1. Esto No es un Manual de
Supervivencia.
2. Una de las principales
tareas del ciclista urbano porteño es mantenerse con vida durante el trayecto
en el que pedalea con su rodado por la ciudad. Repito, esto No es un Manual de
Supervivencia porque no tenemos ni idea de cómo conseguirlo.
3. Las bicisendas o Ciclovías
son un mal necesario. Son un arma de doble filo. No sabemos que más decir al
respecto, pero está claro que son útiles pero a la vez, no sirven para nada.
Básicamente porque (sacando a los ciclistas) casi nadie las respeta. Ni
automotores ni peatones. Todos se cruzan o las avasallan cuando se les viene en
gana y nunca existe mirar si viene el único rodado habilitado a esa vía. Por
otro lado, vale aclarar que a veces parecen planeadas por un lunático. Van por
lugares absurdamente oscuros, peligrosos o de repente se hacen de una sola mano
en una calle a contramano. Realmente no están del todo bien diagramadas.
4. Existen dos tipos de
"andar en bici". Existe la salida por placer, el paseo, puede ser
solos o acompañados. Por lo general uno va tranquilo, relajado, quizás los
fines de semana. Aun así, nunca se está exento de tener algún que otro
percance. Sin embargo, creo que el andar en bici más complicado es el que uno
hace por cuestiones laborales y/o logísticas. Por ejemplo, la decisión de ir a
trabajar en bicicleta, en estos tiempos complejos, está relacionado con el
hecho de ahorrarnos una moneda. Pero la verdad, que en este ahorrarse una
moneda, a uno se le puede ir la vida en ello. La realidad es que Buenos Aires,
la ciudad de la furia que cantaba Cerati, es una ciudad funesta, furibunda,
paranoica y violenta. Y creo que en donde más se ve todo esto es en su
tránsito. Es lo peor de todo el asunto. Ruidos, motos por todos lados, andando
rápido y peligroso. Bocinazos, gritos y puteadas. Peleas y choques. Gente
atropellada y avasallada. Entonces cabe preguntarse si en el balance de
ahorrarse una moneda, valdrá la pena bancarse tanta locura.
5. En el andar en bicicleta uno
puede hacer un poco de ejercicio. La realidad es que si queremos bajar de peso
o hacer un poco la diferencia, lo mejor es salir a trotar todos los días una
hora. Pero la pedaleada nunca está de más y es mejor que nada. Cualquier cosa
es mejor que quedarse en casa o estar en la total inmovilidad. Sin embargo,
pienso, que el aporte aeróbico que aporta la bicicleta es muy bajo.
6. "El uso de la bicicleta
es un aporte al medio ambiente" reza un anuncio ecologista de poca
certeza. La realidad es que el aporte que se pueda hacer al medio ambiente es
mínimo. No sirve de nada que cada vez seamos más los que optamos por ir en
bicicleta por la ciudad si vivimos en un país ultra centralizado donde Buenos
Aires es una especie de Roma a donde todos vienen en busca de trabajo, estudio
y más oportunidades. Casi nada de eso sucede hoy en día, pero queda un coletazo
remanente de gente que sigue idealizando a esta ciudad entonces siguen
viniendo, y siguen y siguen. Acá cada vez somos más y no tiene sentido. Por
otro lado, cada vez hay más autos, más colectivos y lejos de disminuir, estos
números van a ascenso, como todo en esta humanidad. Por ende, no hacemos mucho
la diferencia los ciclistas, pero entiendo que es lindo pensar que sí.
7. Somos el esquife más débil
del pavimento. Claro, cuando vamos por la calle no queda otro. Somos ese
eslabón frágil (sacando al peatón que en realidad debería ir por la vereda).
Entonces cada vez que andamos por la calle sentimos esa adrenalina de que nos
pueden llevar puestos como a una pluma. Por lo general se siente ese temor.
Algunos conductores de otros vehículos nos hacen sentir el rigor de su poderío
automotor. Y hoy, hasta un monopatín que se carga con batería de celular te
pasa por al lado sin respeto. Sin embargo nosotros somos los que pedaleamos,
como los picapiedras del camino que somos. La bicicleta es un increíble,
hermoso y noble medio de transporte, pero es demasiado subestimado y odiado por
el resto de aquellos con los que tenemos que compartir la calle. Para algunos
andar en bici por la calle es una molestia. Sienten que tendríamos que ir por
la vereda, o por otro carril o simplemente no existir. Sin embargo existimos y
no tenemos ganas de andar dando tantas explicaciones a los conductores, sobre
todo de autos, que muchas veces te ven venir por atrás y te cierran el paso, o
te primerean para doblar una esquina, sin mirar para atrás, como si anduvieran
solos por la calle, como si no existiera nadie más que ellos, que sus problemas
y sus estúpidas emergencias. Lo más gracioso de ciertos automovilistas es ese
egoísmo de mierda tan arraigado, quizás culpa de esta sociedad que eleva el
culto al sálvese quien puede, al yoísmo más insoportable y al egocentrismo más
infumable que puede haber. Si llueve te primerean, siendo que están a resguardo
de las inclemencias del clima, y después esa necesidad de querer pasar primero,
como si no fueran a llegar antes yendo en sus autitos con motores. Señores,
sean más caballerosos y considerados con el resto de los conductores. Porque
los que vamos por la calle esquivando, doblando, frenando y acelerando, también
somos conductores.
8. Los ciclistas somos
conductores como cualquier otro que conduce un vehículo.
9. Dejar la bicicleta atada es
un problema. Siguiendo con los problemas que nos acosan cada vez que usamos la
bici para cuestiones pongámosle "pragmáticas" y tenemos que dejar
nuestro rodado en algún lugar esperando tenemos el gran dilema de si hacerlo o
no. Porque a veces simplemente no hay cadena que aguante. La calle, estés donde
estés, sea La Boca o Palermo, Liniers o Nuñez, Almagro o el microcentro,
implica un riesgo constante. Pareciera que en los últimos años, con el aumento
de la bici como medio de transporte, también empezaron a proliferar hordas de
ladrones de bicicletas que andan yirando de a uno, o de a dos. Uno haciendo de
campana y el otro, con una mochila donde guardan una jodida tenaza para cortar
cadenas de bicicletas. Tan simple como eso. Y no existe ninguna garantía de
ninguna cadena ya que estos tipos encuentran la manera de cortarlas y no son
ningunos libertadores de nada la verdad.
10. El uso de casco y luces es
obligatorio, sin embargo, algunos de nosotros no los usamos. Sea por pobreza,
por desgano o porque nos parece de bebés. Pero así debería ser.
11. El ciclista tiene la
obligación de respetar las señales de tránsito como cualquier otro conductor.
Sin embargo, algunos se creen unos vergalargas totales y se pasan los semáforos
esquivando autos como si fueran unos grandes valientes. La realidad es que
hacer ese tipo de estupideces sólo logra que sus vidas peligren y que todo el
gremio de ciclistas sea odiado.
12. Algunos ciclistas son
simplemente unos verdaderos cretinos. Se cruzan, se meten por delante de los
autos, rozan a los peatones y hasta los atropellan. Y encima, si los putean se
enojan. Bueno señores, háganse cu...
13. En realidad, este
manifiesto no es tal. En verdad no creemos en los manifiestos. Nos parecen una
cosa fascista. Un manifiesto se convierte en una serie de normas que deben
cumplirse si se quiere estar en sintonía con un movimiento. Nada más lejos de
la libertad, nada más dictatorial y cierra sentidos que un manifiesto. La
cuestión es que si uno pone Manifiesto Zaraza de tal o cual cosa, quizás logras
un poco más de atención. Sobre todo al ver que son puntos que dicen A) Usted
debe detenerse en un semáforo. B) No debe atropellar a los peatones, aunque
estos sean boludos y anden cruzando la calle sin mirar, o se detengan a mirar
el infinito en medio de una bicisenda... En fin... Eso no...
14. Para finalizar quiero decir
que amo la bicicleta. Amo pedalear y sentir el viento en la cara. Es en verdad
una hermosa sensación y... pienso que sería de vital importancia que las
bicicleterías abrieran los domingos. Pero bueno... esa es harina de otro
costal, dijo un panadero ensoñado, un patinador sagrado, un pedaleador
porteño...
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