martes, 12 de marzo de 2013

Homosexual


Hoy mientras escuchaba Elton John, me acordé de mi primer encuentro con la homosexualidad. Sonaba el tema "Someone saved my life tonight" y pensaba que es el mejor tema de Elton y que solo me gustaría aprender a tocar el piano para poder tocar esa hermosa canción de amor, donde el autor reconoce por primera vez su homosexualidad. Pero debo confesar antes que nada que no soy gay. Me gustan demasiado las mujeres como para interesarme en mi propio género. Sin embargo creo que todos los seres humanos tenemos cierto grado de homosexualidad implícita dentro nuestro, pero por lo general somos demasiado puritanos e inmaduros para confesarlo. Es parte de la naturaleza animal el hecho de buscar placer donde le plazca, sin restricciones morales de que es lo natural o anti-natura. Tampoco somos como aquellos sombríos hombres de fe del medio evo, que vamos a condenar a la hoguera a quien no piense como nosotros. ¿O si?
Cuando tenía dieciocho años, tenía toda la adolescencia y hormonas revolucionadas y mi mente estaba abierta a todo tipo de impresiones. Lo que te marca a esa edad te marca para siempre. Por ejemplo cuando tenía 16 años vi en la tele la película "La noche de los lápices" y me dolió tanto esa realidad que odié para siempre a los militares y ya nada puede cambiar eso. Pero como contaba antes, cuando tenía 18, yo sufría por amor. Sufría por haber cumplido 18. Sufría por que vivía en los suburbios de la ciudad y éramos pobres. Sufría por algo que no entendía. Simplemente sufría. Cuando terminaba el fatídico año 2001, lejos estaban los viajes a Júpiter y no había ninguna computadora cínica y asesina en mi vida, sin embargo el mundo vivía cambios radicales y el siglo 21 nos daba la bienvenida con una crudeza sin concesiones. Hacia principios de noviembre nos mudamos con mi familia, dejando los suburbios que habíamos habitado durante la última mitad de la década del '90 y nos acercábamos al centro, en un barrio que me sería difícil abandonar después. Almagro. Todos los caminos conducen a Almagro, pienso yo, el centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires.
Mi vida empezaba a cambiar y me sentía nuevamente insertado en la vida citadina, con todo lo que eso implica. Cuando fue la crisis del 19 y 20 de diciembre, acompañé a mi hermano a la facultad de Sociales y vi como se derrumbaban las instituciones por TV. Parecía que entrábamos todos en un callejón sin salida, sin embargo uno pensaba que las cosas tendrían que mejor tarde o temprano. Hacia finales de diciembre fui a un recital de Spinetta en Obras y el mismo flaco dijo que el horno no estaba para bollos. La gente lo apluadió y algún desubicado le pidió que toque Muchacha ojos de papel. Podía entender porque el flaco odiaba ese tema a lo largo de los años y se negaba a tocarlo. Cuando íbamos al alejado Obras sanitarias en el auto de un amigo de mi hermano, éste puso música  para amenizar el viaje hasta el barrio de Nuñez. Sonaron muchas canciones que me divirtieron como el tema de la serie ALF o una versión punk de "El extraño de pelo largo" que muchos años después me enteré que eran Los violadores. La cuestión es que de pronto mi atención fue llamada por una canción con saxos y un tipo de voz finita que cantaba algo de cambios. Me gustó la melodía y le pregunté al amigo de mi hermano que era eso. David Bowie, respondió escuetamente. Era la primera vez que no veíamos y no teníamos mucha onda. Quizas le molestaba que mi hermano hubiera caído con su hermano menor. Ellos ya tenían 22 y eran como gigantes al lado mío. Creo que me imaginé que el tema se llamaría Changes porque era lo que mas decía en el estribillo. Pocos días después, en medio de la debacle social del país, fuí a una disquería, presto a comprarme algo de Bowie que incluyera esa canción. En aquel tiempo no se estilaba bajar música por internet, al menos para mí y la única forma de descubrir un artista que me había interesado era comprarme algún compilado o disco que me llamara la atención por su tapa. Cuando llegué a la conocida disquería del centrono encontré un disco de Bowie que tuviera Changes. Desistí.
Ya era enero y un día en Blockbuster, sin saber que alquilar, me lleve una peli que me pareció era sobre Bowie. Se llamaba Velvet Goldmine. Esta peli tiene la característica de que hace una biografía no-autorizada de Bowie e Iggy Pop y todo el ambiente Glam rock de principios de los setentas, por ende tienen los nombres cambiados. Esa película me fascinó a diferencia de mi hermano que le pareció una mariconeada total. El personaje principal era Christian Bale, un fan que  siguiendo los pasos de su ídolo rockero termina teniendo experiencias homosexuales. Era un poco el juego del glam rock en los setentas, una liberación sexual sin llegar a ser el destape gay que acaeció en los '80s. Pocos días después y mas embalado que nunca intenté comprarme nuevamente un disco de Bowie. Esta vez, como no tenía mucha plata, ideamos una triquiñuela con mi hermano, que pocos meses después no se pudo hacer mas. Mi hermano tenía rayado el disco Exile on main street de los Stones y para recuperarlo y a la vez regalarme un disco me dijo que fuera y comprara ese disco de los Stones otra vez. Una vez en casa con el disco, mi hermano sustituyó el disco rayado por el nuevo y lo puso en la caja nueva y me mandó a cambiarlo por alguno que yo quisiera. Así, fuí con mucho temor que me descubrieran a la disquería. Les dije que el disco estaba rayado. La vendedora me miró con desconfianza y verificó el disco. Después de dudarlo unos minutos eternos, me dejó que eligiera otro. Fui directo a la batea de Bowie y busqué nuevamente el disco donde estaba Changes pero otra vez no lo encontré. En cambio me llamó la atención la tapa de otro disco. Se llamaba The man who sold the world y yo conocía el tema ese por Nirvana. En la tapa aparecía Bowie vestido de mujer y acostado en una cama. Me pareció el acoto mas homosexual de mi vida. Cuando lo llevé a la caja no miré a los ojos a la cajera, un poco por miedo y otro poco por verguenza. Una vez en casa le mostré a mi hermano mi nueva adquisición y me miró raro. Me dijo que no se lo mostrara a mi viejo. Y eso era lo último que quería hacer. Tenía muco miedo que pensara que su hijo se había vuelto gay. Siempre traté de mantenerselo oculto y lo escuchaba en mi pieza, casi en secreto. De a poco el disco me fascinó. Lo escuchaba a todo volumen y sentía miedo y culpa de hacer algo incorrecto al escuchar a un músico que aparecía en la  tapa travestido. Pero de a poco eso me chupó un huevo. Lo mismo que los prejuicios con la homosexualidad. Bowie me encantó para siempre y después me enteré de que no era gay sino que solo se había divertido sin restricciones en su etapa glam, que era una de tantas que había tenido el duque. De a poco fueron llegando mas discos a mi vida de Bowie, pero ese primero que me compré fue algo único. Rompió todos mis esquemas y pre conceptos acerca de la homosexualidad y en verdad fue como si hubiera tenido una experiencia gay que rompió con mis tabúes moralistas para siempre. El disco lo escucho ahora y me sigue pareciendo tan provocativo y fuerte como aquella primera vez, una tarde de enero del 2002. Fin.

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