jueves, 31 de julio de 2014

Cadete VIII

Ese año 2008 no fue muy productivo a nivel académico, mi relación con la carrera de Psicología empezaba a mostrar los primeros síntomas de un desgaste que venía arrastrado desde el 2004 cuando empecé el CBC o quizás desde antes, desde el secundario o primaria misma, para ser mas exactos. El deber de ir en un horario, sentarme en una butaca, hacer y estudiar lo que los profesores me decían que estudiara y que pusiera las cosas como a ellos les gustaba, pensar con el pensamiento de otros básicamente, no era lo mío y empezaba un malestar con la cultura estudiantil muy fuerte. Simplemente no me hallaba cómodo y sentía que la carrera que había elegido años atrás no era precisamente lo que yo esperaba y ni mucho menos mi vocación. Pero ¿cual era mi vocación? A ciencia cierta no lo tenía muy en claro aún, y eso a A le molestaba mucho. Ella tenía planes, tenía un proyecto, y empezaba a sentir que yo ya me estaba quedando afuera.
Empezaron las preguntas del tipo "pero ¿cuando te vas a recibir? ¿tenes una fecha? vos no te pones las pilas, etc, etc.
Una noche, de casualidad, escucho que le comenta a un amigo suyo que tiene planes para irse de viaje a Europa el año que viene. Escucho sin problemas. Cuando llegamos a casa, porque ya casi era mi casa también, aunque no lo fuera, le pregunto que es eso que no me había comentado. ¿Como es? ¿me tengo que enterar por otros? Surge una fuerte discusión en la que ella manifiesta que ella tiene ganas de viajar, que a ella es lo que mas le gusta hacer y que no puede esperarme. Ella me había dicho que le gustaría que fuéramos juntos pero yo le dije que con la plata que ganaba de cadete no me alcanzaba ni para cruzar la frontera, al menos por el momento, que me bancara y quizás en un año o dos, nos podríamos ir juntos. Pero no, ella me dice que no tiene tanto tiempo, que el tren de la vida se la pasa, que el reloj biológico le pasa factura y que tiene que definirse ya. Ella solo tiene un par de años mas que yo, pero pareciera que su vida ya está resuelta y que yo fuera un recién destetado. Quizás lo fuera, pero su neurosis le estaba jugando una mala pasada. El problema no eran los tiempos, la cuestión realmente importante era si ella me amaba o no.
Yo estuve muy chinchudo por ese tema casi todo el resto del año. Si embargo eso no impidió que viviéramos casi como una pareja normal, yendo a hacer las compras los fines de semana, saliendo a tomar algo por Plaza Serrano o yendo a bailar o pasear cuando pintara. También nos hicimos nuestros escapes a Villa General Belgrano, San Bernardo y Parque de la costa. Pero la cosa entre nosotros ya se había fisurado.
Mi cumpleaños lo festejé en su casa. Mis amigos no la querían a ella, sin embargo fueron y quedó demostrado lo desunido que estábamos todos como grupo de amigos, arrastrando viejas rencillas de las cuales nadie se acordaba bien a ciencia cierta como habían comenzado. Sin embargo hice cubanitos y fue un lindo cumpleaños. Por aquel entonces cumplía 25 años.
Fuimos a ver a Serrat, Bob Dylan, Los fabulosos cadillacs y antes The Police. El amor por la música nos unía por momentos. Yo le hacía escuchar las veleidades de Beach boys, Bowie, Neil Young y ella a mi Blur, Radiohead, Depeche mode, etc.
Pero con el tiempo quedaron mas en claro nuestras diferencias que nuestras concordancias. Ella amaba a Nick cave, yo lo detestaba, yo idolatraba a Spinetta, ella lo odiaba. Y así, todo era un fiel reflejo de un amor que se iba por el barranco de forma indefectible y sin escalas.
Cuando llegamos a fin de año, ninguno de los dos soportaba mucho mas la presencia del otro y en Navidad nos peleamos por teléfono porque sus padres estaban esperándome para que fueran a brindar con ellos, yo le dije que estaba con mi familia y que iría al rato, pero todo fue una excusa para terminar peleando después.
Finalmente tuve mis vacaciones en febrero y como ella no se las iba a tomar para poder irse a mitad de año a Europa, yo me fui solo al Bolsón, con mi mochila, mi carpa y un 25. Y la pasé muy bien casi dos semanas sin ella.

miércoles, 30 de julio de 2014

Cadete VII

Empecé terapia. Todo surgió como influencia de A, que no paraba de sugerirme que empezara a ir al psicólogo. Por a o por b, ella encontraba razones para que yo me analizara, pero al margen de su influencia desgastante y perturbadora, yo también consideraba que era tiempo de arrancar terapia.
Me comuniqué con un antiguo profesor mío de la Facultad y no hubo problemas para aceptarme. Luego de una primera entrevista, él se dio cuenta que había algo de tela para cortar y que yo necesitaba sincerarme con algunas cuestiones respecto de mi mismo. "A" fue solo un disparador, ella no sabría que después de seis años yo seguiría yendo al mismo psicólogo, cuando ella solo fuera un recuerdo de antaño. Pero esa no es la cuestión. Volviendo al relato, yo todavía sentía que tenía que aclararme ciertas cuestiones del pasado que todavía no había podido reelaborar del todo. Como la separación de mis viejos, acaecida dos años antes. También mi fútil relación con mis padres y mi hermano y claro, mi relación con "A".
Al principio mostré resistencias, me justificaba, me auto compadecía y me quejaba de mi bruta suerte ante esto o aquello. No faltó tiempo en el cual, mi vida laboral empezó a ganar terreno en las sesiones. De a poco, la balanza dejó de pesar en cuestiones como mi carrera universitaria y empezó caer con todo en mis aventuras y desventuras como cadete de Claro.
Esta claro que el problema mayor no era en sí la cosa en sí, o sea cadetear por las calles de Buenos Aires, sino mas bien mi difícil relación con mis compañeros de trabajo. Si bien, con mis compadres como el Ferchu Love o Pochito estaba todo bien, después debía lidiar con personajes como Marlene, la empleada de maestranza, from Bolivia to Buenos Aires y sus aires y delirios de grandeza, con Su, una cincuentona inoperante y con los jefes Gonzalo Fernandez o al revés y con el ya mencionado Leandro Díaz. Los típicos paparulos que se pelean y contradicen entre sí, dejando siempre a algún pobre empleado en el medio para limar sus propias rencillas personales.
Sin embargo, el verdadero problema no eran ninguno de ellos, ni siquiera el dueño dueño, un viejo canchero que aparecía cada muerto de obispo, te decía "Que haces mostro?!" y te daba una palmadita, pero después te forreaba de arriba abajo si un día te veía soltar una caja con mas liviandad. Amén de ser un viejo facho de mierda, gorila irredento, anti pueblo, piojo resucitado, resentido, etc, etc.
No. El verdadero cuco y problema para mi era la encantadora contadora. Ella tendría siete años mas que yo (ella de cuando comenzó la dictadura, yo de cuando finalizó), y era realmente un "Pain in the ass" como diría un yanqui pelotudo. No se cansaba de hacerme hacer mil cosas a la vez y exigirme que las termine en el lapso de tiempo que tenía, eso era lo de menos para mi, sino que le encataba hacerme sentir inferior, que ella era la contadora recibida y que yo era un pobre diablo, un pobre tipo, un simple cadete.

lunes, 28 de julio de 2014

Cadete VI

Se hacía llamar a si mismo el "Ferchu love", estaba su amigo, primo del jefe, el "Pocho", todos de Caballito, hinchas de Ferro, pibes de barrio, amantes del reggae y la electrónica. El apodo que me gané por esos años estuvo a la altura la "Chantoisa" o en su defecto "Carminska", en clara alusión a mi nombre y apellido. No me molestaba en lo mas mínimo. Nunca fue del tipo de persona al que se le pega un apodo. Muchos lo han intentado pero ninguno prosperó. Desde la primaria hasta hoy día tuve apodos tan ridículos y extraños como Jaime, Jason, Gonzo, Shaggy, etc, pero creo que recién los apodos de mi nuevo trabajo tenían un condimento de originalidad y sin malignidad que yo podía apreciar.
Al Pocho no lo veía mucho, porque al toque que empecé lo pasaron de la oficina a un punto de venta, pero Ferchu Love, que era el antiguo cadete, estaba ahí siempre, encargándose de hacer pedidos de equipos y otras cuestiones de logística pura. Me llevaba casi dos años, tenía muchos tatuajes y una gorra que guardaba unas mechas con prominentes canas. Nos llevamos bien casi de inmediato. Éramos los dos muy melómanos y cinéfilos y compartíamos largas charlas sobre directores, películas, actores, músicos, bandas de rock, y música en general. De él conocí muchas bandas de reggae, flamenco y mucho rock uruguayo. No era uruguayo, pero era uno de esos "yoruguas lover's" que andan pululando por el ambiente rockanrolero.
Nuestra relación consistía básicamente en que él, me avisara entre las nueve y las diez para que fuera o no al barrio de Paternal donde estaba el depósito de Claro, para ir a retirar un pedido de equipos y llevarlos a la oficina del centro. La operativa funcionó igual y sin contratiempos casi desde que ingresé a finales del 2007 hasta principios del 2012 que dejé de trabajar ahí. Pero no nos adelantemos. Pasó mucha agua bajo el puente antes de llegar a nuestro desatino final.
Con el barrio de la Paternal se me unieron grandes lazos, pasé casi cinco años viviendo todas mis mañanas por el barrio del carpo. Siempre con el 105 o 146, llegaba hasta el lugar escuchando música, ahora había dejado el discman y me había modernizado con un reproductor de mp3. La operación era simple, llegaba, me anunciaba con los de seguridad que venía de Comunicaciones del ..., y luego ellos avisaban a los pibes del depósito y esperaba a que me preparan el pedido. A veces me daba tiempo de salir y comprarme algo en el kiosco para desayunar, a veces me fumaba un pucho, a veces no había nada para retirar o era algo muy chiquito, por lo cual debía volverme en bondi, si el pedido era grande pedía un taxi a radio taxi aló. A veces tuve que esperar mas al taxi que al pedido. He llegado a esperar pedidos por tres a cuatro horas, pero por lo general entregaban los pedidos en un lapso de media a una hora.
Al principio sufría tener que ir para Paternal, pero luego, en determinado momento que no recuerdo bien cual fue, todas las mañanas fueron iguales, como decían Pappo, y me sumergí en un piloto automático.
De a poco empezaba el largo proceso de achatamiento y automatismo.

viernes, 25 de julio de 2014

Cadete V

Al poco tiempo de haber entrado a trabajar de cadete, me di cuenta que la cosa no era tan simple como parecía. Mi labor no solo consistía en la nimiedad nada deleznable de ir a pagar cuentas, llevar papeles o plata al abogado y al contador, o hacer interminables colas en el banco para cobrar cheques (todo eso siempre musicalizado con el mejor rock del condado), sino que de a poco me percataría que mi trabajo, sobre todo y mas que nada, consistía en llevar, transportar y proveer de aparatos celulares a clientes y a los puntos de venta Claro que la PYME en la que trabajaba regenteaba. Lo cual significa que en la mayoría de los casos tenía que viajar a puntos alejados. Al principio, lo mas lejos podía ser San Isidro, mas luego casi todo era en capital (Caballito, Palermo, Constitución, etc), pero no tardarían en cambiar sus puntos de venta y de a poco tendría que sumar viajes a San Fernando, Pacheco, Avellaneda, Sarandí, San Justo y Martinez.
Al principio trabajaba la irrisoria jornada de diez a tres de la tarde. A los pocos meses me sumaron una hora mas hasta las cuatro. Trabajaba solo seis horas, no tenía mucho de que quejarme. Me quedaba buena parte del día para ir a mi casa, a veces dormir una pequeña siesta, bañarme, merendar algo e irme a la facultad.
Todavía insistía en estudiar Psicología, una carrera que llegué mas por casualidad que por vocación. Siempre había querido hacer diseño gráfico, pero un acto de rebeldía en quinto año me hizo virar mi decisión para la carrera maldita. La que recibe mas alumnos per capita por año y tiene menos egresados a la vez en relación al alumnado recibido. La carrera que el vox populi local augura salida laboral. Un ambiente de un 70 % de mujeres ardorosas en busca de chongos intelectuales y donde casi no hay rivales ya que los hombes que cursan o son gays o son troskos, que es casi igual de poco atractivo. Había tenido clases de Psicología en la secundaria y me había ido bien, también me había ido siempre bien en Historia, Geografía, Literatura y Gimnasia, pero evidentemente decidí inclinarme por aquello que tenía tanto atractivo y tanta sexualidad explícita gracias al loco Freud y sus teorías rimbombantes sobre Edipo, castración, neurosis, sueños, etc.
En aquel tiempo me manejaba mucho entre dos hogares, el hogar materno y el nidito de amor que había ayudado a erigir a A. Claro, ella se mudó de la casa de los padres para vivir sola, pocos meses después de que yo empecé a trabajar de cadete, y fuí todo un sostén y apoyo el cual le ayudó a hacer el duro traspaso del abandono del nido, algo mas llevadero. Amén de que le ayude a instalar casi todos los muebles, mamposterías y demás conexiones, dignas de un hombre hecho y derecho.
Se me daba bien lo artesanal y el trabajo hogareño, aunque a veces A me acusaba de ser un poco hijo del rigor y vago. -Si yo no te digo, vos no haces nada. Podrías colaborar un poco mas en la casa no?
-Bueno, pero yo no vivo acá.
Y esa era mi chicana hacia ella. Dejame mudarme acá con vos y haré todo lo que digas, pera ella me miraba con desconfianza y miedo. No se animaba a jugarsela. Ella no sabía si apostar por mi o no. Tenía dudas. Ella necesitaba un hombre que estuviera a la par que ella. Que ya estuviera recibido, tuviera un mejor trabajo, ganara mejor, tuviera auto o la idea de tener uno, la posibilidad de buscar una casa mas grande, y después de todo eso, darle hijos rubios y hermosos. En lo posible nenas.
Yo estaba muy lejos de cumplir con su ideal de vida. La falta de un proyecto propio haría que empezaran rispideses entre ambos. De a poco la pasión y los juegos soft porn que solíamos hacer al principio, irían apagándose de a poco para dejar lugar a un sexo aburrido y costumbrista. Al menos para ella. Yo seguiría calentándome con su cuerpo esbelto y seguiría acabando como un campeón. Feliz. Sin pedirle nada mas a la vida, mas que disfrutar del momento.

jueves, 24 de julio de 2014

Cadete IV

-Escuchame pibe, a mi me dijeron que me traían dos Nokia 1200. Se equivocaron locos, falta uno!
Me dijo un hombre rústico de San Fernando.
Mirá loco, no sé, hablalo con Fernando, a mi me mandaron acá con esto.
Pibe, vos no te lavés las manos. Hacete cargo también.
Y yo porque? que tengo que ver? Vos arreglaste conmigo? Yo soy solo un cadete. Te crees que me importa esto? Cuanto te pensas que me pagan?
No se flaco, problema tuyo ese.
Ah si?
Si
Andá a cagar viejo puto.
Querés que te rompa la cara pendejo?
Para para, se mete el compañero de trabajo del viejo loco y lo para en seco. Se da cuenta que está pasado de rosca y lo manda a tomar un vaso de agua. Lo delira un poco. Ahí es cuando me doy cuenta que el otro es un pobre diablo que el posta es este que se mantuvo al margen mirando, durante toda la pelea que tuve con el otro.
Disculpalo flaco, es que no está teniendo un buen día.
El viejo se mete en cuartito y de vez en cuando se asoma para mirarme con cara de malo.
Tengo ganas reales de cagarme a piñas con ese cincuentón de mierda pero las condiciones no están dadas, su amigo intercedió y calmó las cosas. Me paga lo que me tiene que pagar, me firma los remitos y me vuelve a pedir disculpas por la locura innecesaria de su compañero.
Me voy re caliente. En el tren un gil de mierda me mira fijo. Mi nivel de ira me hace decidir ir a encararlo y cagarlo bien a piñas, pero justo cuando doy un primer paso, cambia la mirada y se pone a ver por la ventanilla, como si nunca me hubiera ni registrado. Trato de serenarme. Canto un mantra que cantaba cuando era chico, mi vieja. No funciona. Me pongo música, pero me acuerdo que esa mañana me quedé sin pilas.
Llego a Retiro. Bajo al subte, Linea C. Pasaje 1,20. Enero. 2008.
Salgo del trabajo, me voy a comprar discos. Y me siento un poco mejor.

miércoles, 23 de julio de 2014

Cadete III

Mi viejo fue cadete. Eso fue después que mi abuelo se fue de la casa y mi abuela necesitó una ayuda. Mi viejo decidió trabajar en vez de seguir la secundaria. Aquellos eran años de plomo. Años en que las facciones de derecha e izquierda se baleaban por las calles con verdadera pasión. Épocas en que discos como Machine head de Deep purple hacían melenear a jóvenes y saltar al grito "el que no salta el militar", o "Perón, acá tenés los pibes para la liberación", etc.
Mi viejo nunca se metió en política pero no podías ser ajeno a todo tampoco. Un día estaba trabajando y viajaba en taxi para llevar un papel de un lado a otro. Por la radio anunciaron la muerte del presidente, el General Juan Domingo Perón. Imposible no impactarse ante la caída del gran líder político argentino del siglo XX.
Pero todo transcurría muy rápido por esos años. Un día entraba a una gráfica y sonaba en la radio del lugar, La serpiente de Pescado rabioso y otro día lo mandaban a recitales de rock local para ver si músicos como León o Charly usaban las Flecha.
Con los años dejaría su simple y noble labor de mero cadete, y empezaría a interesarse por lo que sucedía ahí, en el estudio publicitario. Aquel oficio de diseñador gráfico que se aprendía de boca en boca, de oreja a oreja y de mano en mano. Luego vendrían los cursos, las especializaciones, los talleres, las tecnicaturas y finalmente las carreras universitarias.
Pero mi viejo fue de los últimos que aprendieron el oficio, por mas que luego, a principios de los 80s tendría que hacer una carrera en una privada.
Pero dejemos estas viejas historias setentistas atrás. En mis épocas de cadete ya no vivía Perón, ya no estaba en boga escuchar a Yes, Led Zeppelin o Invisible, (o quizás si), pero cierta lógica de la degradación del componente humano aún se daba, y de hecho era mas notorio. Notorious.
Mis primeras semanas como cadete estuvieron plagadas de confusión y alegría a la vez de ser un empleado con sueldo nuevamente, pero ese estado lamentable de autocomplacencia no duraría mucho por suerte.
No faltaría mucho para que mis diferencias con la contadora se hicieran cada vez mas grandes y su forma de pedir las cosas sumado a su falta evidente  de cultura, harían que de a poco empezara a odiar mi trabajo.
Pero todavía faltaba mucho para que realmente pudiera odiarlos a todos.

lunes, 21 de julio de 2014

Cadete II

Avenida Córdoba 1616, séptimo 28. 10 de la mañana.
Venía caminando por Córdoba y paso por una librería que se llama como un libro de Cortázar (que no es Rayuela). Miro un poco y sigo de largo.

-¿Tenés experiencia como cadete?
Me quedo pensando unos segundos. La respuesta es obvia, pero algún motivo ajeno a mi, no me sale la palabra adecuada.
-Si. Trabajé en una escribanía.
La mujer me miró seria.
Ah, claro... Sabes hacer depósitos? Pagos?

Si, claro. Le digo, pero parece que desconfía. Pongo mi mejor cara de póker. No me tendría que haber fumado ese charuto antes de ir. Mis caras de descubren. Tardo demasiados segundos en contestar. O al menos eso pienso. Ella sabe, se da cuenta. Pienso. Pero no pasa nada, es todo mas bien una persecuta paranoide mía, propia del vaho cannábico que me embarga.
Me vuelve a mirar. Yo la miro un poco y me digo, si, creo que le doy.

- Bueno, el puesto como ya te comentaron es para cadete. Basicamente es hacer trámites bancarios, hacer pagos y todo tipo de cosas que requieran hacer en la calle.
(Había una letra chica en esas palabras, que nunca pude imaginar hasta donde me llevarían)

-Ajam!

-Te interesaría? me pregunta un poco sonriente. (Debí sospechar algo en ese momento del contrato fáustico que estaba por cometer)

-Si, claro que si. Sonreímos y nos dimos la mano.
Me dijo que si estaba todo bien, tenía una entrevista mas con el jefe y listo.

Salí de ahí y pensé en ir a comprarme un helado. Me había agarrado un leve bajón de hambre.

Lejos de ser reiterativo, debo decir que aquella entrevista me dio ganas de garchar y esa misma noche, deje a mi novia muy feliz de mi empuje envalentonado.

Al día siguiente, me tomé un bondi para ir a tirar mas curriculum. Me llamaron al mediodía. Parece que estaba todo bien y que tenía que presentarme este lunes para entrevistarme con el jefe. Un tal Leandro díaz. Que nombre mas pelotudo, pensé. Leandro Díaz!!!

Cuando fuí a la entrevista con este susodicho sujeto, perdonenme las redundancias, pero el tipo era realmente extravagante. Luego de presentarme, preguntando por ese nombre soso, me recibió un sujeto que parecía mas salido de Division Miami que gerente y dueño de una empresa telefónica.
Un chabón de treinta y pico, jetón y sonriente, morocho de rulitos y ojos verdes. La oficina estaba descascarada y había olor a Poett de jasmín. Todo muy cutre. Todo me pareció muy trucho, como una fantochada sin sentido. Todo me remitía al puto de Kafka y sus mierdas del absurdo.
Me pudrí. Abrí la puerta. Le dije que se metiera su laburo por el culo y que no engañaran mas a pobres pibes como yo.
Debí pero no. Le dí la mano con una sonrisa de plástico y me dijo que me esperaba mañana a las 10 de la mañana.
Llamé a mi novia y le di la buena nueva con una falsa alegría. Ella me felicitó y se puso orgullosa de mí. Empezó mecánicamente a proyectar y tratar de pensar en cosas a futuro. Vacaciones. Mudanza. Plata. Viajes a Europa, etc. Al noche nos vimos y siguió con el mismo rollo, le dije que si y le baje la cabeza, a ver si así se callaba un poco. Yo estaba nervioso. Había algo en mi que me hacía desconfiar de todo el asunto.
Traté de relajarme, pero solo me olvidé cuando me sumergí entre sus piernas calientes.

Al otro día, me volví a entrevistar con la mina de la primera vez. La contadora que me ratoneaba. Me olvidé de mi desconfianza y firmé hasta contento un contrato que nunca leí. Empecé mi labor y hasta me sentía feliz. No sabía bien de que, pero estaba contento.


Cadete

Todo empezó después de un año muy malo. No importa cual, la cuestión es que fue uno de mis peores, sino el mas. Para resumir solo puedo decir que me separé de mi novia, no conseguí trabajo, me fue mal en mi primer año en la facultad, mis viejos se separaron, mi hermano se puso de novio y se fue de casa y lo peor de todo, mi gata, que tenía desde la infancia murió de un cáncer fulminante. Realmente un año para el olvido.
Este año que comenzaba parecía tener otra perspectiva. Me reservaba amor, paz mental y trabajo.
Lo empecé en Buenos Aires, sin plata, pero al poco tiempo tuve la revancha y me fuí una semana a Mar del plata para semana santa. Estaba en la casa de mis abuelos de Parque Luro, comiendo, yirando, panza arriba y a dormir. Sin embargo las reuniones de mis abuelos con sus amigos octogenarios que jugaban al scrabel o la generala, me empujaron a buscar nuevos horizontes. Me empecé a escapar a la playa. El clima acompañaba y hasta el agua estaba digna de ser penetrada.
Un día decidí huir a Sierra de los padres y me tomé el bondi en Tejedor y otra avenida que no recuerdo su nombre. Las calles marplatenses tienen ese no se que que no se explicar pero que tienen algo que definitivamente me agrada.
En sierra me pasé el día tirado en una loma, oculto entre arbustos, fumando porro y escribiendo poesía mientras escuchaba un cd de los Beach boys en mi todavía funcional discman Sony modelo 2000.
Fue una tarde productiva, podría decirse... Luego volví a Buenos Aires renovado y de buen humor. Necesitaba imperiosamente ponerme a trabajar, ya que solo estudiar psicología en la UBA no me complacía. Necesitaba plata, necesitaba una novia, necesitaba ponerla y definitivamente necesitaba hacer algo productivo con mi vida.
Primero intenté con la poesía, pero editar nunca fue una pasión ni algo fácil, menos para mi que siempre escribí para mi y mis amigos. Escritura netamente autocomplaciente y narcisista diría el amigo Freud.
Luego vino la changa de grabar unas conferencias en el ministerio de educación para la Organización iberoamericana de no se que carajo. Estuvo divertido. Recibí sanguches de miga y con la plata me compré ropa y el primer disco solista de Peter Gabriel. Ese que que tiene un auto en la tapa con gotas de lluvia. Siempre que lo escucho recuerdo con cariño esa serie de charlas que grabé con unos rústicos casetitos chiquitos de grabadora de periodista de los ochentas.
Pasé algunos meses inactivo y luego llegó, un poco gracias a mi hermano, la posibilidad de hacer ciclos de cine en un bar por avenida Córdoba. Ya había intentado algo a principio de año en un club barrial de Palermo, pasando Easy rider, una de mis películas de cabecera, pero la cosa había quedado ahí ya que yo tenía que poner el proyector que no tenía. En cambio en Refill (digo el nombre porque hace poco pasé y cerró), ya tenían todo instalado. Una tarde que me sentí inspirado para ir a hablar con el dueño, lo mismo si hubiera sido Néstor, me acerqué y propuse una serie de ciclos de cine. Al tipo le gustó la idea. Convenimos hacerlos todos los sábados a partir de las 20 horas. El invierno comenzaba y la facultad era una mero aliciente en mi vida tan vacía. Necesitaba hacer cosas, probarme, estaba en mi momento.
Arranqué haciendo afiches y mandando cadenas de mails a mis contactos de MSN. El primer ciclo de junio consistía en películas sobre personajes freaks. Pasé desde la peli famosa de Tod Browning, hasta Lynch y Herzog. Empezó bien la cosa, pero luego, cuando seguí con Polanski, la cosa empezó a decaer. Cuando ya estábamos en agosto haciendo ciclo Outsiders, llegó un ex compañero de trabajo con su hermana y una amiga de su hermana. Era una chica esbelta de ojos verdes y pelo castaño largo. Tenía las mejores piernas del condado y ese fué mi talón de Aquiles.
No entraré en los pormenores de esa relación que se iniciaría un mes después, solo puedo decir que aquella escorpiana llegó a mi vida para cambiarla radicalmente, al menos en varios puntos de vista.
Para resumir, solo puedo decir que conocerla implicó una necesidad mucho mas urgente para mi en relación a la búsqueda laboral. Ella era un poco mas grande, era recibida, estaba que se partía y necesitaba impresionarla con algo, o al menos tener plata para poder invitarla a salir.
Mi primer acercamiento al mundo cadeteril fue haciendo changas para mi viejos cuando era adolescente, llevando cosas a pagar o impresiones al talleres gráficos del centro.
Pero podría decirse que debuté como cadete aquel año, poco antes de ponerme a salir con A. Nada del otro mundo, solo tal vez trabajar en la escribanía de la madre de mi cuñada. Si mal no recuerdo creo que duré un mes y medio, pero poder decirle a la chica que quería conquistar que trabajaba me daba un poco mas de chances, cuando decidieron no seguir contratándome, ella ya estaba conmigo y me dió una segunda chance. Pasaron dos meses y para principios de diciembre finalmente salió algo debido a Computrabajo, la página de búsqueda laboral mas chota y efectiva a la vez en mi larga experiencia laboral. Era para puesto de cadete en una empresa que no recordaba haberme postulado.
Una tarde, sin decirle nada a mi novia, me fui a ver a mi ex novia a su nueva casa, estuvimos toda la tarde, tomando mate, jugando con su nuevo perrito y acompañándola a comprar algunas cosas por su barrio. Yo todavía la amaba un poco, pero era raro porque ya empezaba a enamorarme de mi actual. Decidí que no haría nada si ella no se me tiraba encima. No lo hizo y agradecí a todos los avatares por eso. Cuando ya estaba por irme, me llamaron a mi celular, un ladrillo heredado de mi vieja, para decirme que tenía una entrevista el lunes con una tal x, contadora de la empresa x. No retuve nada, le pedí a mi ex un lapiz y un papel y anoté un día, un horario y una dirección. El puesto era para cadete. Luego, en estado casi de estupor, traté de zafarme de mi visita. Ella me felicitó por lo de la entrevista. Me bajó a abrir, me fuí con una mezcla de sensaciones, arrepentido por haber visto a mi ex sin decirle nada a mi actual, contento y desorientado por la entrevista de trabajo y un poco decepcionado de que mi ex no haya tenido un momento de debilidad conmigo. Estaba mas linda que nunca.
Llegué a mi casa, me hice una paja y me dormí con una sonrisa, contento de este nuevo panorama que se me abría. Si definitivamente este año era mucho mejor que el anterior.