domingo, 12 de enero de 2025

Un tiempo de confusión


Los Scouts era un lugar de recogimiento, de aprendizaje y también de refugio. Muchos de los pibes que allí asistían tenían la necesidad (o sus padres) de ocupar su tiempo para que no se dedicaran al vagabundeo y la mala vida. Era (y debe seguir siéndolo) un lugar de cierta contención social juvenil. 

Cuando en el 97 ingresé a la secundaria, de a poco empecé a perder interés, muy paulatinamente, en seguir yendo al Grupo Scout. Había comenzado la secundaria, y de a poco los dibujos animados, los juguetes, las historietas (aunque estan perduraron un tiempo más), comenzaron a perder terreno en mis intereses que fueron volcándose más hacia la música, específicamente a guardar chirolas para comprarme mis primeros cedés. Además, remeras de rock, comenzar a intentar tocar la guitarra y eventualmente ir al algún recital. Pero todavia faltaba para eso. Estando en el Fader, hablando con mis compas, comenzamos a pergueñar hacer una banda. Ahí comenzaron los problemas porque todos apuntaban el sábado como día ideal para juntarse a tocar. Al principio, yo me despegaba del asunto diciendo que no podía por a o por b. Uno comenzó a sospechar y señalarme de por qué no podía juntarme nunca los sábados. Yo inventaba excusas diferentes siempre, hasta que un día se me escapó lo de los Scouts. Comenzaron las bromas y gastadas pero traté de enmendar el asunto diciendo que había sido Scout pero ahora no. Faltaba probarlo claro y de a poco comencé a faltar los sábados al grupo. Los primeros cuatro años del 93 al 96 no había faltado casi nunca, pero a partir de mediados del 97 emepcé a faltar cada vez más seguido, al punto que para fin de año ni sabía a donde se iban de campamento de verano. Había perdido el interés, amén de que me había llevado varias materias a marzo y tuve que romperme el lomo aquella vacación en Mardel estudiando para no repetir. Mientras comenzaba a juntarme más con mis compas del colegio para ensayar en nuestra banda Celtha. Tratábamos de hacer algunos covers de rock nacional con un chico que tocaba un redoblante, otro una guitarra y yo también, pero como no era muy bueno me dijeron que solo cantara. Así lo hice y de a poco comenzó ese viaje rockeril. En noviembre fuimos con mi viejo a ver al Flaco que tocaba en el Gran Rex, inaugurando así la era de recitales en mi vida que duraría al menos unos quince años más. 

1998 fue una continuación más random aún que el año anterior. Pasé por los pelos de año pero ya en segundo me di cuenta que esta vez no iba a ser tan fácil. El colegio se había puesto demasiado exigente para mí, que no tenía ganas de estudiar en el breve tiempo que me quedaba cuando llegaba del colegio a las siete y media de la tarde. Lo único que quería era juntarme a tocar y escuchar música. En mi familia me dejaron un poco ser porque estaba un poco intratable. De los Scouts, bien gracias... No recuerdo haber ido mucho al grupo ese año. Quizás comencé y lo fui dejando como el año anterior, pero creo que en 98 todo se configuró para que me alejara de los Scouts. Al menos momentaneamente...

Al final todo salió como el traste aquel año. En la banda cambiaron de estilo y se volcaron al punk porque era más "fácil", cuando en realidad era lo que Bruno y Demian querían hacer. Yo no tenía problemas en cantar temas de 2 minutos, o Ataque, aunque esta última banda me parecía bastante pedorrra... Después había unas canciones "propias" que eran una copia de Ataque... En fin, yo no estaba ya muy copado y se ve que se notaba. Me comenzaron a acusar de cantar bajito y querer boicotear a la banda. Me terminaron rajando... A mi me dolió  menos de lo que ellos pensaron. Por mi parte comencé a tocar la guitarra en mi casa cada vez más seguido porque quería mejorar y demostrárles algo, aunque no sé bien qué. 

Por otro lado seguí comprándome discos (ya había cambiado definitivamente mis compras de historietas por compacts). Y en el medio del ajetreo de aquel año donde operaron a mi madre de un ojo, en casa no había un mango, mi hermano comenzaba el CBC y mi padre le pidió que saliera a buscar trabajo, yo era un desastre en el colegio y seguíamos en aquel enclave urbano lejano y desolador de Pompeya. Salir para mí era algo casi imposible, algunas veces fui a algunas fiestas del colegio. Comencé a escuchar fuerte a Zeppelin, Deep Purple, y a AC/DC. Mis compas, cada día más punkies decían que yo me quería hacer el pesado pero que en realidad era un hippie. Comenzaron a odiarme sin saber bien por qué. Entre en una vorágine de agresividad y malas compañías que derivaron en quilombos en el colegio. Acumulando más de treinta amonestaciones por cosas que ya ni sabía a que se debían. La mitad del sobrecargado curso de 2ª quinta era un desastre y los preceptores venían cada dos por tres a gritarnos y decirnos que eramos uno de los dos peores cursos del colegio. Eso no desalentaba a nadie. Después algún idiota comenzó a llamar por teléfono y amenazar a varios de nosotros (supongo que habría visto Scream) con un voz de alguien más que no era del colegio. A mi me decían Hanson y que no fuera al día siguiente sino me iban a cagar a palos. Obviamente que fuí y cada vez que comentaba el asunto, un par de mis compas comenzaban con risitas cómplices. El asunto llegó tan lejos que comenzaron a citarnos a dirección para que buchonearamos a quien hacía eso. El jefe de precpetores era un narizón archi duro de esos que le gustaba golpear. Me amedrentó y me dijo que hablara que sino quedaba expulsado. Yo le dije que era una de las víctimas de aquellas llamadas. Él no me creyó y me dijo que varios habían hablado y me habían señalado como uno de los culpables o al menos de los que se juntaba con los malosos. Era cierto pero ya cada vez estaba más decepcionado del grupo de "amigos" que había forjado en dos años de mierda en el Fader. Al final, resultó que la mayoría apuntó a un tal Rodrigo Bustos Alvarez, un pelotudito que se hacía el malo, feo y desgraciado como él solo. Hijo de chilenos, una verdadera basura descartable. Lo rajaron a los pocos días. Después pasó un par de veces a la salida para hacerse el gracioso pero se notaba en su mirada que tenía miedo, marcado, tenía un futuro de mierda por delante. Al resto no nos fué mucho mejor... El año ya casi terminaba y para cuando llegó diciembre me di cuenta del terrible abandono que había dado a mis estudios. Ocho materias a marzo, si, el terror de la abuela como cantaba Santaolalla. Empecé a ir a particular ahí por Flores, cerca del colegio. Pero la suerte estaba echada... Era demasiado para cualquiera, y para mí sobre todo. Además nos fuimos a Mardel para la fiestas y nos quedamos buena parte de enero. Para mí se me hacía casi imposible poder concentrarme. De todos modos lo intenté... Fuí en marzo de aquel 1999 a rendir ocho materias, o al menos aprovar seis (que seguía siendo un montón). Desaprobé la primera, luego la segunda, a la tercera dije "bueno chaur, repetí, no lo puedo creer". A mis compañeros de curso les fué igual y nos hicimos los malos riéndonos de la situación. Después llegué a casa y me descompuse de los nervios. Todos estábamos en una lisya negra, negrísima, y por supuesto nos deshabilitaron para seguir en aquel colegio. Afuera todos! Nos volvimos a juntar una vez más en lo de Demian, en el bajo Flores y chau. No los volví a ver más. 

Mis padres me anotaron en un colegio privado por Constitución, donde comencé a ir a la mañana. Uniformado y derrotado. Me cerré más que nunca en mí mismo y el walkman se convirtió en una especie de escudo o coraza contra una realidad que no me gustaba para nada. Desde tener que cruzar la 21 en el 70 todas las mañanas y bajarme en las ruinas de Bailonia, rodeado de yiros y malandras salidos de alguna película clase b de los 70s hasta un colegio horrible, sin luz ni patio a la calle. Uniformado como un mequetrefe y sintiéndome más solo que nunca. Sentado en el primer día de clases, ottra vez en segundo año, me sentí muy mal y me juré no volver a pasar por todo eso. Y cumplí. Si bien no me convertí en un alumno ejemplar de la noche a la mañana (eso nunca iba a pasar) al menos logré llevarme sólo las materias "duras" a marzo y así lograr pasar de año hasta finalizar la secundaria. Pero antes de avanzar tanto en la historia, vuelvo a los Scouts. 

Para marzo de 1999 decidí que ya que había perdido una batalla, regresar con mis queridos compas Scouts me haría bien. En realidad, fue una casualidad que un día que había ido a ver a mis amigos de Catalinas, me crucé con Nico el guía de los Onas. Nos quedamos charlando un rato, le dije que había repetido de año ( y él se rió como diciendo ya repetí dos veces ya), le dije que quería volver al grupo. Él se quedó pensado y me dijo que era una buena idea. En mi ausencia habían pasado quilombos y el último había sido en el último campamento de verano (no recuerdo donde habían ido). Al parecer, una noche, Nico, Pato junto con los dirigentes Alexis y otros, salieron a bailar por el pueblo dejando al resto de los Raiders durmiendo en las carpas. A priori no parece algo tan grave pero parece que alguien del grupo se dio cuenta, los vio irse y buchoneó al jefe del grupo que creo que era en ese entonces Ariel. Había picas internas que yo nunca supe bien que pasó pero la cuestión es que al otro día le hicieron una especie de corte marcial a Alexis (que para mí, más allá de ciertas cosas, era un buen dirigente) y no sé, le dieron de baja o algo así. En protesta, Nicolás y Patricio, los guias de Onas y Charrúas respectivamente, se fueron del grupo. Entonces Nicolás me dijo que este era el momento ideal para que volviera, no sólo al grupo sino que él mismo me proponía como guía de los Onas. Iría a contarselo al viejo Bernardo que era quien había quedado como dirigente de los Raiders. Y así, después de casi dos años sabáticos (y de descontrol) volví al redil Scout y encima como guía de los Onas. En ese momento particular de mi vida necesitaba un refugio conocido, un lugar a donde volver y sentirme en casa. Era como el hijo pródigo y no iba a desperdiciar la oportunidad.

Por delante me quedaba mi mejor año en el grupo Scout. 

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