viernes, 21 de febrero de 2025

Un clásico del Cine Shampoo y del verano




Existen toda una serie de películas que nos deleitábamos viendo cuando niños. Pelis que daban en los canales de aire y, si tenías cable, ahí también. Hablo de aquellas cintas dobladas al "Latino" con esas voces tan familiares y que por lo general eran de tramas simples, con chicos como protagonistas y sobre todo de aventuras. 
La lista sería interminable. Hay muchas de ellas que hoy nos serían insoportables de ver, otras podríamos verlas sin mayor inconveniente, pero estan las que siguen siendo buenas. 
Por lo general se suele bastardear bastante seguido al cine de películas infantiles, porque se considera casi un género menor en sí mismo. O se dice que los efectos quedaron viejos, o que la trama es demasiado simplona. En algunos casos es así, pero en otros, no, y se suele condenar a películas que siguen resultando divertidas como (casi) el primer día. Algunas películas como Viajeros (1985) puede que resulte ridícula, otra como La historia sin fin (1984) puedo entender que haya gente que piense que la peli envejeció mal (a mí me sigue gustando aunque no como cuando era chico) y otras, como de la que hablaré a continuación, se mantiene firme junto al pueblo. 
Uno de estos casos podría ser el Stand by me (1986), pero está fuera de discusión porque más que una película infantil se trata de un drama con preadolescentes. Con sus momentos de humor y aventura, si claro, pero tiene otro tratamiento como el tema de la muerte del hermano de Gordie, el cadaver que van a buscar, el maltrato del padre a uno de los chicos, en fin. Se nota que la historia está basada en una obra, en este caso una nouvelle del maestro Stephen King. Pero no, de la peli que hablo, no tiene mayor pretención. Es un caso de vindicación de "peli pochoclera de verano" como ya había hecho hace unos años en este mismo blog respecto de White water summer (1988) con Kevin Bacon. 
De la peli que voy a hablar es The sandlot (1993) o mejor conocida como "Nuestra pandilla" o como la anunciaban en el ciclo de cine shampoo del canal 13 en los noventas... "Cuidado! Hércules vigila". Nombre por demás absurdo y autocomplaciente. Pero de todos modos era simpático, quizás el más argento de todos los títulos posibles. 
La peli en cuestión trata de Smalls (Me matas Smalls!), un pibe de quinto grado que llega a una nueva ciudad, con su madre y flamante padrastro con el que no tiene mucho feeling. Hasta la peli podría ser una más del montón, una trama muy similar a Intensamente. Claro que es bastante anterior a la de Disney pero en fin, ese ese tipo de pelis. Chico nuevo en nueva ciudad, trata de adaptarse o sobrevivir al nuevo entorno. Sólo que aquí todo se da en el verano, es una peli de temporada veraniega, de vacaciones en la ciudad, etc. El pibe es un nerdie, pero nerdi en serio, de esos que saben construir cosas, que son re matemáticos, que son cerebritos bah... Cero deportes! Entonces, en un momento, la madre lo ve al pibe ahí, jugando en la oscuridad de su cuarto y lo manda a que salga, a que viva su infancia como un pibe normal y que se deje de joder un cachito en la casa todo el tiempo. El pibe, que no es tan boluchi como parece, capta la indirecta y sale a patear por el barrio. Que conste que el lugar, que no recuerdo como se llama, podría bien ser un pueblo más o menos grande del interior de Argentina. Pienso en Merlo, San Luis, ya que con unas montañas de fondo, calles amplias y pocos autos, me hace acordar a los dos o tres veranos que pasé allá en los 90`s, con flamantes amiguitos merlinos. Ese asunto de adaptarse, o de que te acepten, cuesta... o si que cuesta. Pero al final, todos terminamos por encajar, porque al final, sos uno más para el juego. 
Volviendo a The sandlot, Smalls va a donde nosotros llamaríamos el potrero, allí los pibes en vez de jugar al fulbo jugan al beisbo, que allá al norte es (o era al menos) el deporte más popular. Como siempre, había un grupito de chicos de barrio, que se la pasaban jugando y soñando con ser estrellas de dicho deporte cuando fueran grandes. Niguno descollaba demasiado, aunque tenían espíritu, excepto uno de apellido Rodriguez. Este personaje de apellido y rostro latino es medio el langa, o mejor dicho, el fachero y buen jugador. Pero a diferencia de lo que sería una peli yanqui típica, este flaco no es ni agrandado ni un forro. Al contrario, es un pibe bastante macanudo que desde el principio intenta que Smalls pueda incorporarse al equipo. Mientras el resto piensa que el pibe nuevo es un "pata dura" por decirlo en nuestros términos, Rodriguez se arma de toda la paciencia y logra que al final Smalls pueda devolver la pelota como una persona normal. 
Abro paréntesis. Reconozco que esta peli, al margen de lo nostálgico que pueda tener para los de mi generación, a mi me toca de alguna manera un poco más. Primero, el protagonista es un flacucho y rubiecito, un poco torpe pero que trata de hacer amigos. Al principio se rinde fácil pero luego, cuando ve que alguien (Rodriguez) le pone un toque de onda, entonces intenta dar lo mejor de sí. Es buen amigo y un poco ingenuo. Se morfa los cuentos de pueblo que le cuentan para asustarlo, pero un poco también se deja asustar, para que todo sea más divertido. Me recuerda bastante a mis diez años. Bastante bastante. Con la diferencia sólo del nucleo familiar diferente y que yo era un queso en matemáticas. Mi nerdeada iba por ver dibujitos, jugar con juguetes y leer historietas. Thats all. Cierro paréntesis.   
Bueno, para no hacer tan largo el asunto. En la peli, al final se van haciendo amigotes, Smalls y el resto de la variopinta pandilla. Creo que el personaje de Hamilton, el gordito, se lleva los mejores aplausos. Es el clásico gordito medio bardero, patoterito, pero que al final muestra que tiene un gran corazón. Y luego también el pibito de anteojos es muy gracioso. Creo que la escena en la que van a la pileta municipal es una de las mejores de la película. Con toda la pantomima del anteojudo que se hace el que se ahogó para que la guardavidas le haga respiración boca a boca. Es simplemente de lo mejor. Por la picardía y lo bien resuelto de todo el asunto. 
Otra escena memorable, cuando los vienen a patotear otro grupo de chicos que vienen todos empilchados como jugadores re pro. Los clásicos chicos populares del colegio que se hacen toda la película con que son re deportistas. En fin, hay toda una escena donde enfrentados, el gordito y el de la banda rival, un pendejito soberbio, se bardean hasta que Hamilton le tira la granada final: jugás como una nena. El insulto máximo. Hoy podría catalogarse esto como un chiste medio machista, pero en fin, la peli transcurre a principios de los sesentas y el chiste funciona perfecto. Luego se va a jugar a la cancha de los otros, que no es un potrero sino una cancha con todas las de la ley. Obvio ganan los protagonistas y se van a festejar a la noche a los juegos del pueblo. Esto también me parece una postal muy fiel a la vida nocturna de esos lugares donde uno pasaba el verano (si tenía suerte). Los pibes se suben a un Zamba, que es ese plato que gira elevándose y bajando. No sin antes ponerse a mascar tabaco. La definición es genial, se marean al son del clásico "Tequila" de The champs, y terminan vomitando todo el lugar. 
Como cierre o acto final, viene el asunto del perro. Que al final recién nos enteramos que se llama Hércules. Todo empieza una tarde calurosa donde Rodriguez compra una bola y la rompe del batazo. Entonces Smalls, ingenuo, dice que él tiene una pelota en casa, porque se ve que apenas les alcanzaba para comprar una. Smalls agarra una de las pelotas del aparador del padrastro que estaba firmada por Babe Ruth (como si fuera una pelota firmada por Maradona). Pero no les dice eso, el pibe solo pone la pelota porque quiere agradarle a los pibes. Él mismo batea y manda la bocha adentro de la casa de al lado. Donde el de anteojitos ya había contado al principio de la peli "la leyenda del perro" que ahí vivía. Un perro gigante y devorador de niños, la clásica. Cuestión que Smalls dice que quiere recuperar la pelota, que debe hacerlo. Todos se rien y dicen nah, ya fue, hacemos otra cosa. Pero no, Smalls se planta y dice que la pelota es de su padrastro y que una señora la firmó. Por Babe Ruth. Cuestión que cuando se enteran por quien estaba firmada todos se vuelven locos por recuperarla pero se encuentran con que el perro la tiene secuestrada en su perrera y no piensa largarla. Luego lo bardean por traer a la "canchita" una pelota así y a Smalls le cae la ficha de que no sabe nada de Béisbol y que su padrastro (y con razón) lo va a matar. El resto se conduele con el pobre Smalls y tratan de mil maneras posibles rescatar la bocha, pero es imposible. El perro siempre les toma el tiempo. Hasta que...
Rodriguez tiene un sueño que funciona como una revelación. Se le aparece Babe Ruth y le dice que vaya y agarre la pelota. Le dice que todos tenemos una chance en la vida, que la mayoría no sabemos ver la oportunidad, etc, etc... todo muy yanqui esa parte. Pero está bien, argumentalmente viene al pelo. Rodriguez se calza la casaca de capitan y líder y hace lo que el resto no se animaba. Saltar la cerca y agarrar la pelota para salir rajando de ahí. Bueno, viene toda la cosa del duelo con el perro, la huída y persecución por todo el pueblo de Hérculos corriendo a Rodriguez. Clásico. 
Al final, vuelve y se cae la cerca arriba del perro. Lo ayudan a salir y bueno, el perro era buenote. Entran a la casa y el dueño no es otro que James Earl Jones, el gran negro de la voz de oro. Y le tipo era un copado total, les cuenta que había sido bateador, (mejor que Babe), pero quedó ciego de un pelotazo en la cabeza... Nunca escuché un caso así pero bue, todo puede ser. Al final les regala una pelota con las firmas de todo el equipo a cambio de que vayan a visitarlo de vez en cuando al pobre viejo hermitaño. Final feliz. Claro que el padrastro lo deja castigado, pero bueno, también queda agradecido por la bola que le consiguió. Empiezan a jugar y se empiezan a llevar mejor y blabla. La escena final es un clásico, muestra a cada uno de los chicos pasando la pelota y desapareciendo mientras Smalls (el narrador de la peli) cuenta que fué de la vida de cada uno de ellos. Al final el único que terminó siendo jugador profesional es, obvio, ni más ni menos que "Jet" Rodriguez. Y Smalls es locutor en la cancha... medio raro teniendo en cuenta que Smalls era un super nerd de la ingeniería, pero en fin. Quizás ser locutor lo hace más feliz. La cuestión es que parece una peli medio pavota (y lo es) pero tiene ese no sé que de las pelis de aquellos años, que de alguna manera se entrelazan con nuestra infancia y dejan un nudo lindo en nuestro corazón, para siempre.       

martes, 18 de febrero de 2025

Diario del viaje al sur (Tercera parte)



Lunes 10/2/2025


El lunes amanecí cagado de frío, como casi siempre. Fuí al baño y luego a cargar el celu, que todo el tiempo se queda sin batería. Después de matear con galletitas, me fuí a caminar por la Ruta 40 en busca de la Cascada del León. Evidentemente me perdí porque nunca la encontré. Al parecer agarré para otro lado... Me fuí a una parte de la playa del Futalaufquen  bien alejada y me puse a leer a Thoreau. Escribí esto:


Estoy sentado frente al lago Futalaufquen ¿Nombre Mapuche? Hace frío y el día se nubla y despeja de forma intermitente. Un enorme arco iris surca el cielo y pienso que la belleza que observa parece irreal, como si me costara encontrarle algún sentido. Un leve llovizna cubre mi curtido rostro por el sol.

El viento sopla de a momentos y luego se va, haciendo mutis por el foro. Estoy sentado en un tronco, leyendo Walden y ni el mismísimo Thoreau podría superar con su laguna la grandiosidad y magnificencia de la que soy testigo ahora, frente a este lago patagónico.

Estoy solo, nadie hay a kilómetros a la redonda. Es un moento de absoluta paz y silencio. Solo se oyen las chapuceras olas del frío lago sureño.  

 

Ya es de mediodía, sigue nublado y medio fresco. Tengo que esperar aún cuatro horas más para poder tomarme el bus rumbo nuevamente a los Maitenes again. Seguiré con Thoreau y Bodoc...

A eso de las seis menos cuarto me fuí a esperar a la ruta y luego de cuarenta minutos llegó finalmente el bondi. Arribé a los Maitenes a eso de las siete de la tarde y se acordaban de mí. Hace una semana estaba allí. Como no tenían bolsa de dormir para alquilarme, y dado que estaba anunciado una importante baja de temperatura para la noche, acepté una oferta difícil de rechazar (como si con el mismísimo Padrino hubiera hablado).

Una promo de dos noches para dormir en un domo (una especie de híbrido entre carpa y cabaña enorme de metal y goma, con puertita y llaves, más una mullida cama con colcha eléctrica). Una vez instalado ahí me fuí a bañar y luego a buscar leña. Esta vez no me costó encontrar abundante cantidad y de diverso tamaño. A la noche me hice un arroz y al final, dormí como un bebé, aunque el frío arreció igual por la madrugada.


Martes 11/2/2025


Hpy desperté y hacía mucho pero mucho frío. La temperatura bajó bastante. Espero que hayan podido detener esos incendios más al norte. Desayuné mate con chocolinas y me fuí a caminar. Hace una semana exacta estaba en el mismo lugar, sólo que ahora duermo en domo y dejé la carpa por el resto de mis vacaciones. La verdad que es muy sacrificado dormir en una carpa solo donde entran cuatro, sin buena bolsa de dormir o calor humano. Además, ahora hace más frío y hay muchas menos gente en el predio. No entiendo si todos ya volvieron a sus hogares o es que el frío los alejó, o el tema de los incendios... La cuestión es que muy poca gente vino pal` sur. Pienso que estan todos hacinados en Brasil por el tema del cambio favorable. Que les aproveche, yo ya fuí para esos pagos y es muy lindo, pero me quedo con la Patagonia. Estoy en el sur, poniendo el pecho a la bala y estoy contento por eso. 

El día fue de bien a mejor. Dormí siesta, salí a buscar leña y leí como loco, después me compré un heladito y luego matear, siempre matear. Me hice la reserva para un hostal en Esquel para la noche del miércoles, antes de volver a Buenos Aires el jueves a la mañana. Escribí esto:

El encanto de recoger leña

Redescubrí lo maravilloso de juntar leña en el bosque para poder hacerte el fuego. Puede ser para desayunar, almorzar, cenar o simplemente calentarse un cacho. 

Aquí, en las salvajes y paganas tierras lejanas del sur Patagónico, los hombres de ciudad reconectamos con un pasado primal, de superviencia diaria. Vivimos felices el día a día.

El placer de buscar ramas, ramitas y ramotas, secas y no tanto, hojas y yesca para tu propio fuego es un juego de niños al que gustoso me entrego. 


Me hice la cena temprano y luego salí a ver la luna llena. El cielo es, simplemente, algo fantástico, como de otro planeta (valga la redundancia). Es como mirar por una ventana al universo y hay que tener cojones para bancarse mirar al infinito. Una maravilla total e indescriptible porder mirar el universo en su máxima expresión. En la ciudad nos tenemos que conformar con ver un par de estrellas perdidas entre tanta luminosidad artificial. 

Día calmo, me crucé en la noche con una liebre que ya había visto corretenado de día. Todo muy hermoso, libre y natural. 


Miércoles 12/2/2025


Me desperté temprano, como todos los días, quizás me estoy volviendo finalmente viejo. Pero en general es por el frío que, aunque esté en cama y tapado, no deja de azotarme la cara. El frío te cala los huesos y arranca a eso de las 4 am y hasta las 9 no ceja en su empeño. En verano, en invierno ni me imagino como será. 

Limpié todo el domo y entregué la llave. El tipo, porfiado, fué a verificar que todo el domo esté en orden. Le dejé mis petates en la proveeduría y me fuí nuevamente a hacer tiempo. Eran las 10 de la mañana y otra vez tenía que esperar al colectivo del Parque de Los Alerces y sus horarios a tras mano. Hasta al menos las seis de la tarde tenía que hacer algo. Por eso decidí volver a hacer el sendero que lleva a Puerto Limonao. Luego de que me zampara un sanguche de jamón crudo y queso y que me acosaran los bichos más insoportables del sur, hablo de las avispas chaqueta amarilla, arranqué la ardua caminata. 

Sinceramente, para esta altura del viaje ya no me quedaba nafta. Llegué hiper muerto y cansado al susodicho puerto. Allí me fuí a caminar por los alrededores, conocí el Hotel Futalaufquen y luego volví a la playita donde había un puesto de comidas rápidas. Me compré una porción de papafritas y una cerveza. Luego me fuí a la playita a leer y me quedé frito. 

Al despertar volví a mis lecturas y terminé de leer la novela Los días del venado de la Bodoc. Excelente libro, ideal para leer por esos parajes, bien escrito y atrapante. Le puse 9 Carminskis. A la vuelta, salí con tiempo para hacer el sendero despacio, sin matarme, pero de todos modos me costó. Sobre todo las últimas subidas. En el camping hice un poquito más de tiempo. El día estaba soleado y hermoso. Luego me fuí a buscar mis petates, me despedí de los Maitenes y fuí caminando tranquilo por la ruta hasta la parada del bus esquelino. 

Cuando llegué a Esquel me tomé un taxi para que me llevara hasta el hotel que por allí había reservado. Una vez frente a lo que parecía una gran casona, me cansé de tocar el timbre y nada. Parecía un lugar abandonado. Tuve un toque de miedo y paranoia, bien típico de porteño culeau. Le escribí al sujeto que me había whatsapeado y me dió indicaciones para entrar en el domicilio. Una clave para abrir una cajita donde se guardaba una llave. Una vez dentro mis temores se evaporaron de inmediato. El lugar estaba muy bien, y mi cuarto me esparaba escaleras arriba. Tenía una cocina enorme compartida y el baño estaba bárbaro. Como estaba cansado de bañarme en los campings lo primero que hice fue darme una buena ducha. En eso llegaron algunos huéspedes. Una parejita de jovencitos franceses que no parecían dominar mucho nuestro idioma. Al principio me parecieron fríos y antipáticos. Mientras me bañaba silvé a todo volumen la canción de apertura de Cocomiel. Solo para joder un cachito. En eso llegó el hombre encargado del lugar y hermano del que me llamó por teléfono. Resultó ser un macanudo total y me recomendó ir a cenar a un lugar de Esquel donde se come bárbaro, me dijo. Le hice caso, aunque ya me quedaba muy poca plata. El lugar era medio coqueto pero me pedí unas pastas, sorrentinos a los hongos con salsa patagónica. Estuvo delicioso... Luego me volví vivoreando, me fumé un puccini y luego, justo que pensaba... en vos nena... caí muerto. 


Jueves 13/2/2025


Desperté a las 8 am y me fuí a desayunar a la cocina. Abrí el frasco de mermelada de sauco que había comprado en los Maitenes y me zampé aquello en unas galletitas más un té negro. Una delicia la merme... En eso apareció la chica francesa y le saqué conversación. Al final resultó muy simpática y hablaba bastante bien el español. Era una flaca alta y morena, muy bella y copada. 

Luego hizo acto de presencia su novio, y hablaban entre ellos. La chica me miraba de soslayo, como si le llamara la atención. Les convidé de mi mermelada y sus ojos se pusieron de colores. Luego se fueron a hacer dedo en la ruta. Yo me fuí a preparar mis cosas mientras puse en youtube el unplugged del flaco. Había otra pareja de franceses pero estos si no eran macanudos, cerrados en su mundo no daban bola a nadie y hablaban un francés en su cuarto con la puerta abierta. 

Una vez que a las 11 me pasó a buscar el taxi, me encaminé al aeropuerto de Esquel que está en las afueras. Allí los vi parados a la primera parejita de franceses que tenían la pretención de llegar al norte del país a dedo, y de ahí a Chile, Perú y luego Colombia. Ojalá les vaya bien. En el aeropuerto casi no me dejan despachar mi mochilota, pero al final me dijeron que por "cortesía" me dejaban pasar. El viaje en avión se me hizo denso y aburrido, aunque solo fueron dos horas. 

De nuevo en Buenos Aires sentí el choque con el calor y la locura citadina. Para colmo, por poco no me alcanzaba para volver en taxi y me tuve que volver en el 160 que se fue llenando cada vez más. Cuando me tenía que bajar, no me podía mover y yo con mis petates de viajero. Una señora me codeaba y la reté, me dijo que la apoyaba. Nos bardeamos un rato hasta que me pude bajar. El resto de las personas ni se inmutaban, acostumbrados a las peleas entre pasajeros en bondis llenos y días de calor. Por adentro odié haber vuelto. Welcome to the jungle, pensé...

FIN

domingo, 16 de febrero de 2025

Diario del viaje al sur (Segunda parte)


Viernes 7/2/2025

Hoy Ernestina se fué a seguir su camino. Pasó a despedirse y me pasó su Insta, besos y adiós! (Es increíble lo parecida que es a Clara Clayton) God damn it!

Por mi parte me fuí a hacer el sendero que lleva al Mirador del Lago Verde. Estuvo bastante bien, aunque en un momento me perdí y tuve que volver sobre mis pasos, a lo cual se me hizo más largo el tramo y me cansé de tanta subida. Una vez allí, me puse a cantar a grito pelado. Cosas que uno hace cuando se encuentra solo en la naturaleza. (Pobre naturaleza). Al toque apareció un tipo con dos chicas que entiendo eran sus hijas. Esa fué mi señal para emprender el regreso y les dejé el mirador para ellos solos. Bye.

Cuando llegué a la entrada del camping en la ruta, decidí contar los pasos que hay (en bajada) hasta la entrada real del camping porque al día siguiente me tocaba irme y tendría que hacer todo eso pero en subida y cargado con mochilas y petates. Conté casi exactos 700 pasos, aunque por ahí habría un poquito más. 

Almorcé queso parmesano con galletitas, así vienen de frugales la mayoría de mis almuerzos. Me conecté un rato con internet (3 mil pesos media hora) para decirle a mi familia en Buenos Aires que sigo vivo. El miedo por los incendios hizo que varios se preocuparan por mi existencia, o de que no sea yo quien ande prendiendo fuego la Patagonia. Todo en orden, les dije que estaba bastante lejos de los focos de fuego causados por los imbéciles mercenarios de siempre. 

Luego me fuí a leer mi querido Walden y fumar un poco de tomaco armado, como buen escritor...

En la playita pedregosa de Lago verde me encontré con el muchacho que estaba con su chica cuando esperábamos el Esquel Bus, pocos días atrás. Se llamaba Matías, charlamos dos palabras y me invitó a continuar la conversación allí donde estaba con Triana su novia. Eran de mi edad y pegamos muy buena onda, al punto de que nos quedamos charlando toda la tarde, con momentos de fumar y leer intercalados. Lo mejor de todo es que Matías se fué a meter al agua y Triana dijo que si él se metía ella tenía que (por principio) meterse también. Los vi a ambos entrar al agua y resistir bastante bien los embates del agua fría y el viento que no inspira a meterse. Volvieron y sin que me digan nada, tomé coraje para hacer lo mismo, porque simplemente me inspiraron y me sentí cómodo con ellos. Si no me metía ahora no me metía más. Tomé coraje y fuí entrando de a poco, pero no me animaba. En eso escucho las arengas de otras dos parejas que estaban ahí tomando sol. Uno de los flacos me dijo "no lo pienses tanto rey, tiráte nomás, si no, no te metes". No sé por qué están todos con eso de decirte Rey, yo sé que soy un Rey pero no viene al caso... En fin, mis amigos de viaje, Mati y Tri, también me animaron con Santiii Santiiiii... y bue, no pude decepcionar a mi público, no pensé más y me zambullí por primera vez en un lago patagónico, después de 25 años de haber venido por primera vez con los Scouts. Ahora sí, ya estaba hecho. Fué menos terrible de lo que pensé. Claro que estuve pocos minutos y casi pierdo los anteojos (que debí sacarme y me olvidé) y las ojotas. Pero todo salió bárbaro y fué una hermosa experiencia. Inolvidable. 

A la noche cené con Mati y Tri y una pareja de ventiañeros. Una chica que se autopercibía como él, muy simpática, y su novio, un flaco callado pero divino. Hicimos patis y yo compré una pata de pollo para hacerme a la parrilla, además tiramos unas papas a las brasas. Hablamos de todo y la pasamos en verdad muy bien. Por momentos cayeron algunas gotas pero eso no nos aguó la noche. A los pibis ya no los volví a ver pero el chico Gonzalo (que estudió Física) nos habló de la Turbulencia de Plasma y de inmediato pensé en escribir algo respecto a eso. Buenas noches. 


Sábado 8/2/2025

Me levanté temprano (again). Fuí a hacer mis cosas al baño y desayunar. Me propuse levantar campamento pero mientras intentaba doblar el cubretecho, un dolor en el dedo gordo del pié derecho me puso de tan malas que no pude seguir. 

Fuí a donde estaban mis amigos campistas y justo los agarré saliendo de la carpa. Me sentí un pesado pero necesitaba ayuda. Les conté lo del pié y vimos que tenía una astilla. Triana me prestó una pincita para sacarmela pero no pude. Ella se ofreció a sacármela pero me daba mucha cosa por el dolor y todo eso. Mati se fué al baño y me recomendó que dejara que ella me la sacara. Al parecer, cuando me metí en el Lago me la había clavado pero la había ignorado hasta que ya no pude más. Escarbé todo lo que pude pero estaba muy metida la guacha, ya me salía sangre y no podía más. Me entregué a las manos de Triana que tuvo que tenerme una paciencia increíble por mis gimoteos y gritos. Al final, luego de un buen rato pudo pesacar esa mini espina y extraerla de mi pié. En el momento se me fué el dolor. Nos quedamos charlando un buen rato, mateando y fumando. Ellos me dijeron que se iban a Puerto Chucao pero yo ya no estaba para esa odisea que había hecho con Ernestina. Los acompañé hasta el inicio del sendero y nos despedimos, no sin antes pasarnos los teléfonos. Buena gente. 

Me quedé en el camping haciendo tiempo hasta las cinco que pasaba el bus que me llevaría a Bahía Rosales. Un lugar que mi tía me había recomendado y dije bueno, que diablos. Pero como era volver al sur, los horarios comenzaban a la tardecita para esos lares. Levanté campamento, les dejé mis petates a los muchachos del camping que fueron muy atentos y copados. Les devolví las bolsa de dormir (para mi pesar), usé un rato internet, comí algo y me fuí a leer. La tarde estaba calurosa y se me hizo un poco larga la espera hasta la hora de partir. Cuando llegó el momento me fuí subiendo esos 700 pasos contados el día anterior, y haciendo tres o cuatro paradas, llegué bien y con tiempo hasta la parte de la ruta donde para el colectivo. Al toque vino y arriba otra vez. 

Una vez en Rosales fuí al camping que era inmenso, bastante abierto y poco pobaldo. El lugar está bien, me dije. Me ofrecieron un lugar alejado y bien agreste. En esa parte estaba bastante guarecido del viento, del sol y del resto de la gente. Aunque al rato vino un flaco en auto y se puso en la parcela de al lado. Me pareció un muchacho extraño, armó todo y no lo ví cenar. Al toque se mitió en su carpa antes que oscureciera y a dormir. Pensé que podía ser alguna especie de loco asesino que me podría atacar en mitad de la noche. A la mañana se fué bien temprano, mi paranoia está a la altura de casi todos los porteños/as que conozco. Como decía, esa parte donde estaba era bien agreste, como al pie de un bosque frondoso, de esos que nunca da el sol y que parecía salido de la película Proyecto Blair witch.

Me fuí a bañar y preparar todo para la cena. Salí a buscar leña pero sólo encontré maderitas muy chiquitas. Me quería hacer unos fideos pero el fuego se consumió muy pronto y tuve que hacerme un caldo de pollo que se habían dejado en el camping anterior. Casi me quedo sin cena así que tuve que pensar en como resolver ese asunto para el día siguiente. 

A la noche tuve frío, pesadillas y dolor de espalda. De a poco la vida de campista me pasaba factura a mis 41 años...


Domingo 9/2/2025

Me levanté antes de las siete de la matina, Eso en sí no es problema, pero duermo mal, poco y mal, y estoy un poco cansado ya de eso. Necesito volver a casa pero debo esperar al jueves para tomar mi avión. Mientras sigo haciendo vida de noble campista. 

Hoy me lavé la ropa, mis cacharros y desayuné mate con pepas, que lujo! Espero hacer algo piola hoy...

Almorcé fiambre con queso y dormí una buena siesta para recuperar sueño y porque hacía mucho calor. Luego a la playita de Rosales. Allí estaban dos chicas que se manejan en un auto blanco y que ya me había cruzado en Lago Verde. Más allá de algún saludo casual y esporádico estas ni bola dan.

Me puse a leer Los días del venado de Liliana Bodoc que es el primer libro de su trilogía de la Saga de los Confines. Me parece un librazo, una sabia y bien escrita historia fantástica, mezcla de Tolkien y la Conquista de América. Tiene eso de transcurrir en una especie de América poblada por diferentes culturas que podríamos llamar precolombinas, pero en un mundo plagado de magia y epicidad. La verdad es que me parece una grosa Bodoc (que Dios la tenga en la gloria). En verdad me siento tentado de conseguir los dos libros que le siguen, Los días de la sombra y Los días del fuego. En fin, ya veré. 

A partir de las cinco de la tarde el viento comenzó a soplar fuerte. Cuando terminé de leer los capítulos que me había propuesto leer ese día (porque me organizo las lecturas por capítulos diarios para que ningún libro, en lo posible, se me haga eterno y me termine pudriendo), me fuí a pensar en la cena. 

Compré leña porque no tuve opción. En el camping no se conseguía buena madera, apenas algunos palillos finitos y si no hacía un buen fuego que perdure, me quedaba sin cena. Comencé de a poco con el fuego, haciendo mi viejo truco Scout de hacer una especie de pira donde el papel va dentro, y por encima ramas finitas, hojas secas y yesca. Una vez que consigo prender el fuego con aquello comienza el ataque de ramas cada vez mayores. Otros tienen sus métodos de fogata, o ninguno, pero ese es el mío y no lo cambio por nada. Acompañé la velada fogateril con los primeros discos de Neil Young y luego de aquella panzada con el canadiense pasé al porteño Spinetta y su tremendo Kamikaze. (Dos de mis héroes inamovibles desde hace más de veinte años). 

Hice un buen fuego y en ese momento me cagué de calor porque comencé temprano, temeroso de que lloviera (como habían pronosticado) y bajara de golpe la temperatura. A las nueve y monedas ya estaba cenando mis tallarines Don Vicente que me encontré en el camping anterior. Todavía era de día asi que todo terminó antes de tiempo. Allí no oscurece hasta pasadas las 10 pm. 10 en punto todavía queda un resquicio de luz, 10 y cuarto ya ves las estrellas. Entonces a eso de las 22 me metí en la carpa y a dormir. 

Poco rato después, en un estado de REM suave, escuché que se largó con tutti. 

A la madrugada me volví a cagar de frío, aunque al menos el Brian (no May) del camping me prestó un aislante, como para zafar algo. 

(Continuará)

 

sábado, 15 de febrero de 2025

Diario de viaje al sur (Primera parte)



Domingo 2/2/2025

Volví al sur después de ¿cuanto? ¿seis años? Si, así parece... Sería la séptima vez que voy para esos lares. Sólo, la tercera vez. No importa. Necesitaba viajar, cambiar de aire, desconectar...

Vivir y respirar en la naturaleza. Espero que este viaje me ayude a reconectar con mi ser y pueda aclararme cosas que aquí no puedo ver y vuelva renovado. De mí sólo depende...

Está bueno desaparecer un rato. 

Me tomé el micro Vía Bariloche que salió a las 12 30 y el viaje se hace largo, cruzando las extensas llanuras pampeanas. Me entretengo tomando mate, escuchando música y leyendo Walden. 

A la noche, tipo 9, llegamos a Santa Rosa de La Pampa y como no podía ser de otra forma, una tormenta amenaza aguarnos el viaje. Sin embargo el micro encara para un lugar por donde la tormenta jamás pasará...


Lunes 3/2/2025

Amanecí en el micro, aún viajando. Para en todos los pueblos y ciudades del camino. No sabía pero me tomé el famoso bus "lechero". El viaje se hace extenso por demás y hacemos una parada en algún lugar perdido de Neuquén. Aprovecho para intentar cargar un poco el celu que lo tengo muerto. Pero no alcanza. Llegamos a Bariloche a eso de las doce del mediodía y lo primero que pienso cuando bajo es en seguir cargando el celu. Compro un cable USB porque veo que todos cargan con eso en el micro. Luego salgoa fumarme un puchardo y me pongo a hablarle a una chica que espera su micro para volver a su casa. La flaca es de Pehuajó, provincia de Buenos Aires. Hablamos amablemente un rato pero nuestros viajes están cruzados. Me olvido de preguntarle como se llama. Siento frío porque venía aclimatado con el calor de Buenos Aires. En la Patagonia corren otros aires, siempre. A eso de las 14 se aproxima mi bus y me despido de la chica de los cabellos rojos. Adiós para siempre. Despacho mis petates y subo a otro Via Bariloche. Sigo cargando mi celu y continúo mi periplo que me llevará hasta Esquel. En el trayecto paso por El Bolsón y me encuentro con una ciudad fantasma cubierta de humo. Los incendios continúan por la Comarca Andina y pienso que no hay ningún Smaug haciendo estragos. A lo sumo Orcos haciendo de las suyas como siempre, trabajando para el Señor Oscuro. Para cuando noto que estamos llegando a Esquel, ciudad que nunca había visitado noto que ya son pasadas las siete, que llovizna y sale el sol y que un frío me atormenta mi cuerpo desacostumbrado. Una vez allí averiguo para el pasaje de vuelta y está todo muy caro. Pienso en la alternativa de volverme en un avión porque la verdad el viaje en micro me hace sentir como un viajero del siglo 19 en carreta. Los viajes de más de un día son agotadores. Busco un taxo y me subo con un flaco jovencito que se llama Alé. Le digo que quiero ir al Parque Nacional de Los Alerces. Le pregunto la tarifa hasta Lago Verde que es el único lugar que conozco y me da un precio exorbitante. Al parecer estña en el medio del Parque de vastas dimensiones y pienso que no organicé lo sfuciente el viaje. Una mezcla de improvisación y organización medio pelo. Me lleva hasta el primer camping de Los Alerces, Los Maitenes. Una vez allí me doy cuenta que hace demasiado frío para mi gusto. Una vez instalado en mi parcela, ya son las nueve de la noche, me voy a cenar a un restaurancito y me pido unos ñoquis con una copa de vino. Me voy a descansar a la carpa y paso una noche terrible con un frío que apenas me deja dormir. Me puteo por haber traído la bolsa de dormir chiquita, la vieja, la que era de mis viejos. No abriga nada y temo por lo que me espera. 


Martes 4/2/2025

Amanecí junto al lago Futalaufquen o como se escriba. Esa noche me re cagué de frío mal y quedó en evidencia que no traje suficiente abrigo. 

No sé como haré las noches siguientes y temo enfermarme. Las madrugadas son el peor momento. Pero el Sol sale temprano y el frío me expulsa de la carpa. Busco agua caliente para el mate y luego decido salir a caminar por el camping. 

(En el baño, mientras me lavaba los dientes, interactué con un chabón llamado Jonathan. Nos hicimos un poco amigotes y me propuso salir a buscar leña. Lo que no contaba es que tuviera una camioneta de doble tracción del joraca. Salimos del camping y fuimos por los caminos de los alrededores encontrando gran cantidad de leña que a la postre me la regaló casi toda. Me contó que estaba con su familia, que era de Lomas de Zamora pero que hacía varios años se había ido a vivir a la costa patagónica. Allí pasó de ser un albañil del montón a supervisor en una mina para una empresa yanqui. Y sí, le iba bien al hombre, pero parecía sentir cierto sentimiento de culpa de clase. De todos modos, un hombre simple y un copado total. Después de esa mañana ya no lo volví a ver, levantó campamento y para el mediodía ya no estaban). 

Descubro la playa del lago y me parapeto en una especie de cabaña del playero que por suerte no llega hasta las 14. Saco fotos y sigo leyendo Walden de Thoreau. 

A media mañana el sol ya pega más y ya calienta lindo. Sol: El poncho de los pobres, dicen...

Luego me fuí caminando por la playa hasta donde empieza la montaña y encontré, de casualidad, un sendero señalizado que lleva a un lugar llamado Puerto Limonao. 

Una vez allí encuentro una playa divina, de piedras, donde me pongo a leer y fumar tranquilo. De a poco va llegando más gente, pero siempre poca. El Sur parece vacío, y evidentemente esta temporada no se trató del destino elegido ppor la mayoría de los Argentinos. Mejor, bastante tengo que lidiar con ellos durante el resto del año en la ciudad más detonada del país. 

Unas chicas, una de ellas con su hija, tiran piedritas al lago al lado mío. Son muy bellas y quedo obnubilado por la que es mamá. Se meten al lago y rápidamente vuelven a salir. Yo me fuí con pantalones largos así que ese día no será posible el chapuzón. Después me tiro un rato al sol, cual lagarto juancho... Al rato emprendo el regreso al camping. Llego justo para cuando abren las duchas y me baño (después de dos días) antes que nadie. 

Ahora me apresto a prender el fuego y hacerme unas salchichas. Mañana, Lago verde!!!


Miércoles 5/2/2025

Amaneció lluvioso el día, y frío otra vez. Levanté campamento temprano porque el Bus Esquel que atraviesa todo el parque tiene un horario y ruta programada. Odié tener que guardar la carpa toda húmeda, pero sabía que en breve volvería a armarla. A las 10 pasaba el micro a unos quinientos metros del camping. Desayuné rápido y me fuí hacia allí, caminando por la ruta bajo una fina y molesta llovizna. 

Cuando llegué a un kiosco atendido por un viejo paisano, encontré una parejita que tenía ánimos de charlar y pegamos onda. Ellos se bajaban antes, yo tenía al menos una hora de viaje hasta Lago Verde. Me dijeron que después irían para allá así que luego nos volveríamos a ver. 

En el trayecto me puse Tales from topographic oceans de Yes y debo decir que acompañó muy bien una buena parte del trayecto. Luego me quedé sin señal y chau, me tuve que conformar con los sonidos del micro, cruzando caminos de tierra entre lagos y montañas de ensueño. 

Cuando llegué al camping agreste armé todo rapidito y salí a recorrerlo. El día estaba feo, con lluvias intermitentes y fresco y batata. Se trataba del mismo camping que habíamos ido en 2016 con mi ex. En aquella ocasión me había intoxicado y pasé los dos días que estuvimos allí con fiebre metido en la carpa, luego de una noche de vómitos al mejor estilo El Exorcista. 

Nueve años después de aquella fatídica visita volví y el camping estaba igual, quizás más extenso, la yerba más crecida y un poco más abandonado, pero era el mismo. A la noche me alquilé una bolsa de dormir posta y me compré un vino. Una chica, que también estaba sola, me hizo un comentario al respecto en la proveeduría. La invité a tomar pero no se animó. Esa noche dormí como un rey. 


Jueves 6/2/2025

En la mañana (estaba soleado) me fuí a la playa del lago Verde y me puse a leer. Allí apareció la chica de la noche anterior y se puso a hacer unos ejercicios que parecían Yoga. Luego de un buen rato que estuvo en esa me acerqué a hablarle y me dijo que se llamaba Ernestina y que era de Venado Tuerto, aunque vivía en Calamuchita, Córdoba. 

Hablamos un buen rato y se ofreció a ayudarme a buscar donde estaba pinchado mi colchón inflable. Luego de buscar en vano la pinchadura, le dije sino quería ir a Puerto Chucao, el lugar para visitar en esos parajes como antes el Limonao. Ella me dijo que ya había ido el día anterior, cuando yo me había quedado todo el día yirando por el camping, pensando que no había nadie. En fín, pude convencerla que volver a ir ofreciendole hacer la cena. 

Luego de cambiarnos e ir por agua la pasé a buscar por su carpa y emprendimos la caminata por el sendero que llevaba al Chucao. Aquella fue la mejor caminata que hice, por el paisaje y por la compañía. Como decía el bueno de McCandles, la felicidad no es tal si no es compartida. Alto precio pagó aquel muchacho para entender eso. 

Una vez en el Lago Menendez vimos a lo lejos la montaña nevada y mateamos y comimos semillas y frutos del bosque. Luego ella se fue a meter al agua pero yo no me animé. Esta vez tenía maya pero no tenía el ímpetu para meterme a esas aguas tan frías para mi gusto. Me quedó la deuda pendiente. Ese día estuvimos juntos todo el tiempo. Al regreso me mostró por el camino toda su sabiduría respecto a plantas y árboles y quedé maravillado por sus conocimientos. 

Cuando regresamos nos fuimos a bañar y luego fui a buscar algo de leña. Cuando regresé ella me esperaba parada frente a mi carpa. Hicimos unos patis con pan, tomate y mayonesa y compramos unas latitas de cerveza. Luego nos quedamos charlando de historias personales hasta bien entrada la media noche. Luego cada uno se fue a dormir y hasta mañana. Fue un gran día!

(Continuará) 

sábado, 1 de febrero de 2025

Rover y el final del camino

 


Para cuando volvimos al grupo a principios de marzo, mis días (junto con los de Rodrigo) como guía Raider estaban contados. Nos enteramos que habían cambiado posiciones nuevamente entre los dirigentes y Bernie había vuelto a ser Jefe de Grupo. A los Raiders llegaron Emilio y Vanina, una chica que hacía poco estaba pero era la mujer de Ariel y ya estaba dando órdenes. A Rodrigo y a mí nos bajaron de rango, nos pusieron como subguías y estos los pusierond e guías, con la excusa de que tenían que practicar porque nosotros ya estábamos grandes y en breve pasaríamos a la última rama: Los Rover. 

En verdad, yo creo que Emilio no nos soportaba mucho y nos tenían mal vistos. Las primeras semanas que estuve yendo al grupo en condición de súbdito de Gabo, mi viejo subguía, la verdad volvieron las ganas fuertes de irme, de mandar todo aquello al diablo. Pero me serené, acepté el deshonor con cierto estoicismo (no era la primera vez que me desonraban allí), y aguanté porque quería conocer un poco al menos la experiencia Rover. Creo que Rodrigo habrá pensado algo similar porque tampoco dimitió cuando le pusieron a su querido Pablo como Guía. Ninguno de nosotros sentía ya muchas ganas ni respeto por los Raiders que quedaban. Cumplíamos las órdenes a desgano y a mi ya me empezaba a hartar definitivamente las formaciones y las ceremonnias de bandera. Pero habría un punto cúlmine que determinaría mi salida del grupo: las chicas. Pero no nos adelantemos. 

En algún momento de aquel lejano año 2000 hicimos el pase a los Rover. Allí nos esperaban pocos compañeros, pocos cofrades y definitivamente nos tocaba compartir en un grupo misxto con las chicas, que también eran pocas. Los Rover tienen como lema Servir, y son los peregrinos del grupo, la última rama Scout y luego chau... cuando llegas al final del camino, haces la partida que hizo Leo en el sur, yéndose a una montaña. Después de eso podés seguir como dirigente con los chicos o quizás ocupar algún cargo más administrativo, pero no hay mucho más. Cuando me pasaron a los Rover tendría 16 años, al poco tiempo, en agosto cumpliría mis diecisiete. En verdad ya me sentía demasiado grande para todo aquello. Mis dirigentes eran Alberto, el papá del ya mencionado Leo y Lorena, una muchacha de veintipocos. Una de las primeras víctimas de mi creciente despertar sexual porque sí, ese año se me despertaba definitivamente el indio, se entiende... Y poco a poco, a medida que entrábamos en confianza le iría tirando indirectas a la pobre Lorena que se indignaba ante el atrevimiento de este adolescente irrespetuoso. Cuando no se ponía colorada de verguenza. Creo que tuve unos fuertes ratoneos con Lorena, pero nunca traspasé el límite. Todo quedó en un sutil cachondeo, indirectas y bromas más o menos incómodas. 

Una de las primeras cosas que nos hicieron hacer fue ir a hacer servicios a lugares y uno de ellos fué el geriátrico municipal, cito en el cruce de las calles Caseros y Amancio Alcorta, frente a Parque España. El lugar era una ruina, el estado calamitoso de las instalaciones nos hablaban de por lo menos una década de abandono estatal. Los pobres viejos estaban literal en las últimas y daba pena verlos así. Tratamos de jugar con ellos o de hablar, darles de comer y esas cosas, pero poco pudo hacerse. Los viejos estaban en otro planeta. Nos enteramos que la Raulito, famosa barrabrava de Boca, ocupaba un cuarto de las instalaciones, pero nunca la llegué a ver. La experiencia me dejó un recuerdo agrio, o más bien semiamargo, por el deterioro general pero porque al menos sentí que algo hicimos, o tratamos. También iríamos a servir sopa y agua a diferentes colegios como el Marianista en Caballito, o en la iglesia de San Cayetano, en el día del santo patrono del trabajo. Fueron experiencias importantes que tenía muy guardadas en la memoria, pero creo que de todos los ocho años que estuve en el grupo, lo más relevante lo hicimos en ese último tramo del trayecto. O sea, creo que fué lo más útil a nivel social, fuera de los juegos, aventuras y cosas que hacíamos en las otras ramas.  

Para junio el grupo cumplió quince años, ya que había abierto en 1985, cuando yo era todavía un bebote con pañal. Fuímos a un campamento a Ezeiza y nos regalaron un señalador de cuerina como recordatorio. También hicimos alguna que otra excursión a la Reserva ecológica que tan cerca nos quedaba y siempre venía bien como para conectar con la naturaleza cuando la ciudad te engulle en su jungla de asfalto rutinaria y alienante. Para cuando llegó la primavera fuímos de camping a Inchausti, también en provincia de Buenos Aires. Recuerdo que hubo algún tipo de trifulca con alguien, y yo creo que me zarpé con Alberto, el dirigente esposo de Akela. Pero sinceramente no recuerdo que fué lo que dije o pasó. Solo que Lorena estaba muy enojada conmigo por haber sido tan maleducado. Ese sería mi último campamento con los Scouts de Nuestra Señora de los Emigrantes de La Boca. Sin saberlo, también sería el último campamento de fin de semana de ese grupo Scout como tal. Pero antes, las chicas...

Si, las chicas, porque como bien había dicho antes, en ese año 2000 se me había despertado el indio (o la sexualidad) de una manera mucho más definitiva que antes. En el grupo no había mucho para mí, mis compañeras scouts como Esther y la China, eran chicas muy piolas, pero no eran de mi tipo ni mucho menos. Lorena era una dirigente y era obvio que no me iba a dar bola, tampoco hubiera sabido que hacer con una chica más grande a esa edad, bah pienso... que se yó. En fin, la cuestión es que yo solía ir los viernes a la tarde a Catalinas para verme con Facu, Nacho, Juancito y los chicos del barrio. En una de esas salidas, nos cruzámos con unas chicas quizás un par de años menores a nosotros. Claro, ahora dos años no es nada, pero a esa edad es un montón. Había una chica de estas muy bella que me miraba con desproporcionado entusiasmo. Yo flasheé un toque con ella pero para mi no jugaba por el hecho de ser más chica, o al menos eso creía. Facundo me vino con el cuento de que aquella chica llamada no sé... Iris... no recuerdo, estaba locamente perdida por mí. Eso me confundió un poco y me puso nervioso. Además, parece que me había visto formando con los Scouts un sábado así que me decía El Scout. A mí todo ese rollo me ponía más tenso porque amén de que era más chica era muy bella y me ponía muy nervioso cuando una chica linda me daba bola. Simplemente me bloqueada y no sabía como seguir con todo el asunto. Pero bueno, en fin... la cosa es que todo quedó ahí, como era obvio que pasaría. Sin embargo, al poco tiempo pasó otro hecho fortuito que me alejaría del grupo y es cuando conocí a Melina. Uno de los sábados en que había una fiesta o kermese o vaya a saber que cosa en el grupo, yo andaba por ahí, dando vueltas cuando veo que llega Facundo acompañado de dos chicas. Una que era su enamorada y la otra, una chica de ojos grandes y amplia sonrisa. Al principio no les presté mucha atención, pero en un momento en que estaban también Nico y Pato de visita por allí, este último pondera el trasero de la susodicha. Ahí le presté más atención y me di cuenta que si, amén de aquello, era una chica atractiva. Con el correr de la noche me fuí acercando más y conociendonos. Como se decía entonces (y calculo que ahora también) pegamos onda charlando de vaya uno a saber que. La piba me gustaba y cuando se fueron me quedé con ganas de más de todo eso. De hablar más con ella, con una chica, conocer al sexo opuesto que me parecía tan lejano e inaccesible en su misma existencia. Estaba como el Doc Brown, pensando en conocer el otro gran misterio de la humanidad. Entonces, no lo pensé mucho, todo se dió de forma natural y de a poco dejé de ir a los Scouts para dedicar mis tardes sabatinas a salir con amigos, yirar por los barrios aledaños, y de ser posible, conocer chicas. Al fin y al cabo era un ser humano de carne y hueso y la vida me llevaba a recorrer otros caminos, otros senderos. Para fnales del 2000 ya no estaba yendo y creo que formalmente ya había dejado de ir a los Scouts. Cuando mis padres se dieron cuenta que mis sábados cambiaron de programación me hicieron la pregunta obvia: No vas más a los Scouts? Y mi respuesta adolescente dejó todo claro: Nah, me cansé ya. Claro, no hubo ningún aviso en épocas que nadie tenía celular, yo sólo dejé de aparecer. Ya lo había hecho dos años antes pero por las razones equivocadas, o por ninguna. Ahora sentía que tenía que dejar de ir a los Scouts porque para mí era un ciclo cumplido, un círculo que se cerraba, etc. Había empezado de muy pibito, allá por el lejano año 1993 y ahora... con otro presidente (otro fiasco), otra década, yo sentía que mis exploraciones tenían que ir por otro lugar... no tanto el bosque, pero sí más bien la sociedad. Todo lo que aprendí en esos ochos años de Scoutismo más o menos constante me lo llevo y guardo para mí. El aprendizaje en cuanto a campismo, camaradería, fe, supervivencia y sobre todo la conexión con la naturaleza que siempre mantendría como uno de los mayores tesoros obtenidos en esos años maravillosos.

Bonus track: 

Debo decir que todavía no estaba todo dicho con respecto a los Scouts y debo contar como terminó no sólo mi presencia allí, sino también el mismo grupo. Como ya dije para finales del 2000 había dejado el grupo y me desligué completamente de todo aquello. Además, hacía algunos meses habíamos armado con unos ex compas de la primaria una banda barrial y tocábamos a veces los sábados y otras los domingos en una sala de ensayo de por ahí. La cosa se fue poniendo cada vez más seria hasta que para cuando llegó el famoso verano del 2001, estábamos metidos hasta el cuello con el asunto. Ese verano no nos fuímos a ningún lado de vacaciones porque años y años de liberalismo económico había dejado a mi familia más seca que una caña de azucar. Pero todavía teníamos el rock and roll para pasar un verano teenager de aquellos. En una de esas jornadas me robé un poster de la calle con Neil Young, de la única vez que vino a la Argentina y como no tenía un mango me llevé ese recuerdito. Era del Hot Festival donde compartía fecha con los hoy tan mencionados Oasis. Bueno, la cuestión es que puse el cartel en la sala de ensayo que teníamos en una galeria de Catalinas sur que se llama El Chavo del 8. Y eso, nos la pasamos tocando y haciendo pavadas rockanrolísticas de adolescentes. No supe nada de los Scouts en ese verano, ni a donde fueron de campamento de verano ni nada. Pero cuando llegó marzo pasaron dos cosas... En mi colegio (el Estrada) no había vacante para Bachiller, así que le dije a mi vieja que me anotara en el Bolívar. La excusa era de que mi hermano había hecho toda la secundaria ahí pero en realidad yo tenía secretas intenciones al ser el colegio donde iban Facundo, Gabo y sobre todo, Melina. Entonces pude decidir el colegio al que iba y fue una gran decisión, porque en el colegio les faltaba gente y me recibieron con los brazos abiertos. Por otro lado, un sábado que staba aburrido en casa, decidí pasar por el grupo Scout. Para ver en que andaban, para joder, por aburrimiento... que se yo. La cuestión es que fuí, y me encontré con un grupo cerrado. En la entrada estaba Rodrigo, mi viejo rival charrúa... Los dos ahí como dos tontos, pensado que habría pasado. Entonces nos dijeron de la iglesia que había habido un problema, alguien o algunos, habían robado plata de la iglesia y había dirigentes Scouts acusados. La verdad es que los motivos nunca se conocieron del todo. Con Rodrigo nos quedamos charlando un rato afuera de grupo y me sugirió que podríamos ir al cine un día. Estaba cambiado, menos agresivo, como si hubiera dejado de jugar un papel de villano. Sin máscaras, Rodrigo era como cualquier pibe de la Boca, simple, amiguero y orgulloso de su barrio. Le dije que sí pero en el trajín de aquel año convulsionado del 2001 no nos volveríamos a ver. Yo dejé atrás al grupo Scout y guardé todos mis bártulos scoutistas en una caja de madera (ahora están en una bolsa). Me fuí del grupo para nunca más volver y así fué. Luego tuve algunos encuentros fortuitos con ex compas que me fueron contando por partes versiones de lo que había sucedido. Algo había pasado en el último campamento de verano de aquel famoso e inolvidable grupo Scout de Nuestra Señora de los Emigrantes. Pero poco importaba ya, yo no estaba cuando fue el bardo y de alguna manera me hacía sentir bien no haber sido testigo del quilombo y debacle de aquel querido grupo humano. Me crucé en los años siguientes con Vanina y con Bernie y ambos me contaban que había como dos bandos de dirigentes, pero la verdad nunca me interesó indagar mucho en aquellas trifulcas porque yo le tenía cariño a muchos de ambos lados de la grieta. Algunos pocos años después creo que Vanina me avisó que iban a reabrir el grupo con gente nueva y nuevo nombre (por algo contractual no se podía usar el antiguo) y diferentes colores del pañuelo. Porque en realidad ocuparían el mismo espacio pero el grupo que se abría era uno nuevo y pocos quedaban del viejo grupo de los Emigrantes. Me ofreció si quería ser dirigente y la verdad que no, le agradecí, pero mi vida había ido por otros caminos. Sin embargo, siempre que pudiera trataría de hacerme alguna escapada, viajar por el país siempre que pudiera, aunque fuera en carpa. Porque todo ese mundo Scout quedó impregnado para siempre en mi ADN. 

Entonces, conclusión... fuí Scout hace mucho tiempo atrás. Aprendí un montón de cosas y conocí gente inolvidable. Mi amor por la naturaleza y el medio ambiente sigue intacto y creo que nunca va a cambiar. Es cierto, hace tiempo que no hago formaciones, no saludo con los tres dedos ni digo Siempre Listo, Salvar o Servir! No uso uniforme ni loco, ni canto canciones de caza en plena ciudad. Pero sigo recordando (y usando) algunos nudos, sigo creyendo en Dios, y en el cuidado de la naturaleza y de mis hermanos, como representación del mismo. Creo en los valores humanos y en la lealtad, en la fraternidad y en la hermandad. Sigo (cuando puedo) visitando a mi enorme país, durmiendo en carpas y sintiendo la tierra bajo mis pies... entonces, aunque ya no soy ni me siento un boy Scout, si creo que sigo siendo, de alguna manera, Scout. Pero de otra manera menos visible, en una parte profunda de mí. Y eso es todo al respecto...