lunes, 16 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



29) Una fresca mañana primaveral del 2002 me hice la rata o rabona (no fui al colegio). Estaba en quinto año y ya tenía mi pase asegurado hacia la nada o la eternidad. Iba de Almagro a San Telmo y ya me pesaba esa ambigüedad casi lateral que me generaba ir de un punto a otro de una ciudad que no me veía. Cerca de San Telmo está El bajo, y más allá Puerto Madero, y más allá La costanera y un poco más allá, la Reserva ecológica. Pero no me fui tan lejos. Llegué a una banca de Puerto Madero y me senté a contemplar como el día empezaba a despertar, justo frente al sol naciente por el este.
Me había llevado algunos cds en mi discman. Uno de ellos era Close to the edge de Yes. Gran disco, con grandes temas y una gran tapa.
El tema que le da nombre al disco dura casi veinte minutos. Mas o menos por la mitad, el tema se calma, baja mil cambios y entra en una especie de trance responsorial. El cantante Jon Anderson canta y un grupo de muchachos le responde de fondo. Esa parte es hermosísima y dura algunos minutos, hasta que el super órgano de inglesia de Rick Wakeman mete un corte, pero luego vuelve la canción en voz baja. Pero otra vez los teclados de Wakeman cortan esa especie de nube de ensueño o pompa de jabón etérea en la que nos había sumergido la canción.
También podría hablar del tema siguiente And you and i, que tiene esa introducción de guitarra acústica trascendental, meditativa, contemplativa y hermosa. Una canción aún más épica que Close to the edge, pero ésta es el caramelo por excelencia de todo aquel rollo progresivo que disfrutaría en esa mañana primaveral mientras mis compañeros estaban aprendiendo en el colegio y yo aprendía a disfrutar en modo cuasi zen de la belleza de la vida.

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