miércoles, 11 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



25) A principios del año 2007 me compré el primer disco solista de Peter Gabriel del año 1977 (el de la foto en el auto mojado). Era finales del verano y por esa época suele llover bastante aquí por Buenos Aires. El disco amenizó perfecto la estación (los inicios del providencial otoño porteño).
Si bien temas como Solsbury hill, Slowburn o Humdrum son canciones difíciles de obviar, creo que fue Modern love (anterior al tema de Bowie) el que se me impregnó de manera más formidable.
Por aquellos tiempos andaba boyando de trabajo en negro a trabajo en negro. Pero puntualmente en ese momento me dedicaba a grabar unas charlas en el ministerio de educación.
Tengo el recuerdo muy nítido de escuchar Modern love de Gabriel e ir con una sonrisa a trabajar. Me sentía libre y esperanzado. Frente a mí se abría la posibilidad del trabajo independiente, estudiaba Psicología en la UBA y me estaba yendo bien. Ya había olvidado los pesares de la ruptura vivida en 2005 y la herida por la separación de mis viejos y de la muerte de mi gata en 2006 empezaba a cicatrizar de buena manera. Entonces, con las heridas cerradas y un porvenir por lo menos interesante me dediqué a mis proyectos particulares. Pocos meses después iniciaría un ciclo de cine donde conocería a mi siguiente relación y los problemas no tardarían en regresar, pero en ese momento estaba solo y despreocupado, viviendo la vida plenamente y feliz de hacer nuevas cosas.
Ese primer disco de Peter Gabriel me trae el recuerdo de una época luminosa y alegre y es en definitiva mi disco preferido del gran músico británico post Génesis.
A partir de ahí me haría gran fan de los discos solistas de él, comprándome los discos siguientes que no eran menos geniales, sobre todo el tercero y So.
Podría afirmar que esa hermosa etapa cierra en marco del 2009 cuando lo fui a ver al estadio de Velez en uno de los mejores conciertos que vi en mi vida. Luego empezarían los pesares con la partida de mi novia a Europa y la posterior ruptura, pero esa es otra historia que ya fue contada antes.
En cambio esa época de descubrimiento fue como una primavera de "entre guerras" donde pude armarme de una rutina solitaria y productiva que coronaría con la escritura de mi segundo libro de poesía que recién presentaría al mundo en un 2011 ya diferente y cambiado.

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