lunes, 30 de enero de 2017

El compromiso espacial



A través de asteroides, planetas, estrellas, galaxias, causares, y otras formas intergalácticas de energía e inmanencia, se encuentra Jorge, un tipo vulgar, colgado de un planeta chiquito y olvidado. Juega con sus androides de última generación. Es el último espécimen de los legendarios druidas bálticos del terreno de mas allá de toda verdad escondida y el valle del tiempo y la muerte.

Acá está Lorena, una chica un poco tímida, que le gustan las películas de cine arte, la música indie, y las pinturas de jóvenes pintores desconocidos. Se dedica a descubrir nuevos talentos para una galería de arte. Y le va bien, dentro de lo posible. En su micromundo de cine, música, artes plásticas y novelas beatniks, ella tiene su refugio de toda la maldad del mundo. Pero se siente triste y sola.

Entonces, acortando todas las distancias espacio temporales, llega Martín, el hijo futuro de ambos, pero parece que viene con una misión. No le interesa avisarle a los grandes líderes mundiales del desastre termonuclear que se avecina. No, ni tampoco advertir de la posibilidad de detener los desastres climáticos que en breve se aproximan. Lo único que le impide el sueño a Martín, es que sus padres se conozcan, lo conciban y lo críen. Un poco egoísta Martín, pero quién puede decirle algo.

La cuestión es como hacer para hacer posible el encuentro entre Jorge, un alien alienado intergaláctico espacial, y una terrícola hipster, aburrida, anteojuda y flaca como Mary Poppins.
Entonces, haciendo uso de toda su tecnología futura, Martín, acorta la distancia de ambos, materializándolos en un planeta intermedio llamado Ekhaté - 2.

Jorge, no sale de la sorpresa, y Lorena duerme, es muy probable que haya perdido los zapatos. Por eso, Martín le explica a Jorge que aquella que ve ahí dormida es el amor de su vida, que abandone las prácticas onanistas con andriodes de una buena vez. Jorge no necesita ser muy convencido, se enamora al instante de la jóven terrrícola, pero no se anima a tomar la iniciativa. Entonces Martín dice que si no le habla y la conquista, le derretirá el cerebro. Martín se presenta como Darth Vader, del planeta Vulcano, un planeta inexistente. Jorge, toma la decisión de hacer algo al respecto.

Cuando la joven terrícola Lorena despierta, se encuentra con la visión de Martín, con escafandra, le dice que el futuro de la humanidad depende de ella. Fué extraída de su planeta para vivir un tiempo lejos, mientras la humanidad irremediablemente se autodestruye, tener hijos con otro especímen similar a ella, y entonces repoblar el planeta Tierra. Ella dice que odia la sola idea de tener hijos, menos que menos con un desconocido espacial. Además odia a los niños, odia a los hombres y odia a la humanidad. Martín se da cuenta que la operación no era tan fácil como él sospechaba.

Lorena no lo quiere ver ni en figuritas a Jorge, por eso se escapa entre crateres y módulos espaciales abandonados en Ekathé 2. Jorge llora contra una roca verde cuvierta de musgo y fango. Parece un sapo llorón. Se siente mas rechazado e inseguro que nunca. La terrícola le rompió el corazón. Entonces, Martín se empieza a sentir mal. Su cuerpo se empieza a hacer evanescente y diáfano. Vomita líquido amniótico, y siente puntadas agudas en la boca del estómago. Se está destruyendo. Desapareciendo por su estupidez de querer precipitar las cosas, cuando todavía no son. Se siente un idiota, culpable de su propia extinción. Debe pensar algo ya o morirá irremisiblemente.

Lorena se encuentra oliendo flores ekathenses, de colores y olores innombrables e imposibles, cuando de repente aparece un ser rojo, parecido a un diablo pero gordo, y se presenta como Vil, residente vitalicio del planeta Ekathé. Se le acerca y se sienta al lado de ella. Lorena, con pollera hasta la rodilla, deja ver sus largas y esbeltas piernas, que son su fuerte. Vil, exitado, empieza a rozarla con sus manazas. Entonces, ella, con mucho asco y desagrado, le da un bofetón, pero Vil se posesiona e intenta violarla. En eso, Martín lo cita a Jorge en ese preciso instante y lugar, con la excusa de que Lorena lo espera para conocerlo.

Cuando Jorge ve la situación de intento de violación, piensa que es Martín con su traje naranja. Se acerca con ímpetu y le golpea la espalda a Vil, pero éste se da vuelta y le dice que se tome el palo si no la quiere ligar él también. Jorge al ver a la enorme bestia roja, se asusta tanto que casi se hace pis encima. Martín observa todo, mientras siente que se derrite como un cubito a la luz de la estrella Sirio. Pero Lorena le pide a los gritos a Jorge que la ayude por favor, y harto de esta situación, Jorge deja sus miedos atrás y vuelve a golpear a Vil en la espalda, entonces éste se da vuelta y le dice que va a cobrar fiero. Lo intima a Jorge para que golpeé de nuevo, entonces el muchachito, le tira un recto directo al estómago, pero Vil lo intercepta como solo un Interceptor puede hacerlo, a la velocidad del sonido, menos la mitad. Le dobla el brazo a la mitad y se lo parte en tres partes distintas. Jorge pega un alarido de dolor tan fuerte, que se oye desde la otra punta del pequeño planeta. Lorena, con mucho coraje, se tira encima de la enorme bestia colorada, y le da un puntapié en la nariz. Vil, enojado, la lanza por los aires, y cae, justo encimas de unas hortalizas rojas que amortiguan su caida, Vil se siente furioso, pero estalla en ridículas carcajadas al ver a la terrícola en el piso. Entonces Jorge se pone rojo de ira, mientras Vil mira lascivamente a Lorena, junta toda su fuerza mega protónica, y le da un trompazo con la mano izquierda, su mano mas pesada, y le parte la quijada a Vil, que cae desmayado al suelo.

Lorena se acerca a Jorge y lo abraza. Se siente agradecida y a la vez atraída por ese nerd intergaláctico que la salvó de ese monstruoso Vil, siendo que llevaba las de perder. Ambos se abrazan y se besan. Entonces, cuando parecía que Martín estaba por espilchar, recobra su ímpetu. Cuando se levanta para ir hacia sus futuros padres, ve una escena horrorosa. Jorge y Lorena, aprovechando el desmayo de Vil, empezaron a cercenarlo con cuchillos oxidados, cortándole todos sus miembros, y dejando la cabeza para el final. Vil, con su último aliento pide piedad, pero entonces, Lorena, loca de rencor y sed de venganza, le clava un tuvo mellado en medio de la garganta, y se regodea en orgíastico festín de sangre y líquidos. Luego, Jorge y Lorena se ponen a bailar desnudos alrededor del cuerpo mutilado y prendido fuego de Vil. Después tienen sexo interespacial de alto voltaje y fuerza.

Martín, mientras los mira, se pregunta a sí mismo si no habrá creado un monstruo, pero las reglas, son las reglas. El contrato se lleva adelante. Martín casa a sus padres, mientras su propia existencia, crece paralelamente en el vientre de Lorena. Cuanta locura, maldad y violencia, a lo largo y ancho de todo el universo. Una vez que nace, se ahorca con su propio cordón umbilical. Jorge y Lorena nunca supieron que bicho le picó a Martín, pero en su honor, por haberlos juntado, le pusieron Martín a su hijo recién nacido.
Fin...

By George McFly. 1985.


martes, 24 de enero de 2017

Tisanuros


Existen esos momentos especiales en la vida de las personas, en las cuales se aprestan a mirar el micro mundo. Todos bien con ver las estrellas, pero a veces el mundo a nuestros pies puede ser mucho mas fascinante sino al menos mas cercano y accesible.

Cuantas veces miramos el piso en el baño mientras nos lavamos los dientes, nos bañamos o hacemos nuestras necesidades y nos encontramos con esos bichitos que parecen cienpiés, pero mas como pequeñas langostas, con antenas y cola, plateados o grises. Algunos los llaman pecesillos de plata.
Nunca falta el alma cruel que te dice que esos bichitos pican, que son peligrosos, que si te descuidás a la noche entran en tu oreja y te dejan huevesillos en tu oído lo que te causa después una contusión interna con probabilidad de derrame cerebral, ya que crecerían todos esos bichitos en tu cabeza y puesto con el cerebro es rico seso en proteínas se lo comerían como un caramelo.

Pero por otro lado, es un simple bicho típico de lugares húmedos. Se alimenta de piel seca, pelos, excrecencias, papel y tela. Básicamente come la basura microscópica que encuentra en el piso de tu baño.

¿Nace de unas vainas? Quizás como en Los usurpadores de cuerpos, este insecto salga de sus vainas para atacarte con su aguijón infinitesimal y así generarte un ardor insoportable en tu piel que ningún medicamento pueda aliviar, y así volverte loco de rascarte te termines suicidando.

Están también los que dicen que es uno de los seres vivos mas antiguos del planeta tierra, con casi 400 millones de años de antiguedad, lo que los haría los verdaderos y mas antiguos habitantes de este planeta. Ya que los humanos, es sabido que son descendientes de unos náufragos espaciales que cayeron a este planeta hace cientos de miles de años (no millones) y se cruzaron con formas mas primitivas de vida, entre ellas ciertos primates mas erguidos.

Los Tisanuros entonces serían como las cucarachas originarias de América, negras, grandes, pocas, que con la llegada de los europeos llegaron sus primas, mas rojas, mas voráces, mas barrenderas y plaga, y que de a poco fueron perdiendo su lugar hasta ser marginadas a los grandes campos de la llanura pampeana.

Cuestión que estos pequeños insectos viven hasta ocho años de vida. Así que, antes de matarlos fijate, podrías estar matando un bicho mas viejo y antiguo que vos en este planeta.

lunes, 23 de enero de 2017

!Feliz día del músico argentino!


Solo dos grandes monstruos como estos, son suficientes para mostrar la calidad musical de este bello país del señor. Y hay muchísimos mas. Si la calidad de un país se midiera por su música y no por su economía seríamos, claramente, potencia.
Besitos

martes, 17 de enero de 2017

Una escapada a Sentinel del norte.


Cuando la realidad te avasalle, cuando sientas que la humanidad se está yendo realmente al carajo, y que no aguantas mas la civilización, entonces es cuando te conviene darte una vuelta por la isla Sentinel del norte.
Al modo Olaf Stapledon en Hacedor de estrellas, nos sentamos en un sillón y dejamos que nuestro cuerpo astral se separe del físico y empiece a elevarse. Pero nosotros no nos vamos a dar una vuelta por el universo. No, sería demasiado extenso y habría que escribir, mínimo, una novela, como hizo el bueno de Olaf en los años treintas.
Sin salir del planeta, nos elevamos lo suficiente, hasta la estratósfera, y empezamos a dirigirnos hacia el este. Abajo vemos como vamos dejando la enorme ciudad de Buenos Aires, al instante ya sobrevolamos el extenso Río de la plata y su color amarronado. De a poco aceleramos mas, y haciendo uso de todo nuestro poder telekinético, empezamos a dejar el río atrás y nos adentramos en el mar argentino.
En breve ya estamos en pleno océano Atlántico. Pasamos por Ciudad del Cabo en Sudáfrica, para luego seguir sobrevolando pero ahora sobre el océano índico. Y entonces nos dirigimos un poco hacia el norte. Vemos las costas de la India, mas precisamente de la isla de Sri Lanka, pero seguimos un poco mas hacia el noreste. Entonces llegamos a Sentinel del norte. Una isla que depende de la India, pero a la cual nunca ningún foráneo pudo pisar debido a la fuerte hostilidad de sus habitantes, personas que nunca quisieron ni quieren tener trato con el resto de las civilizaciones humanas. Quizás sean los últimos seres humanos en estado puro, en el sentido de seguir igual a cuando habitaron esa isla hace miles de años. Quizás guarden algún secreto y no lo quieran compartir, o quizás simplemente no quieran saber nada con el resto de los humanos, por que simplemente sean muy poco sociables. Los pocos que se aventuraron cerca de sus costas fueron asesinados a punta de flecha o lanza. La India intentó hacer contacto con ellos varias veces, pero los intentos fueron vanos. Por eso dictaminaron un área de exclusión alrededor de la isla para que nadie intente acercarse a ellos, por la seguridad de visitantes y nativos, además para respetar su decisión de querer vivir aislados del resto del mundo. Poco se pierden la verdad. Por más que los Sentineleses vivan aún en la edad de piedra, poco pierden en su estado de total aislamiento. El mundo es verdadero caos y poco sobrevivirían si fueran contaminados por las culturas occidentales u orientales. Lo mismo da.
Por eso, la única forma de acceder a esta isla remota y aislada del mundo, es haciendo un viaje astral, o sea, solo la consciencia.
Cuando llegué a sus costas me maravilló ver la naturaleza abundante, los altísimos árboles y la poca gente. Apenas unos pocos centinelas en las costas que deben estar atentos a la llegada de visitantes, para alertar así al resto y repeler cualquier visita indeseada. Claramente debe ser una de las políticas mas fuertes de la isla el hecho de estar alertas ante cualquier visita. Se toman muy en serio el hecho de no ser molestados por nadie. Cruzando los primeros árboles podemos encontrar algunos cazadores y recolectores de frutas y caza de pequeñas alimañas. Muy profundo en la isla hay apenas algunas casas de paja y caña, muy modestas. No hay señales de que conozcan el fuego. Los sentineleses son de un color negro oscuro como la noche misma. Sus facciones son una mezcla de Hindúes, Africanos de Kenia y Madagascar y de aborígenes de Nueva Guinea. Son raros y poco conversadores. Las mujeres son pocas, pero a medida que mas me adentro en la isla me percato de que es una especie de paraíso en la Tierra. Manantiales, pequeñas lagunas azules, morros de un verde casi fosforescente y quizás haya pepitas de oro en su interior. Hay una cueva en la cual entran algunos de los cazadores.
En el interior de la cueva me doy cuenta que hacen sacrificios humanos. Mujeres, niños y algunos hombres cuyo comportamiento no es aprobado por el jefe hechicero de la isla. O tal vez necesiten matar a algún habitante simplemente para mantener la natalidad a raya.
Se hace de noche y todos se congregan a las afueras de la caverna, sale una luna llena brillante que ilumina casi a la perfección a toda la isla. Entonces, los casi cien habitantes se congregan en un círculo, tomados de la mano y entonan una melopea, o sea, un canto monótono, casi mántrico. Parecen entrar en trance, entonces todos elevan sus cabezas hacia la luna y la observan fijamente mientras siguen cantando. Observo hacia el satélite y no termino de comprender que es lo que miran. Quizás sean adoradores de la Luna, en vez del Sol. Puede ser, muchos pueblos lo son o lo fueron, pero de repente, veo que de la Luna se desprende un pedazo, o eso parece. Como un fragmento blancuzco sale de la Luna y empieza a descender de a poco sobre nuestras cabezas, pero de pronto pierdo la concentración. El miedo se mezcla con el hecho de que debo regresar a mis obligaciones, entrar a trabajar, descolgar la ropa, etc. Me parece un estupidez total de mi parte interponer esos pensamientos banales ante lo que parece un inminente descubrimiento soberbio, pero es demasiado tarde. Abro los ojos y acá estoy otra vez, en el sillón de mi departamento en Almagro, Buenos Aires.
Trato de volver, pero el ruido de mi calle de autos y ambulancias, un vecino que tose, una música lejana y ruido de cubiertos, impiden mi concentración y el regreso a la isla Sentinel del norte. Quizás no vuelva a tener la capacidad de regresar. Mañana volveré a intentar, y espero pueda descifrar el misterio de la isla y sus habitantes y luces brillantes en la noche.

viernes, 13 de enero de 2017

Los cuentos de terror que me contó mi abuelo... 3º parte


A Merlo volví en febrero del '94, esta vez con mi familia. Sin embargo, cuando llegamos a la casa de la calle Perón, mis abuelos nos esperaban allí para mostrarle a mis viejos como funcionaba todo. Así que un par de días estuvimos los seis.
Una de esas primeras noches, mi abuelo nos contó a mi hermano y a mi, la leyenda de La novia fantasma.
"Hace mucho tiempo vino un hombre de la capital de San Luis, apellidado Fabringas, hoy podés encontrar su tumba en el cementerio municipal. Cuestión que este hombre vino para hacer trabajo golondrina. En el invierno se iría. Sin embargo llegó el invierno y el hombre no se quería ir, ya fuera por pereza, falta de dinero, o simplemente por que le había gustado el lugar.
Como todo buen criollo era de buen tomar y una de esas noches, en las que se sentía mas solo que nunca, fué al bailongo del pueblo. Mucha suerte no andaba teniendo con las mujeres, entonces, después de varias copas y de varios intentos fallidos con algunas de las lugareñas, Fabringas encaró para la salida y con toda la intención de volver con el rabo entre las patas de vuelta a su pensión. De pronto, entre las concurrentes apareció una mujer de largo pelo lacio y negro como la misma noche, con un hermoso y largo vestido blanco. Ella parecía mirarlo solo a él y nadie mas parecía reparar en la presencia de esta pálida y gélida belleza invernal del valle. Fabringas de acercó demasiado, como casi hipnotizado. El la invitó a bailar, y al rozarla sentía como si su cuerpo fuera de otra consistencia, casi etérea.
Luego salieron a pasear por los alrededores y casi en silencio se juraron amor eterno. Ella parecía deseosa de oficializar y de casarse lo antes posible. Pero solo si sus padres accedían. Le dijo que eran muy conservadores, sobre todo su padres, pero Fabringas, un hombre rústico pero centrado, le dijo que el hablaría con su padre y todo estaría bien. Ella se emocionó y lo besó casi sutilmente en los labios. Una breve nevisca comenzó a caer sobre sus cabezas. Luego ella se fué yendo de a poco, y desapareció en la oscuridad de la noche.
A la noche siguiente Fabringas se vistió con sus mejores prendas, y partió hacia el bailongo. Habían quedado verse allí, sin embargo pasaron horas y el esperó paciente sin tener noticias de ella. Entonces se acercó a la barra y le preguntó al hombre que a todos observaba, si no había visto a la chica de blanco, a la cual detalló con precisión. Pero la respuesta dejó mas confundido a Fabringas.
No, amigo, usted lo que vio fue a la novia fantasma. Ella se llamaba María Inés, pero murió hace mas de setenta años. Algunos dicen que se había enamorado de un indio comechingón, pero que su padre no solo se opuso a la boda sino que salió a darle caza y matarlo. Cuando volvió a su casa, María Inés se había ahorcado. Después de mucho tiempo, algún que otro solterón como usted, se cruza con su fantasma, ávido de llevarse al otro mundo a algún pobre descuidado. Ya que el padre nunca mató al indio enamorado, dicen que ella entonces busca vengarse de los blancos poco precavidos. Así que ande con cuidado. La novia fantasma es ya toda una leyenda. No sea zonzo de caer en su trampa, si la vuelve a ver huya tan rápido como le den sus piernas, o sino mejor vuélvase a sus pagos mi amigo.
Fabringas, sin embargo, no dejó de buscarla durante las noches siguientes, su visión lo tenía obsesionado. Hasta que un día, paseando un atardecer por el cementerio, dio nomás con la tumba de ella. Y un retrato en el marfil de la lápida la hizo reconocer de inmediato. Entonces, embargado de pánico, salió rajando del lugar, y no volvió nunca mas por estos pagos. Aunque algunos dicen que si volvió, se casó con una lugareña y vivió hasta los ciento dos años. Pero todos son cuentos de viejas. La verdad es que nunca se sabrá que es cierto o leyenda, lo importante es lo que uno decida creer. Fin"

Yo me quedé atónito, pero sin temor, solo con ganas de volver al cementerio una vez mas a buscar huellas, rastros, algo que me ayude a entender la historia. Esa misma noche mi hermano me retó a ir de noche con él a ver si había algo. Sin embargo no me animé.
Pocos días después mis abuelos se fueron y nosotros quedamos en la casa. Una mañana me levanté a media mañana y mi padre tiraba un huevo podrido al tacho. Tenía una expresión muy seria y preocupada. Le pregunté que pasaba y no me contestó. Mi vieja se había ido a hacer las compras. Mi hermano dormía. Poco después me enteré que una vieja gitana le había preguntado a mi vieja si quería que le dijera la buena fortuna. Mi viejo, quizás preocupado por su trabajo, se acercó. La vieja sacó un huevo negro que se pudrió en sus manos. Y le vaticinó que ese año perdería el trabajo. Mi viejo le pago una suma importante a la gitana para eso.
Después se sintió fatal. Cuando se lo contó a mi abuela, Manuel le dijo que había sido un tonto al caer en esa superchería.
A mitad de año a mi viejo lo despidieron luego de años trabajando en diversas agencias de publicidad.
A merlo volví en enero del '97 solo con mi hermano y mis abuelos. Grandes vacaciones. Vimos con Manuel Cosquín 97, y comimos chivito y cordero. Pero no hubo mas historias ni leyendas de terror. Yo estaba por empezar la secundaria y prefería no creer en esas cosas.
En el 2001 mi abuelo Manuel murió de un cáncer fatal en el estómago, simplemente lo fulminó. Yo no pude ir a verlo, no tuve el coraje de visitarlo antes de morir. Con él se fué un gran recuerdo y amigo de mi infancia. Fue mi verdadero abuelo y siempre lo recordaré por eso.
En el verano del 2003 volvimos con mi hermano y un par de amigos nuestros a la casa de Merlo. Visitamos el cementerio y ahí encontré a todos, la rama de La muerta viva, la lápida de Mansilla y la bóveda familiar de los Fabringas. Saqué algunas fotos. Encontré varias posibles novias fantasmas. Todo estaba ahí, si uno decidía creer, como me dijo mi abuelo Manuel, una vez, hace mucho tiempo.

jueves, 12 de enero de 2017

Los cuentos de terror que me contó mi abuelo... 2º parte


Para enero del `93, volví con mis abuelos a Merlo. Esta vez era pleno verano y el la ciudad puntana era otra cosa. Por empezar, había pasado un año y medio y en ese tiempo todo había cambiado de forma considerable, desde el panorama hasta Merlo mismo. De a poco se notaba que iba creciendo y las tranqueras daban paso a rejas y ligustrinas mas sofisticadas. La casa, excepto por ese cambio, estaba igual que antes, Ese verano jugué hasta el hartazgo con mis amiguitos merlinos. Todavía jugábamos mucho a los pistoleros y a la pelota, obvio. Conocí una zona de naranjales y fuimos a almorzar asado a la casa de un gaucho conocido de Manuel. Un viejo de largos bigotes blancos, que parecía salido de algún western. Mientras yo terminaba mi morcilla, a la cual le ponía puré, vaya uno a saber por qué. El viejo tal se armaba un cigarro armado. Era la primera vez que veía a alguien armarse un tabaco. Me llamó la atención sobre todo por que guardaba el tabaco en una bolsita de tela con cordonsito. Llamativo para este niño de nueve años.
Una tarde, que yo había vuelto de jugar sin parar de la calle con mis amigos, Manuel se encontraba viendo en la tele sus películas de cowboys que tanto le gustaban. Entonces, cuando yo me disponía a salir de nuevo, Manuel apagó el televisor y me detuvo con su manaza de leñador.
Alto hombrecito, ¿a donde cree que va usted?- Afuera, a jugar a la pelota.- No ve que es tarde? Es ya casi de noche. - No pasa nada, cuando esté la comida me pegan un grito y vuelvo. -No señor, usted se queda acá. -Por? - Por que se lo digo yo. - Pero voy ahí por lo de los Mansilla, y... -No señor. Usted sabe la historia del viejo Mansilla? -No la verdad que no...
Como se disponía a contar otra historia me quedé ahí parado, esperando...
"El viejo Mansilla, de esto estoy hablando del siglo pasado, o quizás principios de este... La cuestión, es que el viejo Mansilla era un viejazo horrible, malo y mesquino, que todas las noches se empedaba, se ponía borracho y fajaba a su esposa. Un día los vecinos lo encontraron ahorcando a su propio perro, al cual después lo tiró desmembrado en medio de la calle. Los vecinos se quejaron del olor a podredumbre, pero nadie se animaba a enfrentar al viejo Mansilla ya que era de facón rápido, además de ser de los pocos en el pueblo que portaba arma de fuego. La cuestión es que un día a la esposa no se la vió mas. Algunos dicen que se cansó de sus bofetones y se fué Córdoba con su familia, pero otros dicen que Mansilla la mató y la enterró en el terreno del fondo de su casa.
Mansilla solía montar con su caballo y bajar a la pulpería del pueblo. Su casa estaba un poco mas arriba en la sierra, pero no mucho. A veces volvía tan mamado que se caía de su propio caballo, pero guai de quien se burlara del viejo, por que mínimo ligaba un rebencazo. Una de esas noches, volvió con dos mujeres, que se dice, trabajaban en el pulpería como visitadoras. La cuestión es que esa noche, Mansilla tomó demasiado mucho, y terminó tan en pedo, que las fajó tanto a estas mujeres, que una vez tiradas inconscientes en el piso, sacó su facón y las degolló ahí sin mas. Luego puso la pava para hacerse unos mates. Cuando el agua estaba caliente, abrió las bocas de las mujeres y vertió el agua dentro de sus bocas. Luego se tumbó a dormir tranquilo.
Al otro día, vió lo que hizo, enterró los cuerpos, y se juró que no bebería nunca mas. Se sentía un poco arrepentido, pero no lo suficiente para sentir empatía por nadie. De hecho esa misma noche volvió a la pulpería y se agarró nuevamente un pedo fuerte. Quiso buscar pelea con alguien, pero todos lo evitaban, por su violento carácter y por que cada día se ponía mas desagradable y de a poco se estaba convirtiendo en un paria. Algunos pobladores se estaban cansando de él y ya de a poco se estaba gestando alguna especie de plan para castigarlo. Todos sabían que la desaparición de las dos mujeres corría por cuenta suya, pero nadie se animaba hasta ahora de acusarlo.
Esa noche sin luna, Mansilla volvió dando tumbos a su casa, casi caído de costado en su caballo, llegaba a la parte del risco mas peligrosa y ahí siempre trataba de despertarse un poco, por lo peligroso. Una caída de ahí era mortal. Se aferró bien a la grupa y a su botella. Dió un trago largo y miró el cielo. Estaba raro. No había estrellas y si en cambio una especie de manto grisáceo y casi fosforescente en el cielo dando un aspecto tétrico. Cuando estaba próximo a su casa sintió que alguien le tocaba la espalda, no quiso darse vuelta, pero de nuevo insistieron, cuando volvieron a tocarle por tercera vez, esta mucho mas fuerte e insistente, vio el cuerpo de una mujer desnuda atrás de su montura y cuando quiso acelerar vio el cadáver de la otra mujer adelante suyo. Ambas tenían sus cabezas bajo el brazo. Entonces cuando estallaba en pánico, empezó a salir de abajo de la tierra el cuerpo desnudo y podrido de su esposa, con la garganta cortada que lo llamaba. Mansilla pegó un grito de terror y saltó del caballo, sin darse cuenta cayó al borde del precipicio, trastabillo y cayó al abismo. Pocos días después, encontraron su cuerpo en el fondo, con los huesos rotos y semi comido por las alimañas. Decidieron que no merecía un entierro digno, por todas sus maldades, y apenas lo cubrieron con algunas piedras. Allí yace hasta hoy en día, en ese desfiladero que todos los gauchos tratan de evitar por la noche, ya que dicen que si pasas borracho por ahí, de seguro te caes."

Yo me quedé de cara. Esta historia me había impactado mucho mas que la de la vez anterior. Me senté a la mesa y le pregunté si los Mansilla conocían esa historia y para mi sorpresa me dijo que si, que mañana se los preguntara, ellos confirmarían su relato. No le creí. Sin embargo, al otro día le pregunté a Diego Mansilla, un pibe del barrio y me confirmó la historia. Era un pariente del cual no les gustaba reconocer parentesco, pero así era. Historia, mito y leyenda. Luego sonrió y pateó la pelota. Yo me pregunté, o todos están en complot, o es posta la cosa. En todo caso, me quedé conmocionado.

miércoles, 11 de enero de 2017

Los cuentos de terror que me contó mi abuelo y que hicieron cagarme...


Manuel Romero era un merlino de pura cepa, nacido en 1929. Cuando rondaba los sesenta años conoció a mi abuela, Perla, que estaba separada de mi abuelo, desde que mi padre era chico.
En fin, Manuel era un gaucho de aquellos, alto, fornido, pelado y con brazos y manos de leñador. Tenía el típico humor picaresco cuyano, y mas allá de que yo solía enojarme con sus bromas, la verdad es que poco tiempo pasó hasta que se ganara mi corazón y el lugar de abuelo postizo, como solía decirle ante sus increíbles risotadas.
La primera vez que me llevaron a sus pagos, fue en el invierno de 1991. Yo por esa época sufría de un principio de asma, y me atendía, como casi toda la familia, con un médico homeópata. Éste mismo le había recomendado a mi vieja que fuera nomás con mis abuelos, ya que Merlo tenía fama de tener un micro clima muy bueno para la salud. Cuestión que, un poco a regañadientes, me dejaron ir. Yo estaba chocho, lo único que conocía en esa época, mas allá de Buenos Aires, era Mar del plata y alrededores, y las únicas "montañas" las de Sierra de los padres.
En aquellos tiempos, uno todavía podía viajar a lugares como San Luis o Bariloche en tren. Así que nos fuímos a la estación de Retiro, la misma de donde salen los trenes a Tigre.
Mi viejo me fue a despedir y me llevó una pistola de cebita. Estaba a cada momento mas entusiasmado.
Yo tenía siete años, y recuerdo un tren un poco mas lindo y cuidado que el de Mar del plata y que nos daban unos almohadones chicos para la cabeza y unas mantas. A la madrugada hicimos trasbordo y seguimos el viaje en micro. En los alrededores había mucha nieve, cosa nunca vista por mí,
Llegamos a media mañana a la casa de Manuel, en un pueblito que todavía tenía en su mayoría tranqueras. Un perro loco nos salió a saludar a puro ladrido mañanero. Hacía frío, pero era un frío seco, así que estando bien abrigado uno casi ni lo sentía. En esas mini vacaciones de invierno, podría decirse que me curé de todos los males que aquejaban mi pecho. A los poco días ya estaba correteando y jugando a los pistoleros con los chicos locales de la cuadra. Miguel, Daniel, Rafael, Ariel y Mariel.
Una de aquellas noches frías, el viento soplaba fuerte sobre Merlo. Mi abuela cocinaba una carne mechada, mientras mi abuelo Manuel, avivaba el fuego de la chimenea. Entonces me preguntó si conocía la historia de La muerta viva. Le dije que no y acto seguido me apresté a que me contara la historia.
"Hace varios años, en este pueblito, a pocas cuadras acá, vivía Julieta, una chica jovén muy linda, de pelo lacio y dorado como el sol. Sus padres habían venido a vivir desde lejos, otro país, pero ella se crió acá. Cuando tenía mas o menos veinte años, conoció a Pablito, el hijo del carpintero Pedro. Se enamoraron mientras jugaba al sapito en el arroyo Piedras blancas. Pero los padres de Julieta no aprobaban la relación y le prohibieron que siguiera viendo a Pablito, pero ellos se las arreglaron para escaparse noche por medio y verse en los tapiales, cerca del viejo cementerio. Una noche, Pablito se demoró, y Julieta se sintió sola y temerosa, entonces, de la nada apareció un viejo decrépito que se acercó a la joven. Ella estaba a punto de irse corriendo. Todavía quedaban algunas luces del sol, pero entonces el viejo le dijo que ya los había visto varias veces a ella y a Pablito y que tuvieran cuidado porque ese lugar no era zona apta para la joven pareja, ya que otros poco precavidos habían sucumbido ante La muerta viva, una joven de la edad de Julieta que había sido dada por muerta y enterrada viva. Entonces se dedicaba a salir de su tumba y asustar a las jóvenes parejas del pueblo, en venganza por no haber podido tener un amor. Entonces Julieta se asustó y llamó a Pablo a los gritos, pero mirara por donde mirara, Pablo no venía. Cuando se dió vuelta el viejo ya no estaba. Julieta salió corriendo, pero como ya era noche cerrada, sin darse cuenta entró en el cementerio. Apenas se dió cabal cuenta de su terrible error cuando, caminando entre las tumbas, buscando alguna salida del lugar, y llamando a Pablo a los gritos, sintió de repente que algo le agarraba de su vestido largo, casi sin mirar, vió a la muerta salir de la tierra seca, dando alaridos de sufrimientos y aferrando su huesuda mano a la ropa de Julieta, entonces con mucho pavor, Julieta salió corriendo dando gritos de terror. Pero a los poco metros, ante la oscuridad profunda del lugar, se tropezó con una lápida y cayó al suelo. Un certero golpe en la cabeza la desmayó por completo.
Al día siguiente despertó por la mañana, con el sol del domingo a pleno. A lo lejos se escuchaban las campanadas de la iglesia y salió corriendo antes que sus padres se dieran cuenta que no estaba en su casa. Esa misma tarde fué a buscar a Pablo, a quien no había visto en todo el día. Salió avergonzado por que la noche anterior se había quedado dormido, pero Julieta no le dió mayor importancia a eso, le dijo que había visto a la muerta viva del viejo cementerio. Pablo no sabía de que quien hablaba, pero le siguió el juego. Entonces fueron al cementerio y caminaron con las últimas luces del sol, buscando el lugar donde La muerta la había atrapado, pero cuando parecía imposible encontrar, Pablo tropezó con una rama. Era un pedazo de raíz de un árbol viejo que salía hacia afuera y en la punta estaba atrapado un pedazo del vestido de Julieta. Así que ambos rieron a carcajadas, entendiendo el misterio de La muerta. Entonces cuando salieron del cementerio, escucharon la misma risa de ellos pero en cambio, a lo lejos vieron al viejo sepulturero que los saludaba y que reía llevando un gran bulto sobre su cuerpo. Ambos se miraron y salieron corriendo de ahí, tan rápido como el avestruz mas ligero. Fin"
Yo me quedé estupefacto, me había atrapado el relato, pero no me había dado mucho miedo. Le pregunté si al final Pablito y Julieta se pidieron casar, y me dijo que si, al final los padres de ella aceptaron a Pablito y pusieron una carnicería del otro lado de la sierra de los Comechingones, en Bola loma, Córdoba. Ahora eran dos ancianos. Me dijo que si quería un día de aquellos los pasábamos a conocer. Le dije que si, pero nunca me llevó.
Le pedí que me cuente mas historias, pero me dijo que otro día. Y acto seguido mi abuela trajo la cena.

martes, 10 de enero de 2017

País miopía


En el país miopía viven los que no pueden ver, los que aprietan los ojos, los que se esfuerzan por comprender las miradas por venir.
En el país Miopía vive María, la de los pelos largos, y vista de lince. La que mira sin ver, la que oye sin escuchar, la que baila sin comprender.
En el país miopía vivimos los ciegos, que vemos solo lo que nos gustaría que fuera, pero no entendemos que somos.
En el país miopía, los ciegos son los corderos, y el tuerto es rey.
Un mundo sin comprensión es un mundo sin animadversión. Destruimos nuestros cerebros buscando la palta que nos de algo para morder. Masticar sin saborear. Repetir sin elaborar.
Entonces, vivimos en el país miopía, que sin buscar, a tientas, busca regurgitar lo mansillado, para devolver lo procesado.
Somos tontos, estúpidos, necios, que rechazamos lo poco bueno que hay, por lo que digerimos en el cajón bobalicón de la estupidez abyecta. Y así somos lo que otros quieren seamos.
Miopes de alma y espíritu, siomes de corazón.
Dame algo con lo cual romper nuestra ceguera mortal que nos impide ver las cosas como son de verdad, para así cortar por lo sano con el absurdo meticuloso al cual nos tienen acostumbrados los rectores idiotas del mundo antiguo y desgranar toda la furia que tenemos dentro, para volcarla entonces en el mar coralino de la mediocre idiosincrasia conservadora.