miércoles, 4 de septiembre de 2013

1990 y el último mundial con épica


Si ya se, cuando fue el mundial de Italia 90 yo tenía apenas 6 años y era muy chico para acordarme. Sin embargo... me acuerdo muchas cosas.
Al haber nacido en el año 1983, claramente es imposible que recuerde la odisea del '86, pero ya en 1990 empezaba primer grado y ese año sería definitorio en mi vida. Una maestra, esposa de un ex milico me había tomado de punto y me exponía a humillaciones adelante de toda la clase, haciendome odiar ir al colegio. Me agarraba de las paredes con tal de no ir. El cambio del jardín a la primaria, todo de blanco e intentando aprender a leer y escribir, así como a sumar y restar, era la agonía misma. Atrás había quedado la enseñanza lúdica que tanto amaba del jardín.
A todo esto, quizás sea casualidad, quizás no, me agarró un ataque de asma que tuve que enfrentar con largas jornadas de nebulizaciones. No podía casi hablar ya que estaba tosiendo o sin aire. Así que si, no pasaría desapercibido el año 1990.
Cuando llegó el mundial, en junio o julio, recuerdo algunas cuestiones de propaganda como jugadores de la desaparecida Checoslovaquia, en tapitas de Mendicrim, yogures y otras cosas random por el estilo.
El primer partido lo miré con mi hermano cuatro años mayor, en el living de nuestra casa en Catalinas Sur. Argentina jugaba el primer partido ya que era el último campeón. Perdimos 1 a 0 con Camerún. Un seleccionado de negros muy bien entrenados que salieron con todo a demostrarle al mundo que los africanos serían los próximos campeones del mundo de ahora en mas. Sin embargo quedó en un gentil amague... por suerte.
Luego se sucedieron partidos muy épicos como el que fué contra Brasil, donde parecía que en cualquier momento nos mandaban a casa. Colgados del arco, los jugadores argentinos jugaron un partido horrible contra una selección superior. Pero un pase magistral del Diego mas épico (recuerdo del 86) hacia un alocado pájaro Caniggia, convirtió el milagro en realidad y pasamos con los huevos en la garganta.
A todo esto sonaba la canción del mundial "Una estate italiana". Un tema de una especie de dúo a lo Roxette, pero tano. Esa cacnión sonó tanto, quedó tan impregnada en el inconsciente colectivo de todos aquellos que vivimos aquel mundial, que quedó como la mejor canción de los mundiales. Tiene una épica difícil de reemplazar.
Luego jugamos con Italia y el partido se definió por penales, haciendo del arquero suplente, Goycochea, el héroe del mundial. Atajó un par de pelotas que nos consiguieron el pase, dejando al anfitrión fuera del torneo, para odio de los millones de italianos que miraban por tv.
La final la recuerdo bien. Un partido trabado contra Alemania. Argentina hebía vuelto a confiar en sí. Estaba a un paso del milagro de conseguir dos copas consecutivas. Pero las cosas no iban a ser tan fáciles. Arriba del partido se decidió la final. Y por cuestiones políticas, se dice que se le regaló la copa a la Alemania, que acababa de unirse luego de 45 años de estar dividida. ¿La forma? Fácil, otorgándoles un penal que nunca fué. Así los alemanes festejaron felices la copa y su unión y hoy soy otra vez una potencia mundial de temer y nosotros seguimos pateando bananas en el puerto. Nunca volvimos a la gloria ni a jugar una final. Todos amagues que se diluyeron en la nada misma, como un triste eco de un pasado glorioso. El mundial siguiente sería aquel al que a Maradona, ya bastante hecho mierda, le cortaron las piernas con toda esa pantomima del anti doping.
Pero el mundial '90 tuvo todos los condimentos para ser el ultimo gran mundial con épica. Por eso me río cuando los pibes mas chicos que yo dicen que Riquelme es el mejor jugador de todos los tiempos. Yo les respondo... yo he visto a Maradona. Y se callan porque no saben de que hablo y a la vez saben que no vieron la última gran épica del fútbol argentino y del mejor jugador de todos los tiempos. 10.

Y yo lloré, con el Diego lloré y lloré, por la final que nos robaron. Y tenía 6 años y me desayunaba de un mundo corrupto por primera vez. Pero yo lloraba mas que nada porque él, el que se había convertido en mi ídolo en ese mundial lloraba. Y ya estaba viendo a uno que había dejado su estatus de mortal para entrar al panteón de los semidioses y héroes.

1 comentario:

Jlc dijo...

hermoso escrito, biográfico, tragicómico. MUY BUENO. veo tu mundo interior.... veo como BRILLA, seguI....