martes, 20 de agosto de 2024
En los Lobatos
domingo, 18 de agosto de 2024
Neurosis: Aunque la nombremos, ella siempre está
Existe una especie de idea generalizada, de creencia popular, vox populi, de que nombrar a las cosas por su nombre tiene el poder de exorcizar. Quizás en algunos casos esto pueda pasar, otras veces funciona a medias y en no pocas ocasiones, no funciona para nada. Este último caso pareciera ser el de la propia Neurosis.
En estos tiempos de vínculos frágiles, difíciles, donde si la otra persona no hace lo que yo espero que haga me alejo, desaparezco porque no me escribió cuando yo lo esperaba, no se comportó como yo con él, no cumplió mis expectativas, no le gusté... En fin, a todos nos pasan estas cosas porque sí, aunque usted no lo crea, el ser humano es intrínsecamente un ser neurótico. Es lo que conlleva vivir en sociedad. Cualquier psicologucho de cuarta que diga lo contrario miente y lo hace descaradamente. Sobre todo muchos psicoanalistas que roban con la idea de "curar la neurosis". Eso no existe, es imposible. Quizás algunos crean en la posibilidad de tan quijotesca tarea, pero la realidad es que es imposible. Para dejar la neurosis per sé, habría que volver a nacer, vivir en una isla desierta y arreglártelas para sobrevivir. (Cosa por otro lado bastante improbable).
No, las neurosis se pueden trabajar, se pueden quizás morigerar, pero nunca son extirpadas. Porque no se trata de un tumor y de un quiste. La neurosis es parte de nosotros, parte de nuestro ser, parte de nuestra mente que no calla ni siquiera durmiendo. Y no es de extrañar la alienación. El lenguaje mismo nos convirtió en seres ansiosos, deseantes y desesperados, sobre todo por nuestra búsqueda absurda de afecto y amor. Nada más difícil y a la vez necesario para vivir. Nuestra propia naturaleza es contradictoria. Entonces por eso mismo, como podemos pretender no ser seres al borde de la locura. Lo mínimo es que seamos, al menos de base, neuróticos. Van a estar aquellos que dirán que puden controlar sus ansiedades, su intensidad, sus paranoias, sus inseguridades, o sea, sus locuras típicas de neuróticos clásicos.
Hey vos! Te hablo a vos que venís a chusmear en todas las entradas. A leer. A tratar de comprender. A vos quiero decirte, que no pierdas más el tiempo. Estamos chiflados, vos, yo, él, y todo el resto de la humanidad. No vas a encontrar ningún mensaje privado, nada para decodificar, o quizás si, pero si no te la jugás te quedas ahí, sin hacer nada, y nada va a pasar entonces. Porque como voyeristas no alcanzamos nuestros sueños más decodificados. Si abandonamos el barco no llegaremos a ningún puerto, si preferimos seguir postergando, seguir bloqueando nuestro deseo, obturando nuestros sueños, nos vamos a morir marchitos, sin habernosla jugado un ápice y nada ni nadie nos garantiza de que vayamos a tener otra oportunidad, otra vida, nada. Hasta donde sabemos esto es todo, y después, game over sras y sres. , Entonces, dejemos ya mismo esta paja voyeur, este narcisismo imbécil que nos corroe el alma, esta imbecilidad que nos regodeamos en llamar "nuestro orgullo". Más importante que esa idea ridícula y neurótica es vivir, vivir y vivir. Vivan, vivamos. Movamos ya de acá.
Todo esto es parte del mismo discurso neurótico que nos sigue cagando la vida, atenazados, con miedo a vivir, esperando un milagro que nunca llegará a menos que lo salgamos a buscar con poderosa vehemencia.
viernes, 9 de agosto de 2024
El amor
Durante varios años me aboqué a estudiar una de las cosas más intrigantes del mundo: el amor.
Pienso que el amor es eso de lo que todo el mundo habla sin saber absolutamente nada al respecto.
Y a la vez... ¿que es lo que hay que saber? Porque pareciera ser incognoscible.
Desde los inicios de la memoria colectiva la gente se ha ido preguntando que carajo es el amor.
Porque pareciera ser que si un recién nacido no recibe amor, muere. Después de determinada edad los humanos nos acostumbramos (o aprendemos) a vivir sin amor. Como decía Spinetta, el amor es esa vaca de la que mamo. El amor pareciera ser el verdadero y único combustible que tiene la humanidad para sobrevivir. Sin amor somos seres despreciables y la falta de amor saca lo peor de nosotros.
Ahora bien, tampoco podemos negar que amar es una locura. Cuantas veces nos vimos inmersos en historias amorosas que parecieron poner en duda nuestra capacidad de amar, nuestra capacidad de razonar, de ser seres centrados. El amor nos aliena una banda.
Desde que tuve mis primeros acercamientos al sexo opuesto me di cuenta que tenía una predisposición (desde muy chico) a enamorarme de algunas chicas. De una manera rápida, contundente y patética. Muchas veces (la mayoría) eran metejones que duraban poco, y otras veces, simplemente me dejaban pedaleando en el aire. Peeeeroooo, cuando comprendí que más allá de ser un zoquete, el amor parecía un tema delicado.
Cuando uno es joven y comienza sus primeros romances, uno se manda de lleno, con total liviandad y por lo general no suele ser cauteloso. Uno se entrega sin saber los peligros del amor, y con peligros no me refiero (necesariamente) al otro, al sujeto amoroso, sino al amor en sí. A lo que genera en nosotros y transforma de una vez y para siempre.
El amor es cosa seria, porque no existen pociones para el amor, no existen recetas, no existen fórmulas. Intentar venderte un libro o curso sobre como conquistar a alguien es tan absurdo como querer enseñarte a manejar el universo. NO hay manera. Porque el amor es algo escurridizo, huidizo, caprichoso, en cada caso cada unión da una fórmula distinta. Es imposible de preveer. El que no entiende eso es de una alguna manera un inútil. Nadie puede comprarlo porque el amor es algo incomprensible. No por nada la tradición grecolatina lo mostraba como un niño molesto y caprichoso (Cúpido) capaz de las peores maldades. Porque así como podía hacer uniones positivas, también (y por lo general) disfrutaba hacer relaciones conflictivas (o tóxicas como se dice hoy).
En la liturgia amatoria todos buscan una manera de entender aquello que nos atañe y afecta a todos los humanos desde la prehistoria a la actualidad. Por ejemplo Platón y su famoso Banquete, donde Sócrates, Apolodoro y el resto de los comensales hacen un elogio sobre el amor. Todas son teorías interesantes pero nadie termina de dar en el clave. Porque cada uno lo ve desde un perspectiva muy subjetiva. Y el amor es algo tan personal como universal, existen tantas definiciones como personas hay, hubo y habrá en el mundo. El amor es transversal al género humano, y no se si el reino animal en su conjunto. Pero no nos vayamos por las ramas.
Barthes nos habla del discurso amoroso en la literatura porque siempre existió, desde los griegos (ya antes) hasta ahora. Ovidio escribió una especie de libro de autoayuda para conquistar romanas. En la Biblia existe un extraño poema (El cantar de los cantares) sobre las veleidades del amor. El libro del buen amor en la edad media nos engolosina aún más en todo lo dulce del amor.
Pero también está el trago amargo del amor, como por ejemplo Baumann y su amor líquido. Lo frágil del amor, lo perecedero, y aún hoy en día, lo descartable. Y si, el amor nos hace felices hasta que se termina, y ahí sobreviene el rencor, el enojo, el odio, el sufrimiento más cruel. Porque digamoslo de una vez, el amor es necesario. No podemos vivir sin amor, pero por otro lado, el amor es cruel, nos quema, nos hace sufrir como la peste. Y en eso agridulce que tiene el amor está la clave para intentar comprenderlo. No es algo absolutamente bueno, ni malo. Intentar evitarlo puede ser fatal para cualquiera, encararlo también. Y en su esencia de emoción caprichosa, con los años nos damos cuenta que quien busca el amor no lo encuentra, y quien no lo busca sí. (Piensen en el mito de Dafne y Apolo sino). Nos buscabamos sin buscarnos diría Cortázar. Pero no podemos engañar al amor. Sabe si uno le quiere rehuir o lo quiere encontrar y por lo general nos castiga con lo que no queremos. Amor o no-amor. Maneja ambas gamas.
Y creo que por más que leamos a Platón, a Descartes, a Fromm, a Baumann, Barthes o Bourdieu, creo que nunca vamos a comprender el amor del todo. Porque el amor es justamente eso, algo confuso, incomprensible, escurridizo, fatal y mágico a la vez. Pero bueno, es parte de nuestra esencia humana vivir con ese tormento del amor o la falta de. ¿No?