje suficiente abrigo. 

No sé como haré las noches siguientes y temo enfermarme. Las madrugadas son el peor momento. Pero el Sol sale temprano y el frío me expulsa de la carpa. Busco agua caliente para el mate y luego decido salir a caminar por el camping. 

(En el baño, mientras me lavaba los dientes, interactué con un chabón llamado Jonathan. Nos hicimos un poco amigotes y me propuso salir a buscar leña. Lo que no contaba es que tuviera una camioneta de doble tracción del joraca. Salimos del camping y fuimos por los caminos de los alrededores encontrando gran cantidad de leña que a la postre me la regaló casi toda. Me contó que estaba con su familia, que era de Lomas de Zamora pero que hacía varios años se había ido a vivir a la costa patagónica. Allí pasó de ser un albañil del montón a supervisor en una mina para una empresa yanqui. Y sí, le iba bien al hombre, pero parecía sentir cierto sentimiento de culpa de clase. De todos modos, un hombre simple y un copado total. Después de esa mañana ya no lo volví a ver, levantó campamento y para el mediodía ya no estaban). 

Descubro la playa del lago y me parapeto en una especie de cabaña del playero que por suerte no llega hasta las 14. Saco fotos y sigo leyendo Walden de Thoreau. 

A media mañana el sol ya pega más y ya calienta lindo. Sol: El poncho de los pobres, dicen...

Luego me fuí caminando por la playa hasta donde empieza la montaña y encontré, de casualidad, un sendero señalizado que lleva a un lugar llamado Puerto Limonao. 

Una vez allí encuentro una playa divina, de piedras, donde me pongo a leer y fumar tranquilo. De a poco va llegando más gente, pero siempre poca. El Sur parece vacío, y evidentemente esta temporada no se trató del destino elegido ppor la mayoría de los Argentinos. Mejor, bastante tengo que lidiar con ellos durante el resto del año en la ciudad más detonada del país. 

Unas chicas, una de ellas con su hija, tiran piedritas al lago al lado mío. Son muy bellas y quedo obnubilado por la que es mamá. Se meten al lago y rápidamente vuelven a salir. Yo me fuí con pantalones largos así que ese día no será posible el chapuzón. Después me tiro un rato al sol, cual lagarto juancho... Al rato emprendo el regreso al camping. Llego justo para cuando abren las duchas y me baño (después de dos días) antes que nadie. 

Ahora me apresto a prender el fuego y hacerme unas salchichas. Mañana, Lago verde!!!


Miércoles 5/2/2025

Amaneció lluvioso el día, y frío otra vez. Levanté campamento temprano porque el Bus Esquel que atraviesa todo el parque tiene un horario y ruta programada. Odié tener que guardar la carpa toda húmeda, pero sabía que en breve volvería a armarla. A las 10 pasaba el micro a unos quinientos metros del camping. Desayuné rápido y me fuí hacia allí, caminando por la ruta bajo una fina y molesta llovizna. 

Cuando llegué a un kiosco atendido por un viejo paisano, encontré una parejita que tenía ánimos de charlar y pegamos onda. Ellos se bajaban antes, yo tenía al menos una hora de viaje hasta Lago Verde. Me dijeron que después irían para allá así que luego nos volveríamos a ver. 

En el trayecto me puse Tales from topographic oceans de Yes y debo decir que acompañó muy bien una buena parte del trayecto. Luego me quedé sin señal y chau, me tuve que conformar con los sonidos del micro, cruzando caminos de tierra entre lagos y montañas de ensueño. 

Cuando llegué al camping agreste armé todo rapidito y salí a recorrerlo. El día estaba feo, con lluvias intermitentes y fresco y batata. Se trataba del mismo camping que habíamos ido en 2016 con mi ex. En aquella ocasión me había intoxicado y pasé los dos días que estuvimos allí con fiebre metido en la carpa, luego de una noche de vómitos al mejor estilo El Exorcista. 

Nueve años después de aquella fatídica visita volví y el camping estaba igual, quizás más extenso, la yerba más crecida y un poco más abandonado, pero era el mismo. A la noche me alquilé una bolsa de dormir posta y me compré un vino. Una chica, que también estaba sola, me hizo un comentario al respecto en la proveeduría. La invité a tomar pero no se animó. Esa noche dormí como un rey. 


Jueves 6/2/2025

En la mañana (estaba soleado) me fuí a la playa del lago Verde y me puse a leer. Allí apareció la chica de la noche anterior y se puso a hacer unos ejercicios que parecían Yoga. Luego de un buen rato que estuvo en esa me acerqué a hablarle y me dijo que se llamaba Ernestina y que era de Venado Tuerto, aunque vivía en Calamuchita, Córdoba. 

Hablamos un buen rato y se ofreció a ayudarme a buscar donde estaba pinchado mi colchón inflable. Luego de buscar en vano la pinchadura, le dije sino quería ir a Puerto Chucao, el lugar para visitar en esos parajes como antes el Limonao. Ella me dijo que ya había ido el día anterior, cuando yo me había quedado todo el día yirando por el camping, pensando que no había nadie. En fín, pude convencerla que volver a ir ofreciendole hacer la cena. 

Luego de cambiarnos e ir por agua la pasé a buscar por su carpa y emprendimos la caminata por el sendero que llevaba al Chucao. Aquella fue la mejor caminata que hice, por el paisaje y por la compañía. Como decía el bueno de McCandles, la felicidad no es tal si no es compartida. Alto precio pagó aquel muchacho para entender eso. 

Una vez en el Lago Menendez vimos a lo lejos la montaña nevada y mateamos y comimos semillas y frutos del bosque. Luego ella se fue a meter al agua pero yo no me animé. Esta vez tenía maya pero no tenía el ímpetu para meterme a esas aguas tan frías para mi gusto. Me quedó la deuda pendiente. Ese día estuvimos juntos todo el tiempo. Al regreso me mostró por el camino toda su sabiduría respecto a plantas y árboles y quedé maravillado por sus conocimientos. 

Cuando regresamos nos fuimos a bañar y luego fui a buscar algo de leña. Cuando regresé ella me esperaba parada frente a mi carpa. Hicimos unos patis con pan, tomate y mayonesa y compramos unas latitas de cerveza. Luego nos quedamos charlando de historias personales hasta bien entrada la media noche. Luego cada uno se fue a dormir y hasta mañana. Fue un gran día!

(Continuará) 

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