viernes, 9 de octubre de 2015

Barbarita


Es imposible disociarse del hecho, nada desechable, de que la realidad es mucho mas emocionante que la ficción. Sin embargo aquellos seres no estaban de acuerdo conmigo. Nos citamos los tres en el mismo bar de siempre y empezamos con todo ese rollo de la realización personal en el campo astral.
Juacio dijo estar en desacuerdo conmigo solo por costumbre, pero la realidad es la verdad, como dijo alguna vez el rey de los Dárgalos. Y en esa disyuntiva esencial nos encontrábamos cuando de repente, Lance, dijo su gracia que nos dejó a todos pasmados. !Delenda cartago! como decía el gran Catón. Delenda cartago amigos, que todo está por envilecer de un momento a otro. Pero nosotros no lo entendíamos. Rúbricas por diferenciar lo diferenciado de lo ostensible, nos fuimos convirtiendo cada vez mas en una especie de jenofontes internaúticos, completamente desplazados de las verdades mas elocuentes de nuestra era. Mientras continuaba el acalorado debate acerca de las veleidades inherentes de la cosificación en el ser contemporáneo de lo intraterreno, se hizo presente un ser en el umbral, al cual todos reconocimos casi de inmediato. Era la flamante Barbarita! Puta intergaláctica única en su especie, capaz de generar mas de veinte orgasmos simultáneos en seguidilla de 3 a 4 parsecs por segundo. ¿Sería que había llegado nuestro momento? Juacio no quiso esperar mas y se abalanzó sobre ella inútilmente. Fue torpe de su parte, Barbarita, enjustada en su traje verde de neopren antimateria, le dió un golpe de judo que lo hizo volar diez metros a lo largo del salón. Rotura de quijada y fémur. Barbarita miró ambos costados. Silencio en la sala. Los pocos presentes no se animaron a decirle nada. Avanzó con paso seguro, golpeando su látigo de sumisión subversiva de machismos rancios en su mano derecha. Yo tuve una inmediata erección. Ella se acercó a la barra y pidió Huascarín verde. Todo lo que fuera verde a ella le gustaba, la excitaba. Me miré mi estúpido gamulán ocre. Lance, maldito bisexual de lengua viperina, sacó a relucir su anillo verde, conseguido en alguna tienda de baratas de Plutón, o algún antro similar. Lo miré fijo a los ojos, esos ojos negros y horribles de Lance, maldito mutante asqueroso. Pensé en sacarlo afuera y estrangularlo para sacarle ese anillo de porquería. Era mi pase seguro al placer extremo con Barbarita. Pero entonces recordé algo mejor. Mis ojos, verdes, herencia paterna, me podrían servir mas que un anillo mugroso, símil plástico mandingo. Pero Lance pareció leer mis intenciones en mis ojos, y cuando estaba por hacer su jugada, sacó con gran velocidad su lengua viperina y me tocó las retinas en un movimiento a la velocidad del sonido. No lo vi venir y quedé cegado, por un breve lapso, pero el suficiente para que se me adelantara con Barbarita. Luego de tirarme jugolex en los ojos y resfregarme por cinco minutos, pude volver a ver, y lo primero que vi fue a ellos dos yéndose por la puerta del bar hacia rumbo incierto. Perdí.
Al día siguiente me enteré que Lance fue encontrado en su cubil desmembrado en nueve mil pedacitos de un centímetro. Suertudo Lance, lo odié para toda la eternidad. Mientras lo insultaba, pensé en como Barbarita lo habría desmembrado con sumo placer. Entonces una gota verde humedeció mi entrepierna.