miércoles, 4 de diciembre de 2013

La llamada de tu luz

Espanté las culpas de tu amor y todos los pormenores que me trajeron tus reclamos de plazos vencidos. La sintonía de amor se columpió como un mar abisinio de verdades desoladoras para el alma.
Pero la culpa de los desastres universales no tiene nada que ver con tu partida improvisada.
La división de mares rojos y soles grises, trajo como recompensa la fruta pasional del deseo caníbal primario.
Ahora ya nada puedo con tu laxitud extrema. Un día subiste a mi vida y otro día cualquiera te bajaste.
No siento nada. Ni dolor. Ni tristeza. Ni alegría. Ni soledad. Solo una tranquilidad parsimoniosa.
Un temporal se avecina en mi ciudad, pero en tu casa quedaron solo despojos de un amor disfrazado.
Tenga Dios piedad de mi alma pecadora, al intentar amar, con el corazón vacío.

Un día de brusca alegría me reencontré con tu fantasma le pedí disculpas.
El groove pormenorizó la velada.
Soy un gastronómico contento ahora.
Soy un periodista del New Yorker, con la primicia parada.
Soy el leonino irredento, que transforma dolor en placer.
Soy una bola germinal de fertilidad al por mayor.
Soy un Dios greco romano, sediento de sexo dionisíaco.
Soy un lustre para la sociedad conservadora y liberal.
Soy un peronista incorregible que lee a Borges y se pajea con Freud.

Destruyo toda sintomatología de la venganza mas pueril y te digo que tus poemas estériles ya no pueden afectarme. Serás una mala poeta, pero sos flor de puta. Eso te hace seguir en pie.
Mi pecado mayor es tener una lírica tan potente como mi fuerza vital. Y ya mi segundo chakra se funde con otros, para regocijarme en el hecho verídico de que ya no me importa nada de lo que piense o diga alguien que para mis ojos es tan esencial como lo invisible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

wuau, muy fuerte el escrito...