martes, 15 de marzo de 2022

Manifiesto del Ciclista Urbano Porteño

1. Esto No es un Manual de Supervivencia. 

2. Una de las principales tareas del ciclista urbano porteño es mantenerse con vida durante el trayecto en el que pedalea con su rodado por la ciudad. Repito, esto No es un Manual de Supervivencia porque no tenemos ni idea de cómo conseguirlo.

3. Las bicisendas o Ciclovías son un mal necesario. Son un arma de doble filo. No sabemos que más decir al respecto, pero está claro que son útiles pero a la vez, no sirven para nada. Básicamente porque (sacando a los ciclistas) casi nadie las respeta. Ni automotores ni peatones. Todos se cruzan o las avasallan cuando se les viene en gana y nunca existe mirar si viene el único rodado habilitado a esa vía. Por otro lado, vale aclarar que a veces parecen planeadas por un lunático. Van por lugares absurdamente oscuros, peligrosos o de repente se hacen de una sola mano en una calle a contramano. Realmente no están del todo bien diagramadas. 

4. Existen dos tipos de "andar en bici". Existe la salida por placer, el paseo, puede ser solos o acompañados. Por lo general uno va tranquilo, relajado, quizás los fines de semana. Aun así, nunca se está exento de tener algún que otro percance. Sin embargo, creo que el andar en bici más complicado es el que uno hace por cuestiones laborales y/o logísticas. Por ejemplo, la decisión de ir a trabajar en bicicleta, en estos tiempos complejos, está relacionado con el hecho de ahorrarnos una moneda. Pero la verdad, que en este ahorrarse una moneda, a uno se le puede ir la vida en ello. La realidad es que Buenos Aires, la ciudad de la furia que cantaba Cerati, es una ciudad funesta, furibunda, paranoica y violenta. Y creo que en donde más se ve todo esto es en su tránsito. Es lo peor de todo el asunto. Ruidos, motos por todos lados, andando rápido y peligroso. Bocinazos, gritos y puteadas. Peleas y choques. Gente atropellada y avasallada. Entonces cabe preguntarse si en el balance de ahorrarse una moneda, valdrá la pena bancarse tanta locura. 

5. En el andar en bicicleta uno puede hacer un poco de ejercicio. La realidad es que si queremos bajar de peso o hacer un poco la diferencia, lo mejor es salir a trotar todos los días una hora. Pero la pedaleada nunca está de más y es mejor que nada. Cualquier cosa es mejor que quedarse en casa o estar en la total inmovilidad. Sin embargo, pienso, que el aporte aeróbico que aporta la bicicleta es muy bajo. 

6. "El uso de la bicicleta es un aporte al medio ambiente" reza un anuncio ecologista de poca certeza. La realidad es que el aporte que se pueda hacer al medio ambiente es mínimo. No sirve de nada que cada vez seamos más los que optamos por ir en bicicleta por la ciudad si vivimos en un país ultra centralizado donde Buenos Aires es una especie de Roma a donde todos vienen en busca de trabajo, estudio y más oportunidades. Casi nada de eso sucede hoy en día, pero queda un coletazo remanente de gente que sigue idealizando a esta ciudad entonces siguen viniendo, y siguen y siguen. Acá cada vez somos más y no tiene sentido. Por otro lado, cada vez hay más autos, más colectivos y lejos de disminuir, estos números van a ascenso, como todo en esta humanidad. Por ende, no hacemos mucho la diferencia los ciclistas, pero entiendo que es lindo pensar que sí. 

7. Somos el esquife más débil del pavimento. Claro, cuando vamos por la calle no queda otro. Somos ese eslabón frágil (sacando al peatón que en realidad debería ir por la vereda). Entonces cada vez que andamos por la calle sentimos esa adrenalina de que nos pueden llevar puestos como a una pluma. Por lo general se siente ese temor. Algunos conductores de otros vehículos nos hacen sentir el rigor de su poderío automotor. Y hoy, hasta un monopatín que se carga con batería de celular te pasa por al lado sin respeto. Sin embargo nosotros somos los que pedaleamos, como los picapiedras del camino que somos. La bicicleta es un increíble, hermoso y noble medio de transporte, pero es demasiado subestimado y odiado por el resto de aquellos con los que tenemos que compartir la calle. Para algunos andar en bici por la calle es una molestia. Sienten que tendríamos que ir por la vereda, o por otro carril o simplemente no existir. Sin embargo existimos y no tenemos ganas de andar dando tantas explicaciones a los conductores, sobre todo de autos, que muchas veces te ven venir por atrás y te cierran el paso, o te primerean para doblar una esquina, sin mirar para atrás, como si anduvieran solos por la calle, como si no existiera nadie más que ellos, que sus problemas y sus estúpidas emergencias. Lo más gracioso de ciertos automovilistas es ese egoísmo de mierda tan arraigado, quizás culpa de esta sociedad que eleva el culto al sálvese quien puede, al yoísmo más insoportable y al egocentrismo más infumable que puede haber. Si llueve te primerean, siendo que están a resguardo de las inclemencias del clima, y después esa necesidad de querer pasar primero, como si no fueran a llegar antes yendo en sus autitos con motores. Señores, sean más caballerosos y considerados con el resto de los conductores. Porque los que vamos por la calle esquivando, doblando, frenando y acelerando, también somos conductores. 

8. Los ciclistas somos conductores como cualquier otro que conduce un vehículo. 

9. Dejar la bicicleta atada es un problema. Siguiendo con los problemas que nos acosan cada vez que usamos la bici para cuestiones pongámosle "pragmáticas" y tenemos que dejar nuestro rodado en algún lugar esperando tenemos el gran dilema de si hacerlo o no. Porque a veces simplemente no hay cadena que aguante. La calle, estés donde estés, sea La Boca o Palermo, Liniers o Nuñez, Almagro o el microcentro, implica un riesgo constante. Pareciera que en los últimos años, con el aumento de la bici como medio de transporte, también empezaron a proliferar hordas de ladrones de bicicletas que andan yirando de a uno, o de a dos. Uno haciendo de campana y el otro, con una mochila donde guardan una jodida tenaza para cortar cadenas de bicicletas. Tan simple como eso. Y no existe ninguna garantía de ninguna cadena ya que estos tipos encuentran la manera de cortarlas y no son ningunos libertadores de nada la verdad. 

10. El uso de casco y luces es obligatorio, sin embargo, algunos de nosotros no los usamos. Sea por pobreza, por desgano o porque nos parece de bebés. Pero así debería ser. 

11. El ciclista tiene la obligación de respetar las señales de tránsito como cualquier otro conductor. Sin embargo, algunos se creen unos vergalargas totales y se pasan los semáforos esquivando autos como si fueran unos grandes valientes. La realidad es que hacer ese tipo de estupideces sólo logra que sus vidas peligren y que todo el gremio de ciclistas sea odiado. 

12. Algunos ciclistas son simplemente unos verdaderos cretinos. Se cruzan, se meten por delante de los autos, rozan a los peatones y hasta los atropellan. Y encima, si los putean se enojan. Bueno señores, háganse cu...

13. En realidad, este manifiesto no es tal. En verdad no creemos en los manifiestos. Nos parecen una cosa fascista. Un manifiesto se convierte en una serie de normas que deben cumplirse si se quiere estar en sintonía con un movimiento. Nada más lejos de la libertad, nada más dictatorial y cierra sentidos que un manifiesto. La cuestión es que si uno pone Manifiesto Zaraza de tal o cual cosa, quizás logras un poco más de atención. Sobre todo al ver que son puntos que dicen A) Usted debe detenerse en un semáforo. B) No debe atropellar a los peatones, aunque estos sean boludos y anden cruzando la calle sin mirar, o se detengan a mirar el infinito en medio de una bicisenda... En fin... Eso no...

14. Para finalizar quiero decir que amo la bicicleta. Amo pedalear y sentir el viento en la cara. Es en verdad una hermosa sensación y... pienso que sería de vital importancia que las bicicleterías abrieran los domingos. Pero bueno... esa es harina de otro costal, dijo un panadero ensoñado, un patinador sagrado, un pedaleador porteño...


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