Para cuando volvimos al grupo a principios de marzo, mis días (junto con los de Rodrigo) como guía Raider estaban contados. Nos enteramos que habían cambiado posiciones nuevamente entre los dirigentes y Bernie había vuelto a ser Jefe de Grupo. A los Raiders llegaron Emilio y Vanina, una chica que hacía poco estaba pero era la mujer de Ariel y ya estaba dando órdenes. A Rodrigo y a mí nos bajaron de rango, nos pusieron como subguías y estos los pusierond e guías, con la excusa de que tenían que practicar porque nosotros ya estábamos grandes y en breve pasaríamos a la última rama: Los Rover.
En verdad, yo creo que Emilio no nos soportaba mucho y nos tenían mal vistos. Las primeras semanas que estuve yendo al grupo en condición de súbdito de Gabo, mi viejo subguía, la verdad volvieron las ganas fuertes de irme, de mandar todo aquello al diablo. Pero me serené, acepté el deshonor con cierto estoicismo (no era la primera vez que me desonraban allí), y aguanté porque quería conocer un poco al menos la experiencia Rover. Creo que Rodrigo habrá pensado algo similar porque tampoco dimitió cuando le pusieron a su querido Pablo como Guía. Ninguno de nosotros sentía ya muchas ganas ni respeto por los Raiders que quedaban. Cumplíamos las órdenes a desgano y a mi ya me empezaba a hartar definitivamente las formaciones y las ceremonnias de bandera. Pero habría un punto cúlmine que determinaría mi salida del grupo: las chicas. Pero no nos adelantemos.
En algún momento de aquel lejano año 2000 hicimos el pase a los Rover. Allí nos esperaban pocos compañeros, pocos cofrades y definitivamente nos tocaba compartir en un grupo misxto con las chicas, que también eran pocas. Los Rover tienen como lema Servir, y son los peregrinos del grupo, la última rama Scout y luego chau... cuando llegas al final del camino, haces la partida que hizo Leo en el sur, yéndose a una montaña. Después de eso podés seguir como dirigente con los chicos o quizás ocupar algún cargo más administrativo, pero no hay mucho más. Cuando me pasaron a los Rover tendría 16 años, al poco tiempo, en agosto cumpliría mis diecisiete. En verdad ya me sentía demasiado grande para todo aquello. Mis dirigentes eran Alberto, el papá del ya mencionado Leo y Lorena, una muchacha de veintipocos. Una de las primeras víctimas de mi creciente despertar sexual porque sí, ese año se me despertaba definitivamente el indio, se entiende... Y poco a poco, a medida que entrábamos en confianza le iría tirando indirectas a la pobre Lorena que se indignaba ante el atrevimiento de este adolescente irrespetuoso. Cuando no se ponía colorada de verguenza. Creo que tuve unos fuertes ratoneos con Lorena, pero nunca traspasé el límite. Todo quedó en un sutil cachondeo, indirectas y bromas más o menos incómodas.
Una de las primeras cosas que nos hicieron hacer fue ir a hacer servicios a lugares y uno de ellos fué el geriátrico municipal, cito en el cruce de las calles Caseros y Amancio Alcorta, frente a Parque España. El lugar era una ruina, el estado calamitoso de las instalaciones nos hablaban de por lo menos una década de abandono estatal. Los pobres viejos estaban literal en las últimas y daba pena verlos así. Tratamos de jugar con ellos o de hablar, darles de comer y esas cosas, pero poco pudo hacerse. Los viejos estaban en otro planeta. Nos enteramos que la Raulito, famosa barrabrava de Boca, ocupaba un cuarto de las instalaciones, pero nunca la llegué a ver. La experiencia me dejó un recuerdo agrio, o más bien semiamargo, por el deterioro general pero porque al menos sentí que algo hicimos, o tratamos. También iríamos a servir sopa y agua a diferentes colegios como el Marianista en Caballito, o en la iglesia de San Cayetano, en el día del santo patrono del trabajo. Fueron experiencias importantes que tenía muy guardadas en la memoria, pero creo que de todos los ocho años que estuve en el grupo, lo más relevante lo hicimos en ese último tramo del trayecto. O sea, creo que fué lo más útil a nivel social, fuera de los juegos, aventuras y cosas que hacíamos en las otras ramas.
Para junio el grupo cumplió quince años, ya que había abierto en 1985, cuando yo era todavía un bebote con pañal. Fuímos a un campamento a Ezeiza y nos regalaron un señalador de cuerina como recordatorio. También hicimos alguna que otra excursión a la Reserva ecológica que tan cerca nos quedaba y siempre venía bien como para conectar con la naturaleza cuando la ciudad te engulle en su jungla de asfalto rutinaria y alienante. Para cuando llegó la primavera fuímos de camping a Inchausti, también en provincia de Buenos Aires. Recuerdo que hubo algún tipo de trifulca con alguien, y yo creo que me zarpé con Alberto, el dirigente esposo de Akela. Pero sinceramente no recuerdo que fué lo que dije o pasó. Solo que Lorena estaba muy enojada conmigo por haber sido tan maleducado. Ese sería mi último campamento con los Scouts de Nuestra Señora de los Emigrantes de La Boca. Sin saberlo, también sería el último campamento de fin de semana de ese grupo Scout como tal. Pero antes, las chicas...
Si, las chicas, porque como bien había dicho antes, en ese año 2000 se me había despertado el indio (o la sexualidad) de una manera mucho más definitiva que antes. En el grupo no había mucho para mí, mis compañeras scouts como Esther y la China, eran chicas muy piolas, pero no eran de mi tipo ni mucho menos. Lorena era una dirigente y era obvio que no me iba a dar bola, tampoco hubiera sabido que hacer con una chica más grande a esa edad, bah pienso... que se yó. En fin, la cuestión es que yo solía ir los viernes a la tarde a Catalinas para verme con Facu, Nacho, Juancito y los chicos del barrio. En una de esas salidas, nos cruzámos con unas chicas quizás un par de años menores a nosotros. Claro, ahora dos años no es nada, pero a esa edad es un montón. Había una chica de estas muy bella que me miraba con desproporcionado entusiasmo. Yo flasheé un toque con ella pero para mi no jugaba por el hecho de ser más chica, o al menos eso creía. Facundo me vino con el cuento de que aquella chica llamada no sé... Iris... no recuerdo, estaba locamente perdida por mí. Eso me confundió un poco y me puso nervioso. Además, parece que me había visto formando con los Scouts un sábado así que me decía El Scout. A mí todo ese rollo me ponía más tenso porque amén de que era más chica era muy bella y me ponía muy nervioso cuando una chica linda me daba bola. Simplemente me bloqueada y no sabía como seguir con todo el asunto. Pero bueno, en fin... la cosa es que todo quedó ahí, como era obvio que pasaría. Sin embargo, al poco tiempo pasó otro hecho fortuito que me alejaría del grupo y es cuando conocí a Melina. Uno de los sábados en que había una fiesta o kermese o vaya a saber que cosa en el grupo, yo andaba por ahí, dando vueltas cuando veo que llega Facundo acompañado de dos chicas. Una que era su enamorada y la otra, una chica de ojos grandes y amplia sonrisa. Al principio no les presté mucha atención, pero en un momento en que estaban también Nico y Pato de visita por allí, este último pondera el trasero de la susodicha. Ahí le presté más atención y me di cuenta que si, amén de aquello, era una chica atractiva. Con el correr de la noche me fuí acercando más y conociendonos. Como se decía entonces (y calculo que ahora también) pegamos onda charlando de vaya uno a saber que. La piba me gustaba y cuando se fueron me quedé con ganas de más de todo eso. De hablar más con ella, con una chica, conocer al sexo opuesto que me parecía tan lejano e inaccesible en su misma existencia. Estaba como el Doc Brown, pensando en conocer el otro gran misterio de la humanidad. Entonces, no lo pensé mucho, todo se dió de forma natural y de a poco dejé de ir a los Scouts para dedicar mis tardes sabatinas a salir con amigos, yirar por los barrios aledaños, y de ser posible, conocer chicas. Al fin y al cabo era un ser humano de carne y hueso y la vida me llevaba a recorrer otros caminos, otros senderos. Para fnales del 2000 ya no estaba yendo y creo que formalmente ya había dejado de ir a los Scouts. Cuando mis padres se dieron cuenta que mis sábados cambiaron de programación me hicieron la pregunta obvia: No vas más a los Scouts? Y mi respuesta adolescente dejó todo claro: Nah, me cansé ya. Claro, no hubo ningún aviso en épocas que nadie tenía celular, yo sólo dejé de aparecer. Ya lo había hecho dos años antes pero por las razones equivocadas, o por ninguna. Ahora sentía que tenía que dejar de ir a los Scouts porque para mí era un ciclo cumplido, un círculo que se cerraba, etc. Había empezado de muy pibito, allá por el lejano año 1993 y ahora... con otro presidente (otro fiasco), otra década, yo sentía que mis exploraciones tenían que ir por otro lugar... no tanto el bosque, pero sí más bien la sociedad. Todo lo que aprendí en esos ochos años de Scoutismo más o menos constante me lo llevo y guardo para mí. El aprendizaje en cuanto a campismo, camaradería, fe, supervivencia y sobre todo la conexión con la naturaleza que siempre mantendría como uno de los mayores tesoros obtenidos en esos años maravillosos.
Bonus track:
Debo decir que todavía no estaba todo dicho con respecto a los Scouts y debo contar como terminó no sólo mi presencia allí, sino también el mismo grupo. Como ya dije para finales del 2000 había dejado el grupo y me desligué completamente de todo aquello. Además, hacía algunos meses habíamos armado con unos ex compas de la primaria una banda barrial y tocábamos a veces los sábados y otras los domingos en una sala de ensayo de por ahí. La cosa se fue poniendo cada vez más seria hasta que para cuando llegó el famoso verano del 2001, estábamos metidos hasta el cuello con el asunto. Ese verano no nos fuímos a ningún lado de vacaciones porque años y años de liberalismo económico había dejado a mi familia más seca que una caña de azucar. Pero todavía teníamos el rock and roll para pasar un verano teenager de aquellos. En una de esas jornadas me robé un poster de la calle con Neil Young, de la única vez que vino a la Argentina y como no tenía un mango me llevé ese recuerdito. Era del Hot Festival donde compartía fecha con los hoy tan mencionados Oasis. Bueno, la cuestión es que puse el cartel en la sala de ensayo que teníamos en una galeria de Catalinas sur que se llama El Chavo del 8. Y eso, nos la pasamos tocando y haciendo pavadas rockanrolísticas de adolescentes. No supe nada de los Scouts en ese verano, ni a donde fueron de campamento de verano ni nada. Pero cuando llegó marzo pasaron dos cosas... En mi colegio (el Estrada) no había vacante para Bachiller, así que le dije a mi vieja que me anotara en el Bolívar. La excusa era de que mi hermano había hecho toda la secundaria ahí pero en realidad yo tenía secretas intenciones al ser el colegio donde iban Facundo, Gabo y sobre todo, Melina. Entonces pude decidir el colegio al que iba y fue una gran decisión, porque en el colegio les faltaba gente y me recibieron con los brazos abiertos. Por otro lado, un sábado que staba aburrido en casa, decidí pasar por el grupo Scout. Para ver en que andaban, para joder, por aburrimiento... que se yo. La cuestión es que fuí, y me encontré con un grupo cerrado. En la entrada estaba Rodrigo, mi viejo rival charrúa... Los dos ahí como dos tontos, pensado que habría pasado. Entonces nos dijeron de la iglesia que había habido un problema, alguien o algunos, habían robado plata de la iglesia y había dirigentes Scouts acusados. La verdad es que los motivos nunca se conocieron del todo. Con Rodrigo nos quedamos charlando un rato afuera de grupo y me sugirió que podríamos ir al cine un día. Estaba cambiado, menos agresivo, como si hubiera dejado de jugar un papel de villano. Sin máscaras, Rodrigo era como cualquier pibe de la Boca, simple, amiguero y orgulloso de su barrio. Le dije que sí pero en el trajín de aquel año convulsionado del 2001 no nos volveríamos a ver. Yo dejé atrás al grupo Scout y guardé todos mis bártulos scoutistas en una caja de madera (ahora están en una bolsa). Me fuí del grupo para nunca más volver y así fué. Luego tuve algunos encuentros fortuitos con ex compas que me fueron contando por partes versiones de lo que había sucedido. Algo había pasado en el último campamento de verano de aquel famoso e inolvidable grupo Scout de Nuestra Señora de los Emigrantes. Pero poco importaba ya, yo no estaba cuando fue el bardo y de alguna manera me hacía sentir bien no haber sido testigo del quilombo y debacle de aquel querido grupo humano. Me crucé en los años siguientes con Vanina y con Bernie y ambos me contaban que había como dos bandos de dirigentes, pero la verdad nunca me interesó indagar mucho en aquellas trifulcas porque yo le tenía cariño a muchos de ambos lados de la grieta. Algunos pocos años después creo que Vanina me avisó que iban a reabrir el grupo con gente nueva y nuevo nombre (por algo contractual no se podía usar el antiguo) y diferentes colores del pañuelo. Porque en realidad ocuparían el mismo espacio pero el grupo que se abría era uno nuevo y pocos quedaban del viejo grupo de los Emigrantes. Me ofreció si quería ser dirigente y la verdad que no, le agradecí, pero mi vida había ido por otros caminos. Sin embargo, siempre que pudiera trataría de hacerme alguna escapada, viajar por el país siempre que pudiera, aunque fuera en carpa. Porque todo ese mundo Scout quedó impregnado para siempre en mi ADN.
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