miércoles, 14 de noviembre de 2012

Acidez espiritual


Sufro de acidez. De chico que tengo acidez. Son los nervios me dice el tordo, pero no me da una cura definitiva. Se te va a pasar cuando espiches. Me dijo un amiguito mala onda.
Otra cuestión son las dermatitis y la ingesta indiscriminada de uñas. Una vez eliminado el tabaquismo, este vicio recupera su antiguo y portentoso lugar de pertenencia.
Con la acidez siento un fuego interior, pero no es el que hablaba Castaneda. Es otro. No es un fuego espiritual. Es un fuego estomacal. Tengo la ventanita esofagal abierta.
Tengo chinches en el esófago. Tengo un reflujo marginal que me corroe la existencia.
Lava de magma intenta escapar por mi boca, pero la respuesta son antiácidos. Como un antiácidoadicto.
Úlceras golpean a mi puerta para darme la bienvenida al país de los ulcerosos. Como el enano de Soñar, soñar o el rusito de Gatica. Tomando un vaso de leche gigante y riendo como un marmota. Expulsar mi acidez con comentarios ácidos, comer caramelos ácidos, ser un ácido sulfúrico y aniquilar la vileza que aqueja a gran parte de la población.
¿Saben que me da acidez? La política. Mejor dicho la propuesta política de la apolítica.
Y varios asnos, buitreros de lo verde, amigos de la neo liberalidad mas nihilista y absoluta.
¿Como me curo? me preguntó Tamas Dorkas. Le dije que no se, pero que se vaya a caminar a otra parte. No me interesa su triste histeria de amor.
Del estómago me encargo yo de sacármelo como un guante averiado.
Yo el croazón lo tengo bien, pero es el estómago el que tengo con agujeritos y no me lo puedo curar.

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