lunes, 12 de junio de 2023

Los ilustres desconocidos o ¿Como se puede publicar algo?

¿Que tan importante es publicar? 

Cuando uno escribe, escribe y no deja de escribir, en algúnmomento piensa que quizás sería algo lindo, agradable, ver algo de todo eso publicado. Lo siente como una recompensa al largo trabajo realizado. Sin embargo, pareciera que la cosa no es tan simple como parece. 

Algunas personas con más experiencia (lo más probable con obra publicada) te van a salir al cruce diciendo que no todo es publicable. Bien, eso es cierto. También, que no por el mero hecho de que vengas escribiendo hace veinte años, lo merecés. Puede ser. Y además, que para que algo sea publicado tiene que tener algo, o al menos por alguna cuestión particular, merecerlo. Quizás. 

Además, muchos te van a salir a decir que si no escribís, reescribís, reelaborás y sudás la gota gorda nunca tu texto va a merecer ser publicado. Existe una idea de sobreeplotación del trabajo del escritor. Por otro lado, está el tema clave de los editores. Los editores se convirtieron en una especie de casta donde gente que no tiene talento para producir obra se dedica a juzgar el talento ajento basándose en práctimanete nada mas y nada menos que sus gustos personales. Sin embargo, pareciera que si un editor hoy no te publica tu obra es básicamente basura. Se han erigido (y se los ha erigido) como una especie de jueces morales estelísticos de obra que, basicamente, si no te conocen pasan de leer dos párrafos con interés de lo que sea que les mandes. Y eso si tenes suerte de mandarles algo. Muchos directamente te rechazan porque siempre están hasta el cuello de cosas para leer. Algunos hasta tienen el atrevimiento de decirte que les vuelvas a escribir en tres meses o hasta un año! y uno, que no tiene nada que perder y tampoco tantos lugares donde probar, responde religiosamente a esa exigencia para que después te digan "no mira por ahora no podemos, gracias y  suerte!" Encima tienen la osadía de manejarse con cinismo y tratarte como un gil más del montón. Todo esto trabaja en contra de que uno quiera seguir intentando publicar su trabajo. Porque te hacen sentir como alguien que no pertenecés, como alguien que nadie conoce, uno que no es del palo y nadie juna. Cuando te rechazan un texto ni siquiera tienen la delicadeza para decirte, habria que trabajar tal cosa, hacerle tal corrección, o zaraza. No, simplemente te dicen no es lo que buscamos y te dejan girando como un boludo con flota flota en medio de una pileta municipal. 

Pienso que el problema central de los editores (y me refiero sobre todo a algunos de las editoriales independientes) es que son aquello que dicen odiar. Se convierten en los exclusivos, son como dioses de la selección, de pronto todos son Borges con calificaciones como "Infantil" o "acaso antendible" y uno se siente como cuando cae en esos campings de hippies y uno quiere interactuar un poco, tocar la guitarra con ellos, hablar con las chicas, pero te empiezan a mirar mal como diciendo: "¿Y vos quien sos? Tomatelas"

Agradezco el empujoncito para seguir laburando, agradezco el desprecio y el ninguneo recibido y sí, no pertenezco a su grupito de serios lectores. Ya sé que todos buscan publicar algo que se conviertan en la nueva La ciudad y los perros o Los detectives salvajes e impulsar así a un grupo de ilustres desconocidos (tanto escritores como editores) hacia la estratosfera literaria. Pero eso es una quimera. Ellos saben que lo es y se resignan a publicar a chicas lindas que hablan de tonterías, a sus amigos escritores, y a gente en general que rosquea y se sabe vender. Estamos más en un mundo donde puede publicar un actor que alguien que escribe todos los días. ¿Esta mal? Claro que no, pero tampoco huele bien. Suena a que en realidad lo que importa es vender uno o dos ejemplares más, la literatura, bien gracias, te la debo. Sin embargo, para sacarse a los ignotos pesados insistentes de encima te van a jugar la carta de que todavía estas verde o que no es el perfil de lo que ellos publican. Todo tan inchequeable que ni vale la pena protestar. Así están las cosas. Y después llorar porque el papel está caro, es caro imprimir, es caro vivir, todo es caro. Entonces ¿a que apuestan? ¿Tienen un Stephen King en la reserva? O, quizás simplemente terminen cobrándote por la publicación, como hacen otros más desvergonzados, pero que al menos no la caretean. Saben que ninguno es El Aleph, ni los que te publican porque les caíste bien ni los que te cobran dos sueldos enteros para pulicar un libro que escribiste con la ilusa idea de llegar a un lector que le guste lo que escribiste, se entretenga, pase algo. 

Ahora ya no vale la pena llorar por la leche derramada. Entiendo que el mundillo de la escritura, al menos acá en Argentina es así. Se manejan así y no va a cambiar. Quizás allá quye ocultar el género, los géneros, la identidad, poner más sexo y sangre en la obra, o temas de interés actual. Una novela sobre las elecciones en Argentina, o Gran Hermano, con algo de feminismo, trabas y mediocridad social.  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizá no te toman no por elitismo sino porque ponés "allá" donde va "haya", entre otros errores ortográficos, sintácticos y gramaticales. Siempre es más fácil culpar a los demás del fracaso propio en vez de hacer introspección, se ve. :)

Santiago Carmona dijo...

Si, tal vez sea eso. También para algo existen los correctores. Quizás también sea pereza de los editores. De todos modos siempre es más fácil hacernos los críticos desde el anonimato y quedar como unos capos y no dar la cara. Si te sentiste tocada es que seguro sos un editor mediocre... y bastante cagón.

Santiago Carmona dijo...

El problema con los editores contemporáneoses que lo único que saben publicar es literatura escrita de forma correcta. El contenido es lo que menos importa. Existen cientos y cientos de casos de novelas que las lees por curiosidad y son una caca intrascendente. Entonces, ¿como es la cosa? Más que elitista el mundillo editorial es mediocre porque se calienta por un "allá" en vez de un "haya", y publican porquerías que terminan en mesas de saldos y que ni siquiera los propios editores valoran. Hay que hacerse cargo un poco, cada quien de sus propios errores y bancarsela. Para señalar con el dedo a quién se olvidó una coma somos todos mandados a hacer, pero nadie se anima a criticar a un grupo de forritos que se hacen los snobs y se creen de la Academia de Letras con la verdad aboluta.
Me gusta que me hayas escrito porque saltó la ficha de que ya me leíste y te quedaste con la vena.