domingo, 7 de julio de 2024

Fuimos Scouts


Una vez Scout, Scout para siempre. Escuché esta frase de forma lateral y casi sin prestarle mucho atención en su momento. Con los años la volví a escuchar en relación a la Masonería. Es muy probable que Baden Powell (el fundador del Escultismo, no el guitarrista brasileño), haya sido Masón. 

Lo poco que sé respecto a este buen señor lo aprendó sin querer cuando estaba en los Scouts. Más específicamente en la rama de Lobatos. Lo primeros sábados que comencé a ir, notaba dos cosas que me llamaban la atención de nuestro "cubil": primero que nada, el intenso aroma a galletitas. Segundo, el cuadro de un viejo con sombrero de guardabosque y un pañuelote como corbata. Después claro, la inmensa cantidad de símbolos como la cruz, la cara del lobo y la bien ponderada Flor de Lys. 

En ese momento tenía nueve años y toda info que entraba por mis retinas tenía la fuerza de un impacto terrible en mi ser. La iconografía Scout es poderosa, y en el caso del grupo al que yo iba se sumaba a la ya tan conocida iconografía Cristiano-Católica. Muy impactante desde el punto de vista inmaterial. Había toda una simbología que funcionaba muy bien para un pibe con cierta sensibilidad. Todo aquello era un revoltijo de misterios que incluían Edad media, cristianismo, cruzadas, caballería, El libro de la selva de Kipling y un mundo interminable de conocimientos referidos a la naturaleza.

En ese otoño/invierno de 1993, una de las cosas que más recuerdo es estar sentado en un gran cuarto donde nos reuniamos todos los Lobatos y que uno de los dirigentes nos hiciera cantar El Oso de Moris, pero en la versión de su hijo de la flamante película Tango Feroz. Yo vivía en el bosque muy contento... caminaba, caminaba sin cesar... Bueno en fín, la canción es por todo el mundo conocida. La cuestión es que nos la hicieron cantar porque no sé... supongo que le veían algún tipo de relación con la iconografía propia de nuestra rama (Lobatos) ya que estaba inspirada (por decirlo de alguna manera) en los personajes de El libro de la selva de Rudyard Kipling. Uno de los personajes fundamentales era el oso Baloo o Balú, aquel que muchos conocíamos sobre todo por la película de Disney que veíamos en la tele. Ese oso bonachón y corpulento, medio bagabundo y ramplón, que pretende hacer de tutor del niño Mowgli, cuando el consejo de la Manada había dictaminado que volviera con los suyos. Sobre todo por el peligro que representaba Shere Khan, el tigre que se quería zampar al niño de un bocado sólo porque era humano. Si, Shere Khan representa de algún modo el instinto de supervivencia de Animalia frente a la voracidad cada vez mayor del Ser Humano. De alguna manera, el tigre protege a la Selva (el mundo salvaje) del hombre, que ya no pertenece a ese lugar. Es algo clave en este asunto, porque si bien existen diferencias entre la película (que es apenas una historia y media) y el libro de Kipling (otro masón), la idea central es la misma. La voz de la Manada es la voz de la democracia, ellos dictaminan lo que parece más justo. Ni la destrucción del niño (que más allá de ser humano no deja de ser un cachorro) pero tampoco la permanencia de él en los dominios de la naturaleza (lugar que le corresponde al reino de Animalia y que la humanidad hace milenios abandonó).

En los Scouts, los Lobatos eramos en conjunto la Manada, y Akela (nuestro dirigente) era quien nos llamaba para hacer (y ser) Siempre mejor. Todos formabamos parte de una micro comunidad dentro del Grupo Scout, donde nuestra primer rama era la de los más chicos y por ende los más coaccionados. Pero nosotros, los Lobatos, teníamos algo muy en claro. Si no obedecíamos los mandatos del consejo, el llamado de la Manada, nos convertiríamos en Bander Logs (los monos que vivían en los árboles y no se regían por ninguna ley). Clave en esta historia es la Ley de la Selva, no en el sentido de un "vale todo" como lo solemos pensar hoy en día, sino al contrario. La Ley de la Selva es aquello a lo que todo animal debe responder dentro del reino de Animalia. Una serie de preceptos que tienen que ver con saber responder a esas leyes ancestrales. Los monos (Bander logs) no obedecen ninguna tregua o pacto entre animales, viven en estado de anarquía total y envidian el soficticado ocio de los humanos. Pero no quieren hacer lo que hace falta para conseguirlo: trabajar. Solo quieren vivir de los resultados y por eso secuestran a Mowgli, para que les diga el secreto de ese rojo elemento (el fuego) ya que creen que saber aquello los convertirán en humanos. Pero Mowgli es un niño criados por lobos, no sabe ni siquiera lo que és el fuego. Mowgli representa a los niños inocentes, pero también es parte de la manada. Él debe aprender a los golpes que la infancia es juego y diversión hasta que llega el momento de crecer. Entonces es hora de armar las valijas y volver a casa, volver con los tuyos. Mowgli primero se quiere quedar en el mundo de los juegos eternos, pero el reino de Animalia con la Manada de Akela y la pantera negra Bagheera, lo empujan a volver con los suyos. El libro de la Selva, como Peter Pan, como Alicia en el país de las maravillas, y gran parte de las historias que Disney tomó de la literatura, son novelas de crecimiento y aprendizaje. No es solo aventura, es también crecer y dejar el nido, el mundo confortable de la infancia para adentrarse en una nueva etapa.

Ese año de 1993 no lo entendí claro, porque estaba en pleno proceso de crecer y me faltaba aún para dejar de ser un chico. Mi madre colaboraba con el grupo haciendo galletitas y tortas, o cocinando en las kermeses de fin de año para reunir fondos para el campamento de verano. Mi viejo aportó su talento de dibujante para hacer un mural dentro de nuestro propio cubil. Con Mowgli, Baloó, Bagheera, la manada con Akela arriba de la piedra, la boa Ka y otros animalitos de la historia. Después, unos muchachos de una rama superior se encargaron de pintar los dibujos que me padre había bocetado sobre la pared y durante muchos años, aquel mural persistió. Hoy los chicos quizás tengan otros rituales del paso de la infancia a la adolescencia. O tal vez carezcan de los mismos y estén condenados a vivir en un mundo sin rituales de crecimiento y eso pueda complicar un poco las cosas. No lo sé... En mis tiempos, haber sido Scout me ayudó pero también sufrí como todos el fin de una etapa y el comienzo de otra. Nadie tiene soliviantado nada al respecto para no zafar de las crisis de edad. Pero quizás, aferrarnos a cierta Ley a ciertas normas de conducta, nos ayude a ser un poco mejores y tener alguna brújula para no naufragar en la anarquía nihilista de los Bander Logs. Y no sé si una vez Scout, siempre Scout, pero algo siempre nos quedará de todo aquello.    

Otro día seguiremos debatiendo acerca de los mitos en los que se basaron los Scouts.