sábado, 7 de diciembre de 2013

Pibes y porqueterías


Era sábado a la tarde y tuve que dejar mis juegos para acudir al cumpleaños. La cita era a las cinco de la tarde en el edificio que estaba doblando la esquina. A las 20 horas era le horario fijado para que nuestros padres nos fueran a buscar.
Leandro festejaba sus primeros diez años de vida. Momento importantísimo para cualquier niño que tenga consciencia de su otredad.
Me di un baño y me perfume con medio frasco de perfume Pibes. Me puse una camisa cuadriculada y unas bermudas. Y zapatillas claro.
Cuando llegué estaban casi todos mis compañeritos del colegio, mas algún que otro familiar de Leandro y amigos de otro lado.
En principio nos juntamos en grupitos. Pero después, la hermana mayor de Lea puso música y un poco se nos incitó a bailar con las chicas.
A mi me gustaba Andrea. Una compañera de piel muy blanca y pelo largo, negro y ondulado. Era un poco sabelotodo, muy charlatana y tenía pequitas en su cara.
Alguien que no recuerdo propuso el juego de la botellita. Otro u otra, propuso algo de un semáforo. Yo no sabía que eran esas cosas. Parecían juegos. Claro, lo eran, pero implicaban besos con las chicas.
Parecía todo un desafío. Tendría o no mi primer beso? Al parecer mi madre me había contado que cuando estaba en el jardín, una compañerita, Celeste, siempre Celeste, nos curzó con su madre en un supermercado y que ahí nomás donde me vió, me estampó un beso con mucha convicción. Al parecer yo me quedé inmóvil y con la cara roja como un tomate. Pero la verdad es que no me acuerdo. Asi que no se si vale...
En esta ocasión, yo solo deseaba que me tocara con Andrea y ninguna mas. Ya ni recuerdo las reglas del juego. Solo se que en determinado momento tenías a merced a alguien y le dabas a elegir entre verde (en el cachete), amarillo (pico), rojo (beso intenso de mas de diez segundos) y para los mas osados ultravioleta (beso imposible de chupón). Nadie se animaba todavía a este último. Pocos años después, en séptimo grado, ya habría varios incursionando en "transar", pero por ahora lo mas osado era el rojo.
Un compañero mío, Ramiro, un verdadero gilipollas, le tocó con Andrea y aventuró con un ultravioleta, pero fue rechazado y Andrea quedó descalificada. A ese Ramiro quería romperle la cara. Bueno, siempre había querido rompérsela, pero ahora me daba mas motivos. Perdía así la posibilidad de besar a Andrea.
Sin embargo otra compañerita me detuvo y me pidió amarillo. Tatiana. Petisa, trigueña, linda. Abría ya un gusto por las petisas que duraría hasta hoy día. Sin embargo el pico pasó rápido y casi ni lo noté.
Algunos se pelearon, otros dejaron el juego. Pero volvimos a jugar y esta vez, Andrea volvía a las pistas. Tuve que tolerar que besara a otro cretino, pero pasó sin pena ni gloria. Para los dos fue indiferente. Dábamos vueltas y vueltas y parecía que nunca me iba a tocar con ella, sin embargo se dió la oportunidad y cuando ya parecía que todos estaban ya aburridos de este juego precoz, Andrea se plantó frente a mi.
En un acto de total osadía le pedí un rojo fuerte. Violento. Al principio no quería acceder, pero todos insistieron ante mi inmutabilidad. Ella finalmente aceptó y antes que pudiera siquiera reaccionar, me agarró de las ridículas solapas de mi camisita y me estampó un besos. Todos se pusieron a contar a nuestro alrededor los diez e interminables segundos. Abrí los ojos y vi que ella los tenía cerrados, y su cara estaba tan roja como un tomate maduro. Yo sentía que era el mejor momento de mi vida. Cuando llegaron a diez, todos vitorearon y ella inmediatamente me empujó y caí en la cama que estaba atrás mío. Salió corriendo del cuarto y a mi me daba vueltas la cabeza. Un par de compañeritos me felicitó y otros me dijeron "guacala, como pudiste besar a Andrea el loro".
Nunca supe si para Andrea fue importante o no. Nunca me animé a decirle que me gustaba. Terminamos la primaria y le perdí el rastro por mucho tiempo. Luego la crucé una vez por los pasillos de Filosofía y Letras, pero creo que no me reconoció.
Y así esa tarde, después que nos dieron la bolsita con los caramelos, me volví a mi casa con mis viejos. Con la cabeza dando mis vueltas, luego de haber vivido mi primer experiencia romántica de mi vida.
Y todo gracias al perfume Pibes.

3 comentarios:

JLc dijo...

que buen relato, que momento importante para un niño-hombre.

me encanto y me reí.
PONETE A ESCRIBIR CUENTOS O ALGO. ya !

Anónimo dijo...

Hermoso, santi querido.

GAVIOTA dijo...

Hooooooooooooooooooooooooolaaaaaaaa!!!
Mi querido Santiago, otra vez por aquí, leyéndote y disfrutando de tus experiencias románticas.
Me ha encantado, esas aventuras son buenísimas.

Me has hecho recordar algunas.

Saludos y besos.