lunes, 25 de marzo de 2013

Maniqueos y chupacirios... cerdos y peces


Grupos adoctrinados de beatitud y semblanza religiosa, acosan aireados a las huestes de lo terrenal y extremo.
Maniqueístas destruyen los santuarios del pensamiento laico y corrompen las mentes bajo sus alas de ignorancia extrema racista-extrema.
Los viejos chupacirios de siempre, se esconden niños bajo sus togas negras y los violan en la impunidad del cuarto oscuro consagrado.
Son cerdos, cerdos que se relamen en su inmundicia y corruptos, vomitan parábolas vacías de contenido para ellos mismos.
Los peces cristianos huyen de los cerdos, que en su corrupción, los degluten como mariposas blancas en el fango.
El cordero de dios está atado y el lobo se disfraza con sotana. Nada tiene escapatoria de los resentidos doctrinarios y religiosos, en un mundo que rezuma amor violentado.

"Religion is poison" Mao
"El sacerdote que brindó la misa para la moral, no se dio cuenta que tenía grasa en el delantal" Pappo
"Todos con el culo en la pared, llegó la curia" Argot popular

viernes, 22 de marzo de 2013

Comí un Scon en Gascón



Los scones de Gascón tienen ese "noseque" que tiene todo aquello que no se definir con palabras.
Los hay de anchoas y los hay solos, recién horneados, que acompañan un solemne té de otoño.

Comí un scon en Gascón cuando era chico y no me olvidé mas. Acompañé todo con mate cocido.
Mate cocido con leche. Mi infusión preferida de la infancia. Luego abandone el brebaje por el té.

Las tardes de marzo suelen ser agotadores por el cambio de clima y el abandono del verano.
Sin embargo banco las vicisitudes del cambio climático en detrimento de un buen scon en Gascón.


martes, 19 de marzo de 2013

Dueño Vende


En 1979, mis abuelos abandonaron Buenos Aires y recalaron en la vieja ciudad balnearia de Mar del Plata. Junto con mi tía, mis abuelos dejaron atrás el trabajo, la gran ciudad y a su primogénita, que acababa de ser madre. Una vez instalados en "La Felíz" en un barrio de casas muy agradables, se fueron adaptando de a poco al vivir provinciano. Una de las primeras cosas que hicieron fueron comprar bicicletas, ya que si bien mi abuelo tenía un auto y un Jeep, las distancias eran mas cortas que en Buenos Aires y sus calles mas tranquilas, sobre todo fuera de temporada. En el vivir cotidiano. Compraron una bici pequeña amarilla, un tanto antigua y gastada y dos bicicletas nuevas para mujer. Eran dos bicis gemelas inglesas de la conocida marca Raleigh, año 1979. Las usaron poco. Y cuando mi familia empezó a frecuentar casa de mis abuelos, en los veranos, las usaban mis padres. Luego pasó otra cantidad indeterminada de años y las bicicletas eran usadas solo por mi hermano mayor y yo. Acumulaban años y polvo en el garage, ya que mi abuelo ya no era capaz de usarlas y mi tía siempre prefirió manejarse en ciclomotor. Un verano fui a Mardel solo con mi madre y usé la bici a mas no poder. Le pedí a mi abuela si no me la regalaba que en Buenos Aires no tenía. Dijo que lo pensaría. Mi abuela materna nunca me había hecho un regalo y a mitad de año, para mi sorpresa llegó un flete con una de las gemelas azules. Inmensa fue mi alegría. La use durante mucho tiempo y durante mucho tiempo a esta parte también la abandoné. Con los años, las bicis viejas se pusieron de moda. La moda "vintage", y mi bicicleta dejó de ser algo obsoleto para convertirse en un objeto de culto y moda. A mi siempre me chuparon un soberano huevo las modas, pero debo reconocer que me sentí alagado cuando en un par de bicicleterías me ofrecieron comprarmela. Claro que seguro la venderían mucho mas cara de lo que me pagarían y en todo caso me convendría una venta directa. Sin embargo desdeño toda posibilidad de desprenderme de esta bici que no solo es una reliquia para coleccionistas sino que además es una belleza y todo un recuerdo de mi familia materna. Así que bueno, DUEÑO no VENDE...

martes, 12 de marzo de 2013

Homosexual


Hoy mientras escuchaba Elton John, me acordé de mi primer encuentro con la homosexualidad. Sonaba el tema "Someone saved my life tonight" y pensaba que es el mejor tema de Elton y que solo me gustaría aprender a tocar el piano para poder tocar esa hermosa canción de amor, donde el autor reconoce por primera vez su homosexualidad. Pero debo confesar antes que nada que no soy gay. Me gustan demasiado las mujeres como para interesarme en mi propio género. Sin embargo creo que todos los seres humanos tenemos cierto grado de homosexualidad implícita dentro nuestro, pero por lo general somos demasiado puritanos e inmaduros para confesarlo. Es parte de la naturaleza animal el hecho de buscar placer donde le plazca, sin restricciones morales de que es lo natural o anti-natura. Tampoco somos como aquellos sombríos hombres de fe del medio evo, que vamos a condenar a la hoguera a quien no piense como nosotros. ¿O si?
Cuando tenía dieciocho años, tenía toda la adolescencia y hormonas revolucionadas y mi mente estaba abierta a todo tipo de impresiones. Lo que te marca a esa edad te marca para siempre. Por ejemplo cuando tenía 16 años vi en la tele la película "La noche de los lápices" y me dolió tanto esa realidad que odié para siempre a los militares y ya nada puede cambiar eso. Pero como contaba antes, cuando tenía 18, yo sufría por amor. Sufría por haber cumplido 18. Sufría por que vivía en los suburbios de la ciudad y éramos pobres. Sufría por algo que no entendía. Simplemente sufría. Cuando terminaba el fatídico año 2001, lejos estaban los viajes a Júpiter y no había ninguna computadora cínica y asesina en mi vida, sin embargo el mundo vivía cambios radicales y el siglo 21 nos daba la bienvenida con una crudeza sin concesiones. Hacia principios de noviembre nos mudamos con mi familia, dejando los suburbios que habíamos habitado durante la última mitad de la década del '90 y nos acercábamos al centro, en un barrio que me sería difícil abandonar después. Almagro. Todos los caminos conducen a Almagro, pienso yo, el centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires.
Mi vida empezaba a cambiar y me sentía nuevamente insertado en la vida citadina, con todo lo que eso implica. Cuando fue la crisis del 19 y 20 de diciembre, acompañé a mi hermano a la facultad de Sociales y vi como se derrumbaban las instituciones por TV. Parecía que entrábamos todos en un callejón sin salida, sin embargo uno pensaba que las cosas tendrían que mejor tarde o temprano. Hacia finales de diciembre fui a un recital de Spinetta en Obras y el mismo flaco dijo que el horno no estaba para bollos. La gente lo apluadió y algún desubicado le pidió que toque Muchacha ojos de papel. Podía entender porque el flaco odiaba ese tema a lo largo de los años y se negaba a tocarlo. Cuando íbamos al alejado Obras sanitarias en el auto de un amigo de mi hermano, éste puso música  para amenizar el viaje hasta el barrio de Nuñez. Sonaron muchas canciones que me divirtieron como el tema de la serie ALF o una versión punk de "El extraño de pelo largo" que muchos años después me enteré que eran Los violadores. La cuestión es que de pronto mi atención fue llamada por una canción con saxos y un tipo de voz finita que cantaba algo de cambios. Me gustó la melodía y le pregunté al amigo de mi hermano que era eso. David Bowie, respondió escuetamente. Era la primera vez que no veíamos y no teníamos mucha onda. Quizas le molestaba que mi hermano hubiera caído con su hermano menor. Ellos ya tenían 22 y eran como gigantes al lado mío. Creo que me imaginé que el tema se llamaría Changes porque era lo que mas decía en el estribillo. Pocos días después, en medio de la debacle social del país, fuí a una disquería, presto a comprarme algo de Bowie que incluyera esa canción. En aquel tiempo no se estilaba bajar música por internet, al menos para mí y la única forma de descubrir un artista que me había interesado era comprarme algún compilado o disco que me llamara la atención por su tapa. Cuando llegué a la conocida disquería del centrono encontré un disco de Bowie que tuviera Changes. Desistí.
Ya era enero y un día en Blockbuster, sin saber que alquilar, me lleve una peli que me pareció era sobre Bowie. Se llamaba Velvet Goldmine. Esta peli tiene la característica de que hace una biografía no-autorizada de Bowie e Iggy Pop y todo el ambiente Glam rock de principios de los setentas, por ende tienen los nombres cambiados. Esa película me fascinó a diferencia de mi hermano que le pareció una mariconeada total. El personaje principal era Christian Bale, un fan que  siguiendo los pasos de su ídolo rockero termina teniendo experiencias homosexuales. Era un poco el juego del glam rock en los setentas, una liberación sexual sin llegar a ser el destape gay que acaeció en los '80s. Pocos días después y mas embalado que nunca intenté comprarme nuevamente un disco de Bowie. Esta vez, como no tenía mucha plata, ideamos una triquiñuela con mi hermano, que pocos meses después no se pudo hacer mas. Mi hermano tenía rayado el disco Exile on main street de los Stones y para recuperarlo y a la vez regalarme un disco me dijo que fuera y comprara ese disco de los Stones otra vez. Una vez en casa con el disco, mi hermano sustituyó el disco rayado por el nuevo y lo puso en la caja nueva y me mandó a cambiarlo por alguno que yo quisiera. Así, fuí con mucho temor que me descubrieran a la disquería. Les dije que el disco estaba rayado. La vendedora me miró con desconfianza y verificó el disco. Después de dudarlo unos minutos eternos, me dejó que eligiera otro. Fui directo a la batea de Bowie y busqué nuevamente el disco donde estaba Changes pero otra vez no lo encontré. En cambio me llamó la atención la tapa de otro disco. Se llamaba The man who sold the world y yo conocía el tema ese por Nirvana. En la tapa aparecía Bowie vestido de mujer y acostado en una cama. Me pareció el acoto mas homosexual de mi vida. Cuando lo llevé a la caja no miré a los ojos a la cajera, un poco por miedo y otro poco por verguenza. Una vez en casa le mostré a mi hermano mi nueva adquisición y me miró raro. Me dijo que no se lo mostrara a mi viejo. Y eso era lo último que quería hacer. Tenía muco miedo que pensara que su hijo se había vuelto gay. Siempre traté de mantenerselo oculto y lo escuchaba en mi pieza, casi en secreto. De a poco el disco me fascinó. Lo escuchaba a todo volumen y sentía miedo y culpa de hacer algo incorrecto al escuchar a un músico que aparecía en la  tapa travestido. Pero de a poco eso me chupó un huevo. Lo mismo que los prejuicios con la homosexualidad. Bowie me encantó para siempre y después me enteré de que no era gay sino que solo se había divertido sin restricciones en su etapa glam, que era una de tantas que había tenido el duque. De a poco fueron llegando mas discos a mi vida de Bowie, pero ese primero que me compré fue algo único. Rompió todos mis esquemas y pre conceptos acerca de la homosexualidad y en verdad fue como si hubiera tenido una experiencia gay que rompió con mis tabúes moralistas para siempre. El disco lo escucho ahora y me sigue pareciendo tan provocativo y fuerte como aquella primera vez, una tarde de enero del 2002. Fin.

martes, 5 de marzo de 2013

Cosmos: Un viaje personal


Carlos se subió al tren de la estación y comandó sus vehículos hasta la estación Eisenhower. A las 15pm despidió al personal y abordó el gran panadero ensoñado. La fuerza gravitacional disparó un reguero de recuerdos de su mas tierna infancia. La imagen de un techo con celosía en la casa de su abuelo, en el viejo Pakistán. Una corrida con sus amigos de colegio hasta un estanque donde todos se daban unos buenos chapuzones en verano. Una novia pelirroja con la que hizo el amor mientras sonaba Blue sunday de los Doors en la radio. Y otras cosas mas que no vienen al caso. Si para Carlos, que parecía recordar todo esto sin darse cuenta que rompía la barrera del sonido y sin un rumbo fijo hacia el espacio infinito.
Varios años después, Carlos seguía boyando por los rincones mas perdidos de la galaxia. Se acordó de Star Wars y se preguntó si existiría la fuerza. Mientras miraba raras formaciones de estrellas y galaxias, como nubes rosas, pensaba que el universo visto en vivo y en directo era mas fascinante que cualquier efecto especial Hollywoodense. Eso sí, también mucho mas desolador y triste. Un halo de soledad y congoja cubrían a Carlos que había perdido todo contacto con la tierra. Sin conexión con cualquier tipo de humanidad, Carlos pasaba su tiempo mirando viejas películas, observando las galaxias o escribiendo sus memorias, poesía interplanetaria, como la llamaba él, y otras cosas como insultos a modo de catarsis, que siempre terminaban en un profundo amor compasivo hacia la "desorientada raza humana".
Un día, haciendo cálculos, se dio cuenta que todos sus afectos abrían muerto en la Tierra ya que habían pasado cientos de años según la teoría de la relatividad y para él solo habían pasado 20 años. Ahora detentaba 54 años y algunas canas en la sienes. La hipotermia del destino cayó sobre su humanidad en tan solo una breves milésimas de parsecs. De a poco la visión del infinito lo sumió en la mas profunda tristeza. Comprendió que salir a recorrer galaxias no tiene sentido. Que su lugar era en su planeta, con su gente, aunque creyera no tener a nadie. El espacio es solo para las estrellas y asteroides. En un rapto de incongruencia romanticista, Carlos intentó suicidarse golpeándose la cabeza con los siete volúmenes de la novela "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust. Pero su intento falló y resignificó aquello como una ironía del destino. Luego de algunos años, su panadero espacial se encontraba flotando en una marejada de supernovas y esponjas inter galácticas cuando se percató que se había quedado sin alimento. Moriría de inanición como su ídolo Chris McCandless, solo que en vez de hacerlo en Alaska, lo haría en medio del Cosmos. Su duda era si jugarse el todo por el todo y arriesgarse a bajar a un planeta. ¿Encontraría vida? ¿Seguiría solo? La duda le carcomía el tiempo y las uñas. El final se acercaba.
Post Adscriptum: Cosmos actual.
Una inmensa masa de cacharros y trastos derivados de la tercer roca de una estrella, flota sin sentido en medio del mar infinito. El silencio cubre todo el panorama desolador en la oscuridad de la nada misma.