viernes, 29 de agosto de 2014

Cadete XVII

El "Ferchu dub love" era un ávido escucha de reggae, dub y ska, entre otros sonidos varios, y en nuestras conversaciones de oficina, mientras preparábamos algún pedido para que llevara a los puntos de venta, hablábamos entre otras muchas cosas, de cine y música sobre todo.
Él me hizo escuchar a Eduardo Mateo, OPA, Zitarrosa, Camarón de la Isla, y muchas bandas de reggae, pero a finales de ese año, lo que mas me pegó fue Alika, la ex band mate de Actitud María Marta, banda rapero-lesbo-combativa de los '90s. Para mas exactitud podría decir que fue el disco Educate yourself, del 2008 el que se me pegó y me acompañó a lo largo de largas jornadas laborales por la calles. Otro disco que me acompañó mucho en esa época fue Born in the USA de Bruce Springsteen. Ya sé, no tiene nada que ver, pero en este afán de contarlo y decirlo todo, no podía dejarlo de lado, ya que es alto disco también.
Entonces, recordé que a V le gustaba el reggae años atrás y le hice escuchar el disco de Alika. Lo escuchamos varias veces en su casa, aunque ella ya estaba escuchando mas a cantantes solistas folkies de ahora, ya que se había abocado en sus tiempos libres a cantar acompañándose con la guitarra. Ella siempre fue mejor guitarrista que yo, lo cual al principio, cuando era mas jóven, me jodía bastante, pero con algunos años me parecía hasta bello que ella tuviera una capacidad y talento para la música que yo apenas podía esbozar. Siempre me gustó hacer música, desde chico cuando golpeaba latas con mis compañeritos de primaria, en una experiencia demente que había titulado Las manos eléctricas. Al margen de todo lo anecdótico e innecesariamente narcisita del asunto, llegué a un punto en que ya había dejado de lado mis aspiraciones de rock star, para abocarme ya definitivamente a la de ser el escritor maldito que tanto me había hecho flashear personajes como Artaud, Rimbaud o el propio Arlt.
El Pocho, amigo de Ferchu, compañero de trabajo, por lo general estaba en San Isidro, atendiendo en un punto de venta, pero una mañana me lo encontré en la oficina, escuchando música electrónica, y adelante de todo me dijo "Ahh chantoisa, te vi por la calle el otro día, caminando con una colorada" "Mmm? que onda? quien es la colo?" Todos se carcajearon de risa, burlándose tontamente, y yo me reí también. Claro, en ese momento V tenía sus pelo negro teñido de un leve rojizo. Me banqué las bromas y preguntas incidiosas de quien era aquella misteriosa 'colo' con la que me habían visto caminado por Diaz Velez. Les dije que era una chica con la que había salido tiempo atrás, y que bueno, nos estábamos viendo de nuevo. Luego se cansaron de las bromas y lo dejaron pasar.
Yo por otra parte me reencontré con todos los amigos de V, todos pibes piolas y alguna que otra cara nueva, pero en general buenos pibes, la mayoría músicos. Pero rescato a la brasilera, que había sido compañera de V en un curso de diseño de indumentaria, ella salía con Wilson, o algo así, un peruano muy canche y moderno que le gustaba mucho la cultura yanki y que nos criticaba por ser tan nacionalistas de no haber aceptado cosas como los Dunkin donuts o el Ice tea. Eran realmente horrendos, le respondí, y puso cara de desacuerdo. Igual me caían bien, los dos, sobre todo la brasilera que era una "gaúsha" muy macanuda.
Sobrevino una época de muchas salidas con V y de a poco toda la angustiosa primera parte del año iba quedando en el pasado. A veces me llamaba A y charlábamos un poco, pero yo ya no lloraba mas, haciendo acopio de la canción de Mimí Maura y en parte le mostraba mi desdén a quien antes no había sabido valorarme. Con V fuímos a ver a Los Natas, una muestra de pasarela de su amiga la brasilera y varias películas al cine. Para fin de año llegó el momento del fin de semana deseado por toda mi alma rockera. Por un lado tocaba un viernes el flaco en Velez, donde volvería a reunirse con sus viejos camaradas de Almendra, Pescado, Invisible y Jade, y por otro tocaba AC/DC, mi pasión de la adolescencia. Con dos días de diferencia. El flaco el viernes y los australianos el domingo. Fuimos con V a ver al flaco a un concierto de mas de 5 horas, donde ya no sabía como hacer para convencer a V que estaba muerta, para que me bancara. Estaba cumpliendo mi sueño y por suerte se la bancó como una campeona. Para el domingo ya que no quería mas nada, pero había sacado la entrada y me mandé entonces al estadio de River para ver a mi vieja pasión teenager. Estruendoso y vociferante, ya no me quedaban muchos sueños rockanroleros mas por cumplir. Quizás algo de Floyd, Beatles o Zeppelin, pero casi todo llegaría a su debido momento.
A mediados de diciembre tuvimos la primera fiesta de la radio, sugerencia que le había dado al dueño como medio para hacernos mas conocidos. Yo me puse a cortar boletos en la entrada, me la banqué lo mas que pude, pero cuando llegó V, no quería dejarla sola, le pasé la pelota a otro compañero de la radio y me fuí al fondo a bailar con mi petisa. Vinieron viejos amigos, mi prima con su flamante novio y algunas sorpresas mas. La fiesta estuvo bien, excepto por la música, que era realmente inentendible. Nadie conocía las canciones y todo era lo menos bailable que había. Una amiga de mi prima me saludó cuando iba a comprar cervezas, y V se puso como loca. Tuvo una de las pocas reacciones de celos que le vi. Siempre había sido yo el celoso. Después llegó la colo y casi lo mismo, pero después de ver que era la novia de mi mejor amigo y de cruzar dos o tres palabras, se cayeron y se llevaron bien. La noche era maravillosa y todo estaba saliendo lindo. Entonces, en determinado momento, V me sugirió irnos. La miré a los ojos y entendí esa mirada, ese brillo y ese deseo. Sin avisar a nadie agarré a V de la mano, y dejando a todos mis deberes por cumplir salimos disparados. Nos subimos a un taxi y vinimos a mi casa. Una vez en mi cama, nuestros cuerpos no se encontraron, simplemente se fundieron de la pasión. Otra noche inolvidable.
Entre otras tantas cosas que compartíamos con V, además de la pasión por la música, los libros de Hesse y Cortázar, estaba la pasión por lo sobrenatural y místico.
Una noche, quizás de la que guardo el recuerdo mas grato de mi relación con V, fue cuando a finales de diciembre, cuando ella se estaba por ir a Brasil y yo por reincidir en el sur, again, nos juntamos a ver un par de pelis que yo quería que viera. Hacía un par de meses que ella me había transmitido su pasión por la serie Lost, y ya me había hecho ver casi todas las temporadas que habían salido hasta el momento. En ese fragor de aventura y ciencia ficción, con algunos tintes ocultistas, le sugerí entonces, conociendo su pasión por lo sobrenatural, ver dos películas que versaban en alguna medida u otra, de los encuentros con seres de otros planetas. Entonces, aquella noche de verano, llevé a su casa Easy rider y Encuentros cercanos del tercer tipo. Arrancamos viendo la de Spielberg, mas directa sobre el tema. Le gustó mucho y la flasheó, pero cuando ya siendo las dos de la mañana, nos quedamos manija y pusimos Easy rider el flash se puso mas copado. En dicha peli, hay una escena en la que Jack Nicholson, medio fumado, está tendido con sus dos compañeros de viaje en el campo, rodeando el fuego, y a Dennis Hopper le parece ver una luz en el cielo que se mueve de forma extraña. Jack entonces expone su teoría de que fué un OVNI, que hace tiempo nos vistan y que se avistaron varios e extrañas formaciones por todo el mundo. Que el gobierno lo sabe pero que no lo dice por el pánico que podría generar en la gente, además de que no les conviene que la gente haga contacto, porque entonces perderían el poder de un sistema humano obsoleto que esta en vías de la mas calamitosa colisión. Jack es acusado de decir "charla de fumado", algo que mas o menos todos conocemos y hemos tenido. Pero lo que dice no deja de dejarnos una duda instalada, sea uno creyente en vidas en otros planetas o no. Yo nunca fuí un fanático del tema, pero siempre me gustó mirar al cielo nocturno en busca de algo. Creo que el cielo guarda muchos mas misterios de los que creemos, y al ser un fanático declarado de la ciencia ficción, nunca pude dejar de pensar que existe una posibilidad concreta de que haya vida inteligente en un universo que es tan vasto como el infinito mismo. Para V eso no es una posibilidad sino algo concreto y seguro. Cree ciegamente en la vida inteligente en otros planetas y en varias ocasiones me confesó que por conocer otros mundos, dejaría este sin meditarlo dos segundos, aunque por ello tuviera que resignar familia e hijos. Yo no estaba del todo de acuerdo, aunque siempre me considere una persona de espíritu aventurero, ala vez que muy arraigado con mi raíz, y creo que no existe un planeta mas hermoso que este. Después de finalizada la cinta, aunque después la peli versa mas sobre los prejuicios y al discriminación y la libertad, nos quedamos horas hablando con V en la oscuridad sobre todas estas cuestiones y no nos dormimos hasta que ya se había hecho de día y los pajaritos cantaban afuera.
Esa noche quedó grabada en mi memoria por la profundidad de nuestro temática y por sentir que estaba con una chica cósmica como yo, con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas. Realmente consideré seriamente que podría ser que hubiera encontrado a mi alma gemela ya que nunca había podido compartir cosas que para mi son tan importantes y ver una sensibilidad en alguien tan parecida a la mía me hacía creer en algo verdadero y duradero. Y así entonces terminaba un año que había empezado tan mal para mi, creyendo nuevamente.



jueves, 28 de agosto de 2014

Cadete XVI

Mi uniforme de cadete consistía en, básicamente, mi ropa, remera, camperita, pantalones Oxford, y botitas Pony, además del bien ponderado morral, con un libro a elección adentro y espacio para los papeles de trámites por hacer y el infaltable mp3, cargado de la mejor música del mercado. Lo cual podía ir desde los clásicos Beatles y Rolling stones hasta Neil Young, Johnny Cash o Spinetta, y/o cualquier banda de rock nacional del ramo. Siempre tirando mas bien la onda a los clásicos o conocidos como oldies. A veces podía mechar con algunos tangazos, que amenizan bastante bien la jornada callejera porteña o con música clásica, jazz y hasta flamenco (Paco de lucia y Camarón de la isla en lo posible).
La primavera se sobrevenía sobre la húmeda Buenos Aires de fin de década y el aroma a jazmín solía entremezclarse con los ya raudos aromas propios del lugar como nafta quemada, aceite y olor a chivo.
Para sobrellevar mejor mi rutina, mi psicólogo me recomendó que mirara las construcciones de la ciudad que uno puede apreciar en el centro y eso empecé a hacer. Vi desde cúpulas que nunca había vista hasta construcciones años '30 y '40 que me fascinaron. Pude llegar a descubrir también alguna que otra excentricidad como gárgolas, en la bien ponderada avenida Diagonal Norte.
Mis paseos por la ciudad me sirvieron para exorcizar viejos y nuevos fantasmas de me atormentada psique, pero luego de varios días de lecturas álgidas y poemas atronadores, pude empezar a inhalar un aire nuevo que me ofrecía esta vieja ciudad que tira para abajo, cuando la dejás, pero que también tira para arriba, cuando lo permitís.
Lo mas tedioso para mi, eran las colas en los bancos, donde a veces podías escuchar música, y otras venía un tipo de seguridad a decirte que te sacaras los auriculares. Todo un tedio burocrático, a fin de evitar las famosas salideras bancarias, tan en boga por aquellos años. Entonces, para exorcizar eso también, escribí en un cuadernito, mientras hacía la cola de un banco, esta especie de reflexión/bitácora de cadete andante:

"Bajo por la escalera mecánica de un banco hacia donde están los cajeros, los automáticos no, los otros, los de carne y hueso, automáticos también, y hago una cola importante donde un semi cerdo atrás mío no para de tirarse gases, o flatulencias para los amigos. Por delante hay un flaco con cara de amargo serrano, y nunca falta la vieja o no que se queja de la demora y la falta de empleados bancarios que atiendan para agilizar las cosas. Esto fué en el City que no es tan terrible, pero vayan al Macro alguna vez, verán de que carajo hablo.
Una vez que llego al mostrador me atiende un robusto empleado con cara grave y media grotesca, como de dibujito animado, cara de gigante bonachón y su parecido al psicólogo y dramaturgo argentino el "Tato" Pavlovski, me hace acordar a la última materia de la facultad que cursé el cuatrimestre pasado Teoría y técnica de grupos, donde vimos su prácticas y diatríbas en el campo del trabajo grupal, sobre todo con el operativo terapéutico llamado "Multiplicación dramática". El empleado no sé como se llama, por que es el único que no tiene nombre en una chapita como todos los demás, pero me la juego a que es el hermano menor o primo lejano del querido Tato. No sé, cuestión que es macanudo y el único que saluda cordialmente con ese aire de bonachón tan característico de personajes para chicos como el pequeño Juan de Robin Hood o el oso Balú de El libro de la selva, de la novela homónima del escritor inglés R. Kipling."

Una simpática reflexión, traspuesta luego al mismo blog en cuestión, pero que entonces me ayudó para tomarme con cierta sorna lo ridículo de todo el asunto de trámites y colas en los bancos de Buenos Aires, que no es otra cosa que un sinfín de absurdos continuos, hechos apropósito para la exacerbación de la locura general que ya acarrea la gente en de su vida privada. Pero no todo son locuras y almizcle. También hay tiempo para la poesía y el amor.
Una semana exacta después me volví a ver con V, esta vez sin apuros y mas tranquilo, en su casa. Otra vez estábamos solos. No se donde se había metido la hermana, pero supuestamente estaba en lo de su novio. Los planetas parecían alinearse todos un poco mas que la vez anterior, y entre charlas y bostezos, surgió ver una peli nuevamente. Esta vez vimos una que tenía ella que no recuerdo bien el nombre. La noche era fresca, pero ya primaveral, nada que ver con el frío de la semana anterior. Luego de algunas charlas amenizadas, nos distendimos tomando una cerveza, y en un momento en que sentía una tensión fuerte dentro, y en medio de una charla, los dos parados, al lado de la mesa del living, sin mediar preámbulos ni nada, me avalancé sobre V sin ningún tapujo. Ella sorprendida recibió el abrazo y el beso en la boca. Así estuvimos, un minuto, medio incómodos, medio extrañados uno del otro, reconociendo un cuerpo que alguna vez habíamos entrelazado. Después ella me apartó y me llevó de la mano al sofá. Nos seguimos besando y de vez en cuando nos mirábamos y nos decíamos lo loco que resultaba todo. La cosa se fue poniendo mas candente y en un momento de torpeza mía le pregunté si tenía forros. Me miró como si hubiese dicho una desubicación y yo por dentro me sentí muy estúpido. Después, sin responderme nada, me agarró de la mano y me llevó a su cuarto. Sin prender la luz, me tiró sobre su cama y ella luego se posó encima mío. Nos seguimos besando y de a poco fuí reconociendo las partes de su cuerpo que hacía cuatro años no tocaba. Todo estaba igual de bien. Sus hermosas tetas, su cadera ancha y su increíble culo. La petisa me había vuelto loco años atrás y en dos segundos había encendido la llama de la pasión en mí de una forma inpensada. Muchas veces después de que habíamos cortado, recordaba algunos de nuestros encuentros íntimos juveniles con gran pasión y regocijo. Ahora todo estaba ahí de nuevo. Nos sacamos la ropa, ella me tocó ahí, yo me puse como loco, yo la toqué a ella. Los dos estábamos mas cancheros que cuando éramos mas jóvenes, sobre todo yo. Ella siempre había sido buena. Cuando quise acordar, ya estaba dentro suyo, disfrutando como antes. Ella arriba mío, en la posición que siempre nos había gustado mas a los dos. Todo seguía pareciéndome surreal, como si fuera a otra persona lo que le pasaba esto. La noche estaba calma afuera, había muy poca luz que llegaba del living y nosotros reviviendo viejas pasiones del tiempo. Me dijo que acabara, que estaba todo bien y yo entonces sin vacilar, me vacié entero en ella. Uno de los mejores polvos de mi vida, lejos.
Luego de eso, nos dormimos. Y de que manera. De la mejor. Contento. Feliz. Y un poco confundido por como se había dado todo. Hasta hace no mucho, ella era un recuerdo, por momentos dulce, por momentos amargo, pero ahora ella era todo realidad nuevamente. Nunca mas volví a sentir una sensación tan única como la de aquella noche en la casa de mi ex, que ahora dejaba de ser mi ex, para ser simplemente ella.
...
Al otro día me desperté despeinado, confundido, desnudo. Miré a mi alrededor y estaba en un departamento extraño para mi. Nunca había estado ahí. Abrazada a mi había una chica hermosamente desnuda, de pelo corto, chiquita, hermosos senos y paradisíaca cola. Algunos tatuajes aquí y allá en su cuerpo relajado. Entonces recordé todo. Nada había sido un sueño. Estaba ahí, ella estaba ahí. Estábamos los dos nuevamente. Y entonces sin tener sueño volví a cerrar los ojos y abrirlos. Si, todo era verdad. La besé en la mejilla y traté de seguir durmiendo. Afuera, el sol, los pajaritos, los ruidos de la calle y de la gente caminando en un sábado por la mañana pre primaveral, me hicieron acordar que a las diez de la mañana tenía taller de pintura, ahí por Almagro. Estaba lejos y no iba a llegar. No sabía que hacer. Ella se despertó y con un sonrisa me preguntó si quería un café. Claramente me quedé con ella.
 

martes, 26 de agosto de 2014

Cadete XV

Sobrevino un leve lapso de descontrol y reviente en mi vida. Salidas furtivas, escapes de fumado impulsivo a prostíbulos de barrio norte y otros desmanes con el alcohol. 
Una noche me junté con mi amigo "Haddock", (compañero de tantas aventuras de ruta), y nos tomamos varias cervezas y vinos, comimos unos chori en la costanera, y caminamos por San Telmo, callados, cada uno sumergido en sus propias miserias. Cuando la noche ya no daba para mi, y estamos en un nivel de borrachera, realmente colapsado, no tuve mejor idea que proponer comprar un chocolate, para así apaliar la ruda noche invernal porteña. 
-Cual te gusta a vos? 
-No sé, cualquiera, elegí vos... a mi me gustan de chocolate con frutilla.
-Me da uno de los Cadbury's esos? Si, si, el grande. 
Pagué y nos fuímos con nuestro nuevo tesoro bajando por Defensa. Ya nos habíamos fumado todos los fumables, bebido todos los bebibles y comido... bueno, faltaba el postre todavía. 
Nos manducamos el breve elixir chocolatoso, mas yo que él. Luego nos sentamos en la puerta de una casa y nos dedicamos a observar a la poca gente que pasaba. Todos inmiscuídos en sus propios asuntos leves. 
De pronto me empecé a sentir mal. Nauseas. Era el aviso. Me paré y lancé una vomitada violenta. Luego otra y luego otra. Cuando quise acordar Haddock estaba a mas de media cuadra de distancia, observandome desde lejos y como preguntándome por telepatía su estaba bien. Estaba bien, y entendí que hubiera tomado distancia. Con el olor expelido, hubiéramos sido dos y no uno, los fisuras vomitando en las viejas calles de San Telmo, lugar por lo demás, históricamente acostumbrado a todo tipo de fisura, desde los tiempos de la colonia hasta ahora. Cuando me sentí mejor, erupté y me tomé un taxi, Haddock se entretuvo charlando con un famoso croto del barrio y apenas notó mi ausencia teniendo en cuenta que su estado era casi tan calamitoso como el mío. 
Luego sobrevinieron unos días de calma chicha. Una noche salí con un viejo amigo de la infancia y me invitó a un centro cultural de Almagro. Me decía que me iba a hacer bien salir y despejarme. Que por ahí iba una amiga suya que acababa también de cortar con su novio y quizás me pudiera echar "una real cana al aire", apalabras textuales de mi amigo. A mi tanto no me apetecía dicha perspectiva. De hecho, prefería quedarme en mi casa viendo alguna peli o simplemente durmiendo. Justo me llamó mi prima para hacer algo. (No sé porqué tenía la extraña sensación de que mi estado daba un poco de lástima en mis coetaños). Le dije la opción de mi amigo y quedamos así. 
A todo esto, yo le había mandado un mail a mi primer novia, no primera primera, pero con la cual había tenido un breve romance allá por la primavera del 2005 que fué mi verdadero marcapiel (al decir spinetteano), de hecho conservo la herida de su dolor con la apendicitis sufrida un día después de nuestra ruptura. La cuestión es que me contestó y hablamos algunas veces por chat. Un día, antes de mi programa de radio, fui a visitarla a su departamento en Las cañitas y charlamos un rato, le conté de mi programa y la invité a escucharlo. Ella vivía con su hermana, que apenas había visto cuando habíamos salido, cuatro años antes, y me dijo que ahora se dedicaba a diseñar ropa. Nos preguntamos su salíamos con alguien y ambos parecimos concordar en que estábamos solos. Después nos despedimos y no pensé que mas nada fuera a pasar. Parecía que se habían sanado viejas heridas y simplemente estábamos haciendo las paces con nuestro pasado. 
Pero la noche que mi amigo me invitó a salir (para echarme una real cana al aire con su conocida), hable con V, (mi ex), nuevamente por chat y nos empezamos a reir y recordar viejas historias del curso de guion donde nos habíamos conocido. A los dos nos gustaba el cine y ella se acordaba bien. Me preguntó si hacía algo esa noche y yo no pude menos que decir que no. Entonces me invitó a ver una peli, yo me entusiasme ante dicha perspectiva y propuse toda una serie de películas que tenía en casa para ver, emocionado como un adolescente primaveral. Quedamos en que pasaría por su casa a las diez u once de la noche. Traté de patear lo mas tarde la reunión porque no podía no ir a lo de mi amigo, sin que este se ofendiera, teniendo en cuenta que es un leonino de ley como quien suscribe. Entonces, en una jugada arriesgada, decidí cumplir con ambos compromisos. Yo no tenía ganas de ir a la fiesta de mi amigo, pero tenía que encontrar la forma de zafarla sin que se enojara. Entonces, bien temprano, tomé rumbo para el centro cultural, ubicado en Av Belgrano y Colombres, a pocas cuadras de mi casa. Me empilche y emperifollé bien  y salí, no sin antes agarrar Scanners, película del siempre eterno y extraño amigo Cronenberg. 
Llegué antes que nadie y la ansiedad por irme era alta. No habían aparecido ni mi amigo ni mi prima y ya me había fumado medio atado de cigarrillos. Al fin llegaron, casi al unisono los dos, unos de cada esquina distinta. Entramos y para mi alegría, el lugar rebozaba hippismo y militancia. Todo un sueño. Rastas, ropas de colores, medias de lana y olor a pachuli, con la foto de Evita y el Che de fondo. Un lugar al que seguramente no iría ninguno de los dos. 
Compramos una cerveza y nos sentamos en una mesa a esperar. Estaban preparando la función. Entonces salieron unos pelilargos a tocar sambas y otras cuestiones telúricas, con muy poca gracia y onda, mientras algunas chicas de pelo en pierna hacían malavares y otras gracias. Me quería ir, pero mi amigo sin saber que me pasaba, trataba de darme ánimo diciendo que su amiga ya iba a llegar de un momento a otro. Sonreí, y por dentro buscaba la forma mas concreta de salir de ahí. Entonces se me ocurrió. Y dije que iba al baño. Todo el asunto me apenaba mas que nada por mi prima, que estaba ahí sentada, como siempre, callada e introspectiva. Pero supuestamente había invitado a una amiga, asi que tampoco es que la dejaría sola. Cuando volví del baño, su amiga había llegado, entonces sin mas preámbulo me jugué el todo por el todo y les lancé de forma lo mas verídica posible que me sentía mal, que estaba mal del estómago, descompuesto, etc y que me iba a casa. (El viejo truco mas antiguo y la mentira mas gastada de todos los tiempos). Pero no me importaba, puse mi mejor cara de dolor y traté de explicarme y disculparme con ellos, mientras me insistían con cara de consternación que me quedara. Pero insistí en que me sentía mal y me escapé. Alguien podría decirme que actué mal y que era mas fácil blanquear mi situación, pero ni yo mismo tenía muy en claro que es lo que iba a hacer. Asi que ante la mirada desconfiada de mi amigo, me alejé de ellos y salí al exterior, donde el aire en los pulmones me infundió nuevos ánimos. Sin perder mas el tiempo me dirigí a la casa de V, mirando por la ventana las calles mal iluminadas de una Buenos Aires indiferente. 
Lo que sobrevino después es difícil de entender y explicar. De hecho todo fue tan raro que el lector me echará en cara haber hecho tanto preámbulo innecesario. 
Cuando llegué a lo de V estaba muy nervioso, casi como si nunca hubiera estado solo con una chica en una casa. La hermana no estaba, pero la noche no era propicia, hacía frío y tenía miedo, como Cerati en Un misíl en mi placard. 
Charlamos un rato, de cosas, de la vida misma. Ella había escuchado el programa del domingo pasado, donde había homenajeado los 40 años de Woodstock. Entonces nos miramos, nos medimos, nos deseamos por momentos, pero entonces el miedo surgió otra vez en mi y le mostré la peli que había llevado para ver. La pusimos y nos sentamos en el sofá. A una distancia casi diplomática. Ni muy lejos ni tan cerca. Simplemente ahí, al lado. Al margen de la extraña peli, muchas veces me sentí interrogado por mi mismo en cuanto a que es lo que estaba haciendo ahí y si debería o no hacer algo, mover un dedo, acercar una mano. Pero primó la desconfianza y la inseguridad y no hice nada. Todavía no me sentía capaz. 
Entonces terminó la peli. Nos gustó y la comentamos un poco. Viejas charlas nuestras volvieron a aparecer y después de un momento de silencio tenso, tan intempestivamente como había llegado, decidí irme. Pensé que era lo mejor. No quería actuar por impulso. Ella no era cualquier otra. Ella había significado mucho para mi y me había costado tiempo borrarmela de la cabeza. Sin embargo ahí estaba de nuevo con ella. Todo era era surreal. Cuando le dije que me iba me miró con sorpresa, como esperando otro desenlace, pero no pude reaccionar a tiempo. Le dije que hablábamos y salí a la calle fría, siendo las 3 o 4 de la noche. Me tomé otro taxi y volví a mi casa. Todo el asunto de mi amigo y mi prima había quedado completamente olvidado para mi. Una vez en mi cuarto me hice una paja confusa, plagada de borrosos recuerdos y me dormí. La noche siguiente, a la madrugada me mandó un mensaje de texto que me paralizó el alma. Decía algo así como que estaba muy contenta de haberse encontrado nuevamente conmigo, que la pasó re bien la noche anterior y que todo le parecía muy loco. Yo le puse lo mismo y siendo las 6 am, con los pajaritos primaverales cantando le dije que la quería ver. Me preguntó "¿ahora? Si le dije. Pero la elocuencia taurina, primó por sobre la impulsividad leonina y le dejamos para otro día. Después de esa charla por mensajes de texto, no me pude dormir mas y albergué una extraña sensación dentro mío. Después de varios meses de dolor y sufrimiento, me sentía entusiasmado y contento de nuevo. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Cadete XIV

Luego de todo ese rollo de la separación me sumí en una leve tristeza que no llegó a ser depresión, pero casi. A mi cumpleaños vino solo un amigo y mi prima. Ella me llamó y lloramos por teléfono. Después mi prima y Juan me acompañaron a la avenida Corrientes a comprarme un reproductor de dvd. Vimos una peli y luego se fueron. Me quedé solo en mi cuarto sin ganas de nada.
El lunes fuí a trabajar y le comenté a mis compañeros de trabajo que había cortado con A. Todos me comparecieron y me mandaron a laburar. Por la calles de Buenos Aires uno puede sentirse muy solo. Yo por mi parte no me privé llorar en los bondis a moco tendido o detenerme en plena 9 de julio a pensar en todo lo que había pasado, con cierto dejo de tristeza y pesar. Agarré un libro de mi hermano que tenía una dedicatoria de un amigo suyo que decía algo así como "Para leer en un momento de bajón. Feliz cumple. Hernán". El libro en cuestión era El almuerzo desnudo de Burroughs. Al principio no entendía nada. Luego, a medida que avanzaba en la lectura pasé de la incomprensión al estupor. La novela era realmente cruda y fuerte. Por momentos, mientras hacía trámites por el centro y viajaba en bondi de un lugar a otro de la ciudad, la narrativa del último escritor maldito americano me llenaba de tal nivel de impresión y aprensión, que me hacía olvidar mis penas. El libro era como una droga fuerte, como las que tomaba Burroughs, que me hacía perder noción de cualquier otra historia que hubiera a mi alrededor.
Luego de eso vino la tristeza nuevamente. En mi programa de radio hice un especial dedicado a las canciones de ruptura, y si bien por momentos se me hizo muy difícil hacer el programa, fue como una manera de exorcizar ciertos fantasmas que pululaban en mi cabeza. Sin embargo mi contacto con A no terminó tan abruptamente como hubiera deseado. Nos hablabamos por teléfono y a veces lloraba yo, a veces lloraba ella. A veces yo le pedía de volver y otras ella me decía que me extrañaba. Pero era imposible todo reencuentro."Nos va a hacer mal a los dos" me decía ella, y tenía razón.
Me inscribí en un taller de escritura en el Rojas y en otro de pintura por mi barrio. Sentía la necesidad de sublimar mi dolor por medio del arte. Todo me ayudaba de a poco a salir del pozo depresivo. Hasta la lectura del El hombre en busca de sentido de Frankl, donde el psicólogo hablaba de su experiencia en los campos de concentración, era una especie de escape para mi, ya que todo el dolor y el horror humanos, escondido en libros como ese o el de Burroughs, me daban la fuerza para entender que yo solo había sido dejado por una novia. Que eso le pasaba a todo el mundo, que me podía volver a pasar y que no era nada comparado con el horror, ese horror al que hacía referencia el coronel Kurtz de Conrad/Brando.
Un día llegué al psicólogo tan vapuleado por mi dolor que le pedí a grito pelado que me ayudara, que me iba suicidar sino. Él se quedó helado y luego me ofreció un vaso con agua. No encontraba dirección ni salida para mi sufrimiento.
Un día, hablando por teléfono con ella, me dijo que hablando de mi con una amiga suya, le había dicho que mi actitud rastrera era de alguien sin dignidad. ¿Dignidad? ¿De que me estaba hablando? ¿Dignidad por querer recuperar el amor perdido? No existe eso llamado dignidad cuando uno ama. La dignidad es solo una palabra estúpida que poco tiene que ver en cuestiones del amor, le dije y le corté. Me enojé mucho y volví a escribir poesía. Esa poesía brutal que me sale cuando estoy enojado con alguien. Entonces me salieron muchas cosas de descargo, desde la ira y el dolor, pero quizás la esquirla mas bella de aquel dolor que me había acarreado esa separación , sea la que transmití en el siguiente poema, donde evidenciaba cierta esperanza por un reencuentro a la vez que me abría a un posible nuevo amor, o quizás no tan nuevo...

"Un mes sin ella, un mes con ella, y otra vez un mes sin ella.
Luego los meses se van superponiendo como en una danza maquiavélica hacia la muerte.
La etérea no está mas, se fué, se la llevó el viento. Las lágrimas corren por la mejillas de él como dibujando sombras.
El destino recupera lo perdido en algún momento de la vida y vuelve a unir lo que parecía imposible reencontrarse.
Las almas en pena destellan en nueva y alborozada alegría del momento espléndido que vive nuevamente el ser.
Sin pensarlo demasiado se dejan llevar por un nuevo y renovado mar de lágrimas barnizadas con miel, azúcar y un poco de pimienta.
Las uniones letales suelen llevar tiempo oxidarse y corroerse, pero el momento es ahora y nunca. Como bien él sabe, y como dijo el poeta, le toqué un muslo y la muerte le sonrió. Entonces ya no queda mas lugar para las palabras. Sólo espacio para el devenir."

Lo que todavía no sabía era que el amor me esperaba a la vuelta de la esquina. El amor recuperado, el amor alguna vez perdido, pero no de A y su estúpido egoísmo banal y superficial, sino el amor de mi primer amor, que venía a rescatarme de las mismas fauces del averno. Aquel amor que había perdido cuando empezó, el amor que yo siempre entendí, había sido mi verdadero amor y que haría de ese 2009, que perfilaba como el peor año de mi vida, como uno de los que guardaría algunos de los mas bellos recuerdos de mi vida. 

jueves, 21 de agosto de 2014

Cadete XIII

-Bueno, me parece que deberíamos dejarlo acá...
Esperé a ver como reaccionaba, pero estaba inmutable. Seria pero tranquila. Como si supiera que esa era la solución a todos los problemas que yo le había acarreado.
-Y si. Me dijo y ahí mismo se me estrujó el corazón. Pensé que iba a funcionar, pero no. Todo seguía yendo hacia un final determinado.
-Quizás debería buscarme una chica mas de mi edad. O empezar a salir con pendejas.
Ella rió y dijo que estaría bueno. Yo sonreí con ella pero por dentro moría.
Esa noche dormimos juntos. Iba a ser nuestra última noche juntos. Hicimos el amor antes de dormir como si apenas nos conociéramos. Yo la sentí con todo mi ser. Disfruté hasta la última parte de todo su cuerpo. Fue hermoso y triste. Mientras acababa lloraba. Luego nos dormimos.
Tuve una serie de pesadillas horribles y cuando me levanté hice lo peor. Tendría que haberme ido dignamente de su casa, en lo posible sin que me oiga, casi a tientas, y así evitar toda una serie de despedidas forzadas y dolorosas. Pero no, la desperté y llorando como nenito le pedí por favor que no cortáramos, que me iba a serenar, que haría lo quisiera y le prometí lo indecible, rebajando todo mi ser ante la sola idea de perderla. Y de todos modos la perdí. Me podría haber ahorrado la agonía de perpetuar con esa historia un mes mas. Probablemente el peor mes de mi vida. Me mandé mil cagadas en el trabajo, Leandro Díaz casi me despide por olvidarme los sueldos de los vendedores de zona norte en la oficina, los vendedores casi me comen crudo cuando llegué hasta ellos con las manos vacías. Yo los entendía, hubiera obrado igual que ellos... o peor. Pero nada podía hacer, vivía en una especie de letargo en todo lo que no fuera mi intento de salvataje de la relación con A. Sin embargo las cartas estaban echadas desde hacía rato. Yo hice de todo para retenerla, re enamorarla, regalos, flores, ropa, salidas al cine y a comer, hasta promesas tontas como terminar la carrera de psicología en un par de años, si me daba la chance de demostrarlo, o cambiar mi laburo por algo mejor pago. Busqué trabajo en Metrovías y mi psicólogo me reprendió de tal manera (con todo el respeto que merecen los trabajadores de subte) diciendome que estaba perdiendo de eje mi ser, rebajandome como una mierda para algo que ya no valía la pena. Bueno, no me lo dijo así, pero yo lo reinterpreté así después de un tiempo.
Para mala fortuna me puse a leer Fragmentos de un discurso amoroso de Barthes y me pegó como el culo, ya que se la pasaba hablando del Werther de Goethe. Ese pobre diablo que se suicida por un amor no correspondido, al modo romanticista, al modo trágico, como les gusta a los griegos y a los darkies. Y yo me sentí así a lo largo de todo un mes. Arrastrándome a sus pies ante su indiferencia y su amor en cuotas. Mis celos ya rozaban la locura y lo inverosímil. Sentía que toda esa locura manaba de mi cabeza y que me estaba enfermando la salud, el cuerpo, la mente y el alma.
Por suerte todo terminó al cabo de un mes de que ella volvió de su Euro viaje censurado. Ante un ataque indiscriminado de celos nuevamente, me cortó en seco. Esa vez lloré, patalié, hasta me dieron convulsiones. Ella se asustó y me perdonó la vida una vez mas. Sin embargo a la semana siguiente todo se desencadenó de forma simple y hasta absurda, teniendo en cuenta como me venía tomando todo el asunto de manera de dramática.
Viernes tarde. Una semana antes de mi cumpleaños número 26. Llegó del trabajo a mi casa. Estoy con el ánimo por el piso. Tengo que ir a lo de A. Siento que no debo ir, pero a la vez no puedo no ir. Llego al depto, abro la puerta, entro, la voy a saludar y me da un beso en la mejilla. Le pregunto que le pasa, pero no me dice. Me voy a la pieza y con tristeza pongo la tele sin pensar en nada. Viene ella y me dice si quiero "milanesitas", claro le digo, sonrió pero luego se me pianta un lagrimón. Ella se pone seria. No aguanto mas esto me dice. Esto no va mas. En ese instante dejo de lagrimear, me seco la cara, me levanto y con el poco amor propio que me queda le digo, ok, listo, ya fue. Agarro todas mis cosas que puedo cargar, ropa, discos, dvd's (me olvido de forma imperdonable el dvd de los videos de Bowie), libros, etc y me despido casi como si me hubiera ido de un banco luego de hacer un trámite. Gracias por todo y si te he visto no me acuerdo. Ella se queda sorprendida ante el cambio de mi actitud, pero por suerte no cambia de opinión ni me retiene. La saludo en la mejilla y con tres o cuatro bolsas llenas de cosas salgo a la calle.
Paro un taxi, me subo, le doy la indicación de mi casa. Viajo serio. Llego. Le digo a mi viaje que todo terminó para siempre con A. Me pregunta si ya comí. Le miento y le digo que si. Me meto en mi pieza y me duermo. Al otro día ya sabemos que sucede.

martes, 19 de agosto de 2014

Cadete XII

Los tiempos oscuros se abatían sobre mi aletargado ser. Estaba anímicamente aniquilado. No tenía nadie en quien confiar.
"¿Mis amigos donde estan? Hoy no vienen hacia mi ¿y por que?" cantaba Javier Martinez de Manal en el existencialista Todo el día me pregunto, y yo me preguntaba un montón de cosas todos los santos días de aquel período.
Yo sentía que mi psicólogo me confundía mas en vez de ayudarme. Yo estaba realmente en un estado de incomprensible animosidad, paranoia y confusión. Me refugié en lo peor que uno puede refugiarse en estos casos. El uso y abuso de cannabis del tipo fumable. Exacerbando todo tipo de síntomas, fumar porro fue la peor decisión en ese período bravo de mi vida.
Finalmente llegó el día de la partida de A. Fuímos ella, yo y sus padres a despedirla a Ezeiza. Ella me había dejado las llaves de su casa (la peor idea). En el remis de ida, era el atardecer, vi como una especie de haz de luz que bajaba proyectado una nube roja desde el cielo a la tierra. Como una especie de meteorito salvaje. Solo atiné a decir que parecía un avión cayendo. Todos reprobaron mi comentario poco feliz, pero creo que en el fondo deseaba que el avión de A cayera antes de llevarla a su destino en vistas de una posible aventura amorosa en el viejo continente. Al menos eso paniqueaba yo con mis mil revoluciones en mi cabeza.
Yo nunca había ido a Ezeiza. Me parecía todo horrible y de pesadilla. El día, el lugar, la situación. Algo se escapaba de mis manos y no sabía como detenerlo. Mejor dicho, sentía que ella se escapaba de mi, y no sabía como retenerla. Cuando nos despedimos nos dimos un pico medio lastimero. No parecía muy triste de irse y dejarme con una lágrima pendiente del parpado. Lo peor es la vuelta. Volví en silencio en el remis con los padres. A veces la madre me contaba de cuando ella viajó a Europa a principios de los 70s. Aquellos eran tiempos. Solo que si yo hubiera ido en su lugar, hubiera ido a ver a Zeppelin, no a trabajar ni estudiar.
Una vez en mi casa me sentí mejor. Siempre me siento un poco mejor cuando una situación dolorosa me atormenta y llego a casa.
Sin embargo al otro día fui a laburar y así empezó una lenta agonía. Comenzaba así una eterna cadena de mails respondidos y sin responder. "Llegué bien" "Estoy bien" "El clima está hermoso" "Me ví con mi amigo", "Ahora estoy en Lisboa" "Madrid" "Barcelona" "Praga" "Berlin", etc, etc.
Yo acá asentía y fumaba, fumaba y fumaba. Como a penas puedo recordar el orden de los sucesos acaecidos, voy a resumir y acortar diciendo que básicamente los problemas empezaron cuando ella llegó a Londres, donde pensaba pasar una semana, ir al festival de Glastonbury y verse con ese homosexual inglés de mierda de Neil. Todo mi patriotismo afloró en la peor de sus versiones y tuve ganas de tomarme el primer avión y partirle bien la cara a ese gringo de porquería.
Para colmo de males, encontré unas fotos de ella en su computadora, donde se sacaba fotos desnudas y sacando trompita. Me volví loco. Me imaginé que eran para mandarselas al imbécil pobre diablo ese de Neil. Le escribí pidiendo explicaciones. Me llamó, me dio una explicación extraña, pero no había caso. Me puse a llorar y berrinchear como un nenito. Luego me serené y me calmé un poco. Ella me juró y perjuró que era una tontería, etc. Le creí en principio pero no entré mas a su compu.
Luego un día vino un amigo que estaba mal por otras cuestiones y nos quedamos fumando porro y escuchando Pink Floyd un buen rato. Luego vinieron otros dos y vimos una peli de Wes Anderson y luego otro día, solo, me vi More, la peli de Schroeder con música de Floyd, donde un flaco se enamora de una junkie y tienen una relación turbulenta en la isla Ibiza, donde él drogadicto y ahora carcomido por los celos termina muriendo de sobredosis ante la indolencia de ella (que seguro era escorpiana).
Cuando empezó el Glastonbury, murió Michael Jackson e intenté llamarla, mandarle mensajes de textos, para contarle la noticia pero no había caso. No me respondía. No quería o no podía. Ya poco importa. Solo se que yo acá era una bola de nervios y paranoia de la peor calaña. Si hubiera aprendido a serenarme y a tener una actitud mas nihilista de no importa ya nada, no la hubiese pasado tan mal al pedo, mas sabiendo que ya estaba todo perdido.
Como conté antes, el uso indiscriminado de maconia en este caso, fue perjudicial para mi psique. Me pegaba de la peor manera exacerbando mis síntomas paranoides y activando mi locura de la peor manera.
Escuchaba el disco Ten de Pearl jam y lloraba de nervios e impotencia imaginando lo que ella estaría haciendo allá, miraba para el balcón, pensaba en tirarme y terminar con la agonía de una vez. Pensaba después en la consecuencias. No podía ser tan egoísta. Les amargaría la vida a mi viejos, a mi hermano y a alguna que otra persona. O quizás no, de todos modos me parecía extremadamente egocéntrico de mi parte suicidarme. Nunca se me ocurrió pensar que en realidad nada de eso tenía sentido. Le estaba dando demasiada importancia a una situación de fácil manejo. Demasiado melodramatismo. Nada era en tan terrible. (Muchos años después me enteraría que tengo la luna en Escorpio).
Cuestión. Me iba por la noches a caminar, cuando volvía de cadetear, y me sentaba en la oscuridad del Parque Rivadavia a llorar a moco tendido como un loco perdido. Un loco de corazón roto.
Ella me llamó, estaba preocupada por mi sanidad mental decía. Trató como pudo de darme calma y seguridad pero yo estaba enceguecido. Quería cortar, ella me pedía que esperara a que volviera. Hice de todo para que generarle culpa. Una culpa quizás irreal o no, pero quería dañarla lo mas posible. Para que le pesara un poco al menos haberse ido y dejarme como un muñeco de trapo abandonado que ya no le divierte ni le hace gracia.
El tiempo restante traté de calmarme y esperé como pude a que pasara un mes y ella volviera.
Cuando finalmente llegó el momento, me di cuenta que estaba todo mal. Antes de ir a buscarla me fumé un porro y me activé lo peor de mi otra vez. Llegué a lo de los padres y había un clima de nervios y mala onda impresionante. La madre se cayó del remis antes de terminar de subir y el remisero arrancó despiadadamente dejando jirones de la madre de A por el suelo de Caballito. Fue todo muy rápido y confuso. Yo estaba re loco y no entendía nada. Solo sabía que todo estaba saliendo mal. Todo era feo y horrible y en mi cabeza sonaba el tema Black de Pearl jam todo el tiempo y no podía detenerlo, era como un mar de pensamientos oscuros que me llevaban a un final incierto y doloroso de donde no había escapatoria. Cuando llegamos esperamos, esperamos y esperamos y el avión no llegaba. Finalmente apareció A con sus valijas, entre gente cansada y contenta, pero ella con cara de culo y me besó en la mejilla. Chau, pensé, todo terminó.

jueves, 14 de agosto de 2014

Cadete XI

Un mes antes de la partida de A hacia Europa, la cosa se empezó a pudrir cada vez de forma mas acelerada entre nosotros. Yo ya casi no iba a la facultad y ella no me decía nada, pero lo notaba en su cara, sabía que estaba dejando la carrera y sabía que la relación no funcionaba mas para ella. Si, ella lo sabía, estaba mentalizándose de a poco, pero yo todavía estaba muy metido en mi mismo para entender nada de lo que ocurría a mi alrededor. 
Un detonante. Una noche me pide mi celular para escribir un mensaje porque no tenía crédito o algo así. Se lo doy tranquilo y cuando entra a bandeja de entrada lee uno de Mercedes, una amiga mía que siempre amé en silencio pero que eso no tenía porque saberlo, que decía que me esperaba por su casa al día siguiente. Solíamos juntarnos ya que es vecina de mi barrio, a tomar mate, hablar y escuchar Spinetta, cosas que con A no podía hacer mucho. Me preguntó con cara de culo que significaba ese mensaje. Yo como un tarado no supe responder. Me obnubilé y me quede callado sin saber que decir y que no sonara como un ocultamiento. Esbocé alguna explicación pero me puse tan nervioso que me pise la cola sin motivo. La cosa quedó ahí, pero al poco tiempo empezaron los mensajes de texto a su celular que llegaban en horas disparatadas de la noche. Ella me contó que era "Neil", un amigo inglés de alguno de sus viajes anteriores a Inglaterra que le escribía preguntandole cuando iba a llegar, etc. Me empecé a molestar. 
Un día agarro su celular con la misma actitud atrevida que ella con el mío y leo uno de este tal "Neil" que decía en un pésimo castellano "¿como anda hermosa?". Me dieron ganas de vomitar. Ahora entendía todo. Ella malinterpretó mi mensaje y ahora se vengaba con ese infeliz con el que estaría próximamente, a kilometros de distancia y con la mas absoluta impunidad. Quizás todo venía de antes, difícil saberlo, la cuestión es que yo entonces empecé a entrar en una escalada de paranoia imposible de parar y que tardaría meses en irse. Mi peor ataque de celos se había activado y mi psicólogo me diría luego que rozó lo patológico. Palabras fuertes que se quedarían grabadas por siempre en mi memoria. 

Por otro lado el laburo empezó a convertirse en una molestia donde interfería en mi preocupación central que era mi relación con A. Nada del otro mundo, pero ya estaba cansado de ser el "che pibe" de todos. Que venniera cualquier salame, desde el dueño con su "mostro" insoportable hasta el mas novato vendedor, dándome ordenes y diciéndome que hacer y que llevar, etc. Empezaba a estar realmente podrido del trabajo. Mientras veía como mi relación mas duradera hasta el momento se iba por el inodoro y yo cada vez empeorando mas la situación. 
Un punto límite, pero sin Keanu Reeves de por medio, fue una discusión que tuve con ella en la que se puso testaruda respecto a algo. Creo que se quería ver con unos amigos antes de viajar, justo un día que nos íbamos a ver nosotros y ella priorizaba a sus amistades con la argucia de que a mi me veía siempre. Eso yo lo tomaba como un desprecio horrible hacia mi persona, pero sobre todo como una falta de amor y desdén. 
Entonces me enojé, ante una conversación que se perfilaba de sordos, donde ninguno de los dos quería ceder, y entonces agarré una silla, la levanté por los aires y la tiré contra el piso con toda mi fuerza. El estruendo me asustó a mi mismo. Ella se quedó pálida. Yo no terminaba de entender bien que es lo que acababa de hacer, pero en ese momento tuve miedo. Miedo de mi mismo. Miedo de entender que yo estaba realmente mal y no sabía que hacer. 

lunes, 11 de agosto de 2014

Cadete X

Lo que mas me gustaba de ser cadete era cierto nivel de libertad que ostentaba cada vez que mi "ruta de viaje" diaria ya era trazada y podía salir a la calle. Muchas veces estaba corto de tiempo y tenía que ir a las corridas de un lado a otro, pero en otras ocasiones podía disponer mejor de mis tiempos y me daba el lujo de desayunar como corresponde o almorzar en algún restorán medio bacán. Además también estaban las disquerías del centro y no faltaron ocasiones de comprarme películas, libros o discos. Eso me hacía un poco mas feliz. No estar supeditado a la supervisión general a la que uno es víctima en las oficinas me daba un changuí para poder hacer las cosas a mi modo.
Por ese entonces empecé a fumar y eso fue un detonante mas en mi deteriorada relación con A. Me descubrió un paquete de cigarrillos en mi morral una mañana que me iba a trabajar, cuando quiso ponerme una vianda y no tuve mejor idea que decirle que no eran míos sino de un compañero de trabajo. Obviamente no me lo creyó. Nadie lo hubiera creído. Se puso a llorar. Me dijo que me eligió en parte porque no fumaba... (?) y yo no supe que responder, me pareció un aspecto mas de la superficialidad de su persona.
Salir a la calle implicaba para mi abstraerme un poco de todo lo que me rodeaba y que empezara un sinfín de canciones en mi reproductor de mp3. Ir caminando o viajando por Buenos Aires al ritmo de los Beatles o Spinetta era un verdadero aliciente para paliar el tedio y la rutina laboral que ya me embargaban hace rato.
Al margen de todo eso, yo ya me había acostumbrado al trabajo. Prefería hacer eso a estar en la oficina hasta las seis de la tarde como el resto de mis compañeros.
La contadora me llamaba por teléfono a veces para apurarme o chicanearme respecto a que andaba haciendo. Le respondía por le general tranquilamente... "Lo que vos me pediste que haga..."
Sin embargo muchas veces la calle era un arma de doble filo. Si bien podía escapar del ambiente claustrofóbico de la oficina, afuera me esperaba muchas veces un ambiente hostil de enojo y malestar. Las personas que andan por el centro o transporte público de Buenos Aires andan siempre enojados con la vida y no me faltaron secuencias de peleas.
Una vez iba cruzando Av Córdoba y Rodriguez Peña y un tachero casi me atropella al doblar violentamente por Córdoba. Lo puteo de arriba abajo y el tipo detiene el auto y se baja. En ese momento perdí conciencia de mi y me fuí corriendo hacia él revoleando el brazo y amenazandolo con cagarlo a piñas. No me importaba nada y estaba dispuesto a romperle la cara. Un transeúnte con actitud mas zen me detuvo e intercedió en la disputa. Al final tachero y cadete seguimos cada uno por su lado y con su malestar y frustraciones a cuestas.
"Cada uno es su propio delator, su propio infierno individual" cantaba Cerati.

viernes, 8 de agosto de 2014

Cadete XIX

Santiago Elías Carminski... Lindo nombre.
Gracias.
Muy bíblico. Es como que tus padres quisieron quedar bien con el viejo y con el nuevo testamento.
La miré extrañado. Que comentario mas random que me hacía esta mina. Estaba haciendo un trámite en centro y ya ni sabía que hacía ni donde estaba. Me mojó la oreja un poco mas y luego me fuí rápido hacia el calor fétido de la Buenos Aires veraniega.
En la oficina Ferchu y Pocho me llamaban simplemente Carminski o "Minska", aunque a veces podían mecharlo con un Santi o un mas estrambótico aún "Chantoisa", siendo muchas veces una referencia hacía mi decir "Fue la Chantoisa o lo tenía que hacer la Chantoisa" haciendo clara alusión hacia mi persona.
Aquellos fueron buenos tiempos en líneas generales. Trabajaba seis horas, ganaba lo suficiente para darme los pequeños gustos burgueses que hacían a mi persona por aquel tiempo. Películas, cds, algo de ropa y salida violenta, cuando pintaba salida violenta.
Por aquel entonces estaba por venir Peter Gabriel y me pasé escuchando todos sus discos hasta que fuera el día del fatal encuentro en el estadio Vélez amargo Sarfield. A mi novia no le gustaba ni jota y contrarestaba el ataque con mucho Radiohead, que estaba por venir a la Argentina por primera vez... Fue un momento divertido donde todo se confundía y se mezclada en una obsoleta y aturdida bola de sonido. Del mejor sonido, pero que no dejaba de ser una bola al fin. Bola que bola sin bola, bola...
Se acercaba el momento crítico de mi relación con A, si lo sobrevolábamos, quizás íbamos a poder formar algo a futuro mas prolongado y con proyección, pero todo estaba por desmoronarse y yo lo veía venir, y entonces empecé a actuar en consecuencia, sin darme cuenta que embarraba todo cada día un poco mas.