martes, 25 de marzo de 2014

Houellebecq y la visión negra de un mundo en decadencia


Recomiendo como lector ávido y aprendiz de hechicero (librero), la lectura sin vueltas ni miramientos del corrosivo Michel Houellebecq.
Hace diez años leí, gracias a mi hermano, Ampliación del campo de batalla, su primera novela que data de 1994. Me acuerdo de un tal Tisserad, un gordo medio desagradable, empleado de una empresa de informática. Una especie de El extranjero de Camus, situado en el nihilismo plástico y superficial de los 90s.
Me gustó, pero sentía que no era nada que me hubiera volado la cabeza.
Luego de diez años, ya con treinta años, una hija, algunas canas y un poco menos de potencia sexual, abordé Las partículas elementales (1998), su segunda novela.
Este francés de aspecto siniestro y libidinoso nos habla de dos medio hermanos que nacieron un poco de casualidad de una madre de tendencia beatnik y libertina. Una mujer que decidió aferrarse a su juventud perdida, abandonarlos con sus abuelos y dedicarse a cojer con hippies, mientras los dos hermanos sufrían todo tipo de humillaciones y vejaciones en sus colegios.
La mirada pesimista del cultura occidental nunca fue mas contundente que en la visión materialista y desgarrada de este autor.
Nos destroza su visión de como la cultura tan sobrevalorada por todos (sobre todo por mí, toda mi vida), de los hippies, la liberación sexual, la new age, la cultura de la eterna juventud, etc, llevó a un colapso existencial a varias generaciones.
Vivir por un mero placer sensorial, con un misticismo superficial y barato, nos llevó al borde del abismo y el colapso de nuestras existencias sufrientes.
Nunca voy a poder mirar a la revolución cultural de los sesentas con los mismos ojos. En lo particular, este libro fue una bofetada contundente que me cambió muchas perspectivas. Solo igualado en su momento con lo que me generó la lectura de La genealogía de la moral de Nietzsche.
En definitiva, una mirada desgarradora de las relaciones humanas, a las que tanto nos aferramos y que nos muestra lo enfermo y pútrido de esta sociedad.
Si, estamos mal. No vamos por buen camino. Y a veces pienso que lo mejor que le podría pasar al mundo es que desaparezca la raza humana toda. Que es lo que propone el libro.
Pero, también pienso que es verdad que hay bondad y amor, y que siempre nos aferramos a la esperanza de un cambio que nos lleve a una cultura mas avanzada y moral.
Porque estamos mal y todo se esta yendo muy a la mierda.
Léanlo y después me cuentan que sabor les dejó. Un libro muy bravo, pero definitivamente necesario.

Un fragmento muy esclarecedor del libro...

"Nunca he entendido a las feministas... —dijo Christiane a media cuesta—. Se pasaban la vida hablando de fregar los platos y compartir las tareas; lo de fregar los platos las obsesionaba literalmente. A veces decían un par de frases sobre cocinar o pasar el aspirador; pero su gran tema de conversación eran los platos por fregar. En pocos años conseguían transformar a los tíos que tenían al lado en neuróticos impotentes y gruñones. Y en ese momento, era matemático, empezaban a tener nostalgia de la virilidad. Al final plantaban a sus hombres para que las follara un macho latino de lo más ridículo. Siempre me ha asombrado la atracción de las intelectuales por los hijos de puta, los brutos y los gilipollas. Así que se tiraban dos o tres, a veces más si la tía era muy follable, luego se quedaban preñadas y les daba por la repostería casera con las fichas de cocina de Marie–Claire. He visto el mismo guión repetirse docenas de veces"

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